HOLLY
Mi jefe Mason Raymond me prestó 500USD para alquilar una casa, y mi salario restante, 200USD, incluso si se sumaran, todavía no podrían cubrir el dinero de las medicinas del anciano.
--¡¿Holly? ¿Qué estás haciendo aquí?
La chica en la misma facultad que yo, Sabrina Rivera apareció, ya se cambió de ropa y se acerco a mi.
—Sabrina, ¿puedes prestarme algo de dinero? El anciano al que acabas de dar primeros auxilios necesita pagar los medicamentos, pero todavía me faltan. Prometo devolverte el dinero. Estan tratando de buscar la información de sus familiares.
-- No hay problema.
Conocí buenos samaritanos, gracias a Dios.
—Gracias —dice la mujer y enseguida me da el medicamento.
Mi acción se siente como un golpe en el estómago.
Tengo que seguir pensando en otras formas de cubrir mis próximos gastos de manutención.
Me dirijo a la siguiente recepción en el piso en el que se encuentra el anciano, dejo el medicamento y mis datos, firmo un par de documentos y me voy, con la esperanza de que no tarden en encontrar a los familiares del anciano.
Saliendo, parece que el mundo me quiere pisotear de nueva cuenta, ya que la lluvia no para y hasta parece que se ha enfrascado más, maldigo para mis adentros.
Observo la hora que marca mi reloj de mano.
Originalmente concerté una cita con el agente inmobiliario para ver el apartamento a las 3:00 p.m. Por eso no le pedí a mi hermana Polly que me acompañara a visitar la tumba. Ahora ya llevo quince minutos de retraso por un incidente inesperado, pero la m*****a lluvia no para del todo y empeora aún más.
La lluvia torrencial es un impedimento, aunque nada que no me pueda frenar por completo, pese a que me nubla la vista, comienzo a correr colocando mi bandolera encima de mi cabeza, con la esperanza de que eso me permitiera divisar un poco mi camino, hasta llegar a la base de camiones.
Mala idea, porque al hacerlo, solo alcanzo a divisar cómo un Lincon marrón, se apresura a gran velocidad, espero a que se frene, pero no lo hace, por lo que alcanzo a hacerme a un lado, este, al pasar, me lanza por la velocidad del auto, el agua de un enorme charco que se estancaba en la esquina de la banqueta, el problema es que al hacerlo, al tratar de evitar que me atropellara, no me fijé y golpeé un poste de alumbrado público al lado de la carretera.
El golpe me aturde, mis oídos zumban, mi cabeza estalla hace que me queje del dolor.
—¡M****a! —escucho que el conductor grita.
Mientras a lo lejos, mi vista se enfoca en las placas del Lincon que se aleja a gran velocidad, es su culpa, tomo de inmediato mi celular para llamar la policía.
—Sí Senor, había un auto, un Lincon color marrón, iba a gran velocidad, es él quien ocasionó todo el accidente, si hubiera bajado un poco la velocidad, nada de esto hubiera pasado, memoricé sus placas y…Usted debió haberlo visto en la cámara de vigilancia.
Tras unos segundos de silencio, llega una respuesta del otro lado de la línea.
—No sé de qué me habla, señorita Prince, yo no vi nada.
¡Miente!
Dejo de lado por un segundo todo lo que me acaba de ocurrir, pero me es imposible olvidar el número de serie de las placas que se han clavado en mi memoria y que pienso hacer algo al respecto.
—Pero…
—Lo siento, señorita Prince, pero le daré un consejo—. Si es demasiado inteligente, olvidará las placas del Lincon marrón que vio, créame, no quiere problemas, usted no merece que se meta al infierno por un error.
Sin decir nada más, colgó, como si mis palabras no significaran nada para él o para alguien. ¡Esto no es justo!
ASHER
—Estás en el hospital, tuviste un infarto, abuelo, ¿cuántas veces tengo que decirte que no debes alejarte sin Ana?
—No es culpa de mi enfermera Ana, me decepcionaste tanto después de cortar la llamada. Tengo que visitar a tu abuela para quejarme, ella es la única que me entiende, aunque ya no esté, al menos me escucha. —intenta incorporarse—. Pero eso no es lo importante, quiero saber en dónde está la chica que me ayudó, antes de perder por completo la consciencia, la vi, escuchaba de lejos su voz desesperada, mezclada con la de los doctores.
No me interesa saber nada de nadie que solo haya ayudado a mi abuelo por dinero, no sería la primera vez que alguien actúa de ese modo, el año pasado, hicieron lo mismo con mi madre.
