Eileen mira fijamente al anciano postrado en la cama, este guardaba una sonrisa muy extraña en sus labios. Lo que la hizo pensar que su jefe estaba planeando algo de lo que ella no estaba enterada.
—Necesitas esposo Eileen…
—Señor Romel, yo no necesito un esposo. Como estoy, me va muy bien. Esta sonríe nerviosa.
—No, no… y es por eso que he hecho una cita con el hijo de un viejo amigo mío. Estoy seguro que te ira muy bien con él.
—¿Una cita? Esta se pone en pie. —A mí no me hace falta tener citas señor Romel, creo que está exagerando las cosas.
—Ni hablar, he pautado una reunión entre ustedes mañana por la tarde. Así que no hagas ninguna cita. La señala con el dedo. —Quiero que te veas con ese joven, y luego me dices que tal te fue.
—Señor Romel, no quiero ser grosera. Pero no quiero que haga de casamentero, yo puedo buscar a mis propios pretendientes.
—¿Entonces porque no tienes? Inquiere alzando las cejas.
—Estoy muy ocupada. La chica camina hacia la ventana. —No tengo tiempo para una relación.
—Pues lo sacaras, muchacha. Mañana.
La chica muerde sus labios con fuerza, como le iba hacer entender a su jefe que no estaba dispuesta acceder a sus caprichos. Mira que venir a organizarle una cita con un chico que no conocía. Era absurdo.
—Eso es todo lo que tenía que decirte. Mañana tu cita te recogerá a las siete. Pasará por tu casa, descuida ya sabe cómo llegar.
—Pero señor Romel… dice la chica dándose la vuelta ofuscada.
—Ni una palabra más al respeto. Puedes regresar al museo, ¡ah, Eileen! Si llegas a ser acosada por esos mafiosos quiero saberlo.
—Por supuesto, señor. Responde resignada.
Eileen regresa a su coche, al sentarse detrás del volante recuesta la frente sobre este. La chica suspira pesadamente. Una cita con un hombre que no conocía no era parte de su itinerario. Encendió el coche para regresar a su trabajo.
[…]
Ya era medio día, Lión se puso en pie observando a la pelirroja envuelta en las blancas sabanas de su cama. Su cabello revuelto se encontraba desperdigado por la almohada. Y la mitad de sus muslos estaban a simple vista. Este camina sus pasos hasta el baño, se mete detrás de los acristalados vidrios de la ducha. Dejando que el agua fría corriera por todo su cuerpo.
Inclino la cabeza hacia atrás, relajando todo su cuerpo. Su noche sí que había sido muy buena con la secretaria. Este paso los dedos entre su cabello permitiéndole al agua mojar hasta la última hebra. Después de despachar a la pelirroja volvería al trabajo, esperando que Kara le trajera buenas noticias ese día sobre el maldito museo.
Cuando abandono el cuarto del baño, la chica pecosa se disponía a vestirse algo apurada. Al notar su presencia cubre su cuerpo con la sabana. Sus mejillas se habían puesto coloradas y en sus ojos se podía notar culpa y remordimientos.
—¡Ya debo irme!
—Muy bien. Responde Lión impasible.
—Yo… dice mordiendo sus labios.
—Puedes irte Vilma, ve a casa. Regresa mañana a trabajar.
Este responde dándose la vuelta para buscar algo de ropa. Tira la toalla al piso descubriendo la desnudez de su cuerpo. La pelirroja observa el trasero desnudo de su jefe, por vergüenza gira el rostro. Toma la ropa del piso para abandonar la habitación.
Lion escucho la puerta del apartamento cerrarse, el solo se dispuso a vestirse. Unos minutos después de estar listo, tomo su arma que guardaba en la mesa de noche y abandono el apartamento.
Llego al primer piso, totalmente atestado de personas yendo de un lugar a otro. Algunos a esa hora se encontraban en el casino. Otros simplemente bajaban de los apartamentos a comer al restaurante. Lion salió por la puerta principal topándose justamente con Kara, quien descendía de un Ferrari color blanco.
Este se detuvo esperando a por ella y también para que trajeran su propio coche… la rubia lo pillo en la entrada y de inmediato de acerco a él.
—El viejo tuvo una visita interesante esta mañana. Le suelta ella parándose a su lado.
—¿Y en que me beneficia eso a mí?
—Aun no lo sé, tengo que hacerle una visita a esa mujer quien fue la que lo visito al anciano.
—¿Y qué diablos estás haciendo aquí? Porque no has ido hablar con ella. Reclama enojado.
