HOLLY
Debido a tantas cosas que están sucediendo hoy, no puedo acudir al apartamento que esta en alquiler.
El agente inmobiliario me envió un mensaje diciendo que el propietario de repente cambió de opinión y decidió vender la casa y no alquilarla, pero que podía concertar una cita para ver otras casas.
Suspiré. No sólo me lastimé en la caída, sino que también estaba muy endeudada