Un grupo de ladrones planearon asaltar a mi madre, mientras otro fingía que la ayudaba, todo para que le diéramos dinero. No dejaré que esta vez pase lo mismo.
—Abuelo…
La puerta se abre, al instante, mi prometida Eva entra con dos cafés y una sonrisa colgando de su rostro.
—¡Zorra, qué haces aquí, largo, largo, no quiero verte!
Frunzo el ceño.
—Abuelo, no voy a permitir que…
—¡No la quiero ver, ¿qué demonios hace aquí?!
Volvemos al punto de partida, desde que mi abuelo conoció a Eva y a su madre, no las aceptó, según sus palabras, ellas no son buenas personas, ellas solo quieren mi dinero, los millones de nuestra familia, pero lo que él no sabe es que en todos estos tres años que llevo junto a Eva, ella nunca me ha demostrado que es avariciosa, tengo pruebas de que no son lo que mi abuelo no se cansa de decir.
—¡Tú, malcriado, planeaste todo esto, justo cuando se avecina mi cumpleaños, eres un nieto horrible! —me apunta con el dedo.
Rechino los molares.
—En lugar de estar buscando a la chica que me salvó, te quedas aquí, parado, al lado de esta arpía que solo quiere tu dinero —ahora se enfoca en ella—. ¡Pero no lo voy a permitir, escucha bien, no voy a dejar que te quedes con ni un centavo de mi fortuna, de la herencia de los Van Doren, antes de que eso suceda, desheredo a mi nieto Asher!
Suficiente.
—Abuelo, Eva no busca el dinero ni la fortuna de la familia, y tienes que aceptar de una vez por todas, que ella es mi prometida, nos vamos a casar, te guste o no —esclarezco, sintiendo que el dolor se intensifica más y más con cada paso de los segundos.
—Hazlo y te vas a arrepentir toda tu vida, Asher —puntualiza mi abuelo.
Eva, sin poder aguantar más los desplantes de mi abuelo, sale corriendo de la habitación, con los ojos llenos de lágrimas, no importa lo que ella haga, al parecer mi abuelo y mi padre, están empeñados en no confiar en ella.
Intento seguirle el paso, sabiendo que va en dirección al estacionamiento, mi móvil suena una vez más, hasta atiendo de mala gana.
—Padre.
—Qué gusto saber que aun tienes tiempo para tu familia —ironiza.
—¿Puedo saber a qué se debe la llamada tan urgente?
—Solo para recordarte que mañana es la fiesta de cumpleaños de tu abuelo, no puedes faltar, así como también quiero que le evites cualquier tipo de disgusto.
—Eva vendrá, si eso es lo que quieres saber.
—No, no lo hará…
Cuelgo, odio que me quieran imponer las cosas como si fuera un niño pequeño, no lo soy, mi abuelo y mi familia ya deben aceptar la idea de que ella es quien será mi esposa, mi mujer y la futura madre de mis hijos.
Aparto todos esos pensamientos de mi cabeza, los mismos que son como el cáncer, para seguir con mi trabajo, para cuando son las siete de la noche, me voy a mi departamento, uno al que no tarda en llegar Bryson.
—Si que te han puesto una demanda por intento de atropello, pero tranquilo, ya lo he arreglado, es algo que no procede —se sirve un trago y termino el mío—. Lo que si te va a sorprender, es la mujer que lo ha hecho, adivina cómo es que se llama quien te ha puesto la demanda.
Le miro mal.
—No tengo tiempo para jugar a las adivinanzas.
—Qué mal genio tienes.
—No fue un día especialmente bueno.
—Da igual —se encoge de hombros—. Puede que esto te cause más molestias de las que debería ahora.
Y diciendo esto, desliza sobre el escritorio una carpeta que no tardo en abrir, en ella hay dos documentos con la información de la mujer que me ha demandado, y al leer el nombre, me sorprendo, levantando la mirada, buscando que no me haya estado volviendo loco las últimas horas.
—Así es —dice Bryson.
—Joder —gruño.
—Holly Prince, es la misma mujer que te ha demandado, y la misma persona que ayudó a tu abuelo.
Tenso el cuerpo, lo sabía, seguro sabe que los Van Doren somos millonarios y busca la manera de sacarnos dinero, es una interesada como el resto de las mujeres que han hecho los mismos movimientos, pero no voy a permitir que lo haga, no se saldrá con la suya.
Observo y leo toda la información que hay de ella, hasta que Bryson rompe el silencio.
—Y bien ¿qué piensas hacer?