Entonces en ese momento su mercedes fue aparcado en la entrada del edificio, este se encamina hasta el dándole la espalda a la Kara.
—Ve a trabajar Kara, para eso te estoy pagando.
Le dice subiéndose al coche y arrancando de golpe. La rubia observa a su jefe partir mientras que hace un mohín con los labios. Ella seguía pensando que eliminando a esos dos estorbos le facilitarían las cosas a Lion.
[…]
Eileen se encontraba en su oficina organizando una pila de documentos pendientes, cuando de pronto la puerta de su oficina se abrió de repente con mucho estruendo. Esta se levantó de golpe por tal intromisión.
—¿Quién es usted? La chica mira a una mujer extremadamente alta y con el cabello muy corto entrar en su oficina.
—Siéntate, no hace falta que te pongas en pie. Le dice está observando toda su oficina.
—¿Qué está haciendo en mi oficina?
—He venido para saber la respuesta del viejo Romel. Esta le dice sentándose en la silla ante su escritorio.
—¿Y eso a usted que le importa? Salga de mi oficina o llamare a la policía.
La chica toma el teléfono haciendo más firme su amenaza. Pero las delgadas manos de la rubia se posan sobre las de ella. Eileen miro sus ojos y sintió miedo. Esa mujer sí que daba terror.
—Te sugiero que no lo hagas, porque te juro que te ira peor. Intento ser amistosa, pero me lo estas poniendo muy difícil.
—El señor Romel no venderá el museo, ya se los he dicho como un millón de veces. Esta responde seria.
—Dile a tu jefe. Kara se pone en pie. —Que si no vende, algo muy malo pasara. Y estoy segura que no querrá que le pase algo malo a su preciado museo, o sus empleados.
—¿Me está amenazando?
—Si. Esta sonríe con una sonrisa burlona. —Desde luego que sí. Mi paciencia se está colmando, así que por tu bien será mejor que lo convenzas de vender.
Eileen escuchaba atentamente a esa mujer, si las cosas seguían así tendría que hablar con la policía… pero… el señor Romel le había dicho que eso solo empeoraría las cosas, pero entonces ¿Qué carajos iba hacer? Las constantes amenazas ya eran más fuertes.—Váyase de mi oficina.En un movimiento ágil la flaca llega hasta ella para tomarla por el cuello y apretar con evidente molestia. De sus ojos solo chispeaba ira, se notaba que no estaba para juegos.—Escúchame estúpida, como vuelvas hablarme de ese modo te juro que meteré una maldita bala en tu cabeza. Aprieta un poco más el cuello de Eileen. —Habla con el viejo, ¡que venda! O algo muy malo pasara.Cuando la suelta, Eileen tose frenéticamente… la chica se agarra el cuello como intentando recuperar todo el aire que no pudo tomar mientras
Eileen entro en aquel hermoso restaurante saturado de clientes adinerados, empezó a sentirse no muy cómoda yendo aquel lugar. Pero si allí estaba su cita que otro remedio tenia. Suspiro, siguiendo al cupiere hasta la mesa donde la esperaba el tal Williams. Al pillarlo de lejos noto que era bastante atractivo, pero ¿Qué tal era su personalidad? Se preguntó.—Señor Severu… la señorita Smith ha llegado.—¡Oh, Eileen! Este se pone en pie plantando un beso en su mejilla.—Hola, Williams. Esta le sonríe.—Siéntate por favor. Espero que te guste el champagne.—Sí, me gusta.Este le sirve una copa, para luego mostrarle una radiante sonrisa. Eileen se sonrojo un poco por las atenciones recibidas por parte de su cita. Pensó que quizás no iba a ser tan mala, si su compañero la iba a tratar de esa maner
Esa mañana Eileen redactaba un informe semanal que iba dirigido a Romel. Se encontraba metida de lleno en ello sin darse cuenta de la presencia masculina que se encontraba recostado de brazos cruzados en la entrada de su oficina.Lion observaba detenidamente aquella rubia que había visto la noche anterior en compañía de un idiota. Inclina un poco la cabeza, realmente parecía bastante distinta a la mujer que conoció el día anterior. La sexy rubia con aquel hermoso vestido de noche había desaparecido. Ahora solo veía a una rubia con el cabello recogido y una muy cubierta camisa.Era cómico, llevaba cinco minutos allí de pie y ella ni cuenta se había dado de él. ¿Acaso era tan distraída? Parecía interesante jugar un poco con ella. Pero, primero a lo primero.—¡Buenos días, señorita Smith!—¡Demonios! Exclama es