Levanto la mirada, memorizando cada rasgo del rostro de Holly Prince.
—Hacer que se arrepienta de haberse cruzado en mi camino.
—Y con esto, hago un par de llamadas al hospital en el que trabaja, y que para su mala suerte, es el mismo del que soy dueño, al ser el mayor y único accionista mayoritario de dicha institución médica, todo lo que me dicen concuerda con la información que Bryson me dio.
—Ella es una de nuestras mejores pasantes en cirujano —dice una de las subdirectoras—. ¿Hay algún problema con la señorita Prince, señor Van Doren?
—Lo hay, quiero que la despidas.
HOLLYDebido a tantas cosas que están sucediendo hoy, no puedo acudir al apartamento que esta en alquiler. El agente inmobiliario me envió un mensaje diciendo que el propietario de repente cambió de opinión y decidió vender la casa y no alquilarla, pero que podía concertar una cita para ver otras casas. Suspiré. No sólo me lastimé en la caída, sino que también estaba muy endeudada y tuve que arrastrar mi cuerpo exhausto de regreso a la casa de mi hermana Polly. Toco, Polly abre la puerta. —Holly, te ves muy triste ¿Qué pasó? ¿Estás herida? Dios mío... —Está bien, me caí, es solo hinchazón, no hay fractura. —Debería acompañarte a visitar la tumba. ——Está bien Polly. —Lionel...no volverá esta semana, pero veo que estás preocupada ¿Desde cuándo dejaste de contarme todo? No puedo molestarla por cuestión del dinero, así que no le digo que vacié mi billetera por pagar la factura para un anciano desconocido y he tenido un accidente automovilístico, ella no puede preocuparse por mí.
Laena suelta un largo suspiro. —Al parecer mi hermano no te ha contado, mi padre fundó el hospital Reverie Gold, pero contrató a la gente equivocada para administrar las acciones, por lo que no hubo un buen funcionamiento, estábamos por caer en banca rota, así que papá se vio obligado a vender las acciones a otra persona, y ese es el señor Van Doren —me explica con aire nostálgico—. Su nieto, es el mayor accionista, dueño de prácticamente todo el hospital, es un hombre frío, calculador y déspota, créeme, no querrás aparecer nunca en su radar. —Parece que describes a alguien sin corazón. —Es que no lo tiene, dudo que haya nacido con uno siquiera, escucha bien, si apareces en su camino, lo mejor que puedes hacer, es desaparecer o él acabará contigo —finaliza. Después de esto, no tengo ninguna curiosidad en conocer al nieto del señor Van Doren, suena a una mala persona, por otro lado, saber que cuando ingresé al hospital el año pasado, Mason era el hijo del dueño, me hace pensar que
El anciano merma el espacio entre los dos, atrayendo toda la atención, lo recuerdo bien, es el mismo anciano que salvé en el cementerio, parece más repuesto que la última vez que lo vi, cosa que me deja más tranquila, debido al exceso de trabajo, ya no puede preguntar sobre él, deseando que hubieran localizado a su familia, ahora veo que sí lo hicieron. Laena permanece a mi lado con la boca abierta, nadie aparta la mirada del intercambio que hacemos, pero eso no es todo, al fondo, una presencia casi siniestra se acerca, imponente, poderoso, inalcanzable, las personas incluso se apartan sin que él lo pida, como el mar a Moisés. Su nieto, quien al llegar a nosotros, siento cómo me clava su fría y verde mirada, lanzándome filosas y envenenadas dagas al pecho, me recorre de arriba abajo, pero no hay ni una sola piza de empatía, no, hay algo más, odio, repugnancia, destrucción y un aire asesino, él… huele a muerte. Aparto mi atención de él y me concentro en el anciano, quien toma mis ma
Doy un respingo y casi me atraganto con la sopa, pido una disculpa y me limpio las comisuras de mis labios con una servilleta. Al girar, el alma se me cae a los pies, Asher Van Doren me está fulminando de un modo casi sobrehumano, con la mirada, va de hito en hito hacia su abuelo para luego tensar la mandíbula con tanta fuerza, que la presión me resulta casi dolorosa. —Yo… —¡Ah, aquí está! —exclama Laena a mi lado, poniéndose de pie. Levanto la mirada y me sorprende ver a Mason, vestido elegante, aunque con la corbata mal anudada, su pecho sube y baja debido a la agitación, su cabello parece ligeramente alborotado. —Siento la tardanza —me saluda con un beso en la mejilla, algo que nunca hace cuando nos vemos en el hospital, luego se dirige hacia el anciano—. Feliz cumpleaños, señor Van Doren. —¡Pero si es el hijo de Carlo y Erandi Raymond! —la sonrisa del viejo se ensancha—. Me alegra verte a ti y a tu hermana en este día. ¿Cómo se encuentra tu padre? —En una cirugía en Londres,