—¿Por qué eres tan cabezotas, Romel? Ya eres un viejo, no puedes hacerte cargo de ese lugar. Responde impasible.—Ese no es tu asunto.—Ya veo. Le has delegado poder a esa joven, ¿Qué puede hacer ella? Ya la he visto. El viejo palidece más de la cuenta. —Ella no sabrá qué hacer cuando tú te mueras, y por lo que veo no creo que dures mucho en esta vida. Camina hacia una repisa con fotos viejas. —Si me vendes a mí, no tendrás que preocuparte por nada más. Toma una foto de una mujer.—No toques esa fotografía. Ordena el anciano molesto. Este solo medio sonríe.—Piénsalo Romel, sabes bien que no tengo toda la paciencia del mundo. O lo haces por las buenas. O yo te obligo a que lo hagas por el lado muy malo. Lo mira por el rabillo del ojo.—No te tengo miedo. Mi muerte está muy cerca, no le temo a morir
Pero que estaba haciendo en su casa, no le había bastado con el atentado que su gente le dio. Tenía que ir personalmente hasta su casa para terminar con el trabajo. Con los nervios de punta, Eileen corrió hacia el teléfono para llamar a la policía. No estaba a salvo.—Por favor, necesito ayuda. Un asesino se encuentra en la puerta de mi casa. Vengan ayudarme por favor. Grito en pánico.La rubia se quedó sentada en el sofá comiéndose las uñas, esperando que la fueran auxiliar, miraba la puerta como si ese asesino la pudiera tirar en cualquier momento y lograr su objetivo (asesinarla)—Señorita Eileen… estoy esperando que me abra la puerta. No parece ser una mujer con malos modales. Y yo no soy un hombre con mucha paciencia.Ella lo escuchaba y más desconfianza sentía. ¿Qué pasaba si perdía la paciencia? Minutos después e
Lión regreso al casino, hecho una completa furia encamino sus pasos hasta la recepción.—¿Dónde está Kara? Pregunta a las recepcionistas.—Señor Walker. Estas se ponen en pie. —No la hemos visto el día de hoy.—Cuando vean a esa maldita, la envían directo a mi oficina.Este sigue el camino hasta el ascensor, saca su teléfono del bolsillo marcando el número de Kara. Pero el teléfono timbraba y ella no contestaba. Lión lanza el teléfono contra la puerta del ascensor justo cuando este se abría. A quien vio ponerse de pie fue a Vilma, sus mejillas estaban coloradas pero él no estaba de ánimos.—¿Has visto a Kara? Pregunta serio.—No señor. Ella no ha venido por aquí.—¡Encuéntrala!—En seguida señor.Sigue el camino
Esa mañana Eileen despertó más agotada que nunca, a pesar de haber dormido toda la noche realmente no descanso nada. Le dolía todo el cuerpo, parecía como si un camión hubiera pasado sobre ella. Llevo la mirada hacia el techo, sentía la cara tan hinchada sumándole al terrible dolor de cabeza que la estaba volviendo loca. Cerró los ojos pensando que si hubiera prevenido lo que iba a pasar al trabajar en aquel museo se pudo evitar muchos problemas.Suspiro justo cuando la alarma en su mesa de noche sonó… ya era hora de levantarse de la cama e ir a trabajar. Pero solo pensar en tener que caminar algunas cuadras para coger un taxi la hacía cambiar de parecer. También que sus malestares físicos le impedían poner un pie en el suelo. Golpeo el escandaloso aparato en el momento que se sentó. La rubia se picó el puente de la nariz.— ¡Joder! Que mal
—Toc-Toc… la voz ronca de un hombre fue quien realizo el sonido de simulación de tocar la puerta, lo que causo que Eileen diera un respingo. —¡Lo siento! Te he asustado. Dice Williams sintiéndose culpable.—¡Williams! Eres tú. Disculpa, es que no te esperaba. Yo… esta guardo silencio. —¿Qué haces aquí?—He venido para llevarte almorzar. Este le sonríe. —Espero que no estés muy ocupada porque… ¡por dios! ¿Pero qué fue lo que te paso en la cabeza? Pregunta dándose cuenta al fin de sus heridas.—Nada. Responde ella llevándose una mano a la frente. —Fue un accidente. Dice restándole importancia.—¿Estas de broma? Pero si tienes una buena cortada en la cabeza, eso no es nada para ti. Williams se acerca a ella que Eileen se siente intimidada. Serían los traumas que e