HOLLYMi corazón late con fuerza mientras me aparto del balcón. —Eres demasiado imprudente Eva, ¿qué no te das cuenta de que hay cámaras por todas partes? —la suelta de golpe—. ¡Si la lastimas, no podré volver a defenderte de mi abuelo! El rostro de la pelirroja palideció. Luego comenzó a aflojar su cuerpo hasta que sus ojos se inundaron de agua. —Solo quiero estar contigo, y esta mujer me dijo que hará todo para que te cases con ella, y no conmigo —miente saliendo corriendo en medio de sollozos. —Yo no dije eso… —mi voz está rota. Asher Van Doren voltea a verme, mermando el espacio entre los dos, apenas y nuestros cuerpos se rozan, pero su presencia impone, hace que me tiemblen las piernas. —Señorita Prince, no importa lo que haga, sé cuáles son sus verdaderas intenciones, puede engañar a mi abuelo, incluso a mi padre, pero no a mí —su aliento a menta mezclado con un ligero toque de vino, pica mi nariz—. Yo veo quién eres en realidad, Holly Prince, te has interpuesto en mi cami
HOLLYHa pasado una semana en la que he estado viviendo la peor pesadilla, no solo por el hecho de que me encuentre temerosa cada que voy a trabajar al hospital, sino, porque ahora que sé que los Van Doren son dueños del Hospital Reverie Gold, temo que me despidan, el viejo Sebastián fue amable al haberme dado esa cantidad de dinero, misma que usé para pagarle el dinero que le debía a mi cuñado Lionel. Y por supuesto, lo que me prestó Mason, aunque al final no lo quiso aceptar. Cuando Polly se enteró que me iba a mudar, lloró, palideció, y trató de convencerme de que era una mala idea, pero no es así, al final, me dejó ir a regañadientes, sin embargo, dejé un cheque con quinientos dólares para los gastos de manutención y renta de la casa, lo demás, lo alcé en una cuenta bancaria para poder devolverlo al viejo, si es que lo encuentro, ya que es difícil tener acceso a esa familia, así que ahora llevó viviendo una semana en la casa que he rentado. Pagando por adelantado seis meses más.
HOLLY Cuando termino la llamada con mi hermana, la dejo siendo un manojo de nervios y un mar de llanto, ahora, estoy segura de que mi cuñado se va a desquitar con ella, Asher Van Doren me odia por las razones equivocadas y lo tiene que saber, no puedo permitir que arrastre a mi familia a su plan maquiavélico por destruirme. Soy consciente de que sigue hablando, atendiendo a cada uno de los que llegan a hacerle preguntas sobre el funcionamiento del nuevo sistema, y en qué se basarán para el despido, él dice que nos entregaran una serie de reglas que debemos acatar, con contratos firmados para asegurar que estamos cumpliendo nuestra parte. Cosa que me parece completamente absurda, dadas las circunstancias. “Él es tan guapo” Escucho que hablan de él, a mi alrededor, todas las doctoras y las enfermeras, lo miran como si fuera un Dios, solo yo lo veo por lo que es; un monstruo con poder de aplastar a cualquiera de nosotros, con solo chasquear los dedos. “Escuché que tiene prometid
HOLLYPara cuando despierto, todo sigue oscuro, los recuerdos hacen que la cabeza me duela, me toma un par de segundos para que mi visión se acople a la oscuridad, me encuentro recargada sobre uno de los costados del elevador, remojo mis labios y al levantar la vista, me encuentro con los ojos asesinos de Asher Van Doren sobre mí. Él permanece quieto, delante de mí, observándome como si fuera una especie de bicho raro que él ha encontrado.—Señor Van Doren… —mi voz es pastosa.Intento incorporarme, pero todo me da vueltas, a las afueras escucho cierto sonido, voces chocando entre sí, alegatos y el ruido de una máquina.—¿Qué es lo que sucede?—¿Además de desmayarte por incompetente? El elevador tuvo una falla, en cuanto salga, mandaré a que revisen todas las instalaciones, al parecer, los Raymond no hicieron un buen trabajo en todos estos años —sisea en tono hosco.Me he desmayado, seguro es porque no he probado alimento, últimamente he tenido mala suerte, desde que aparecí en el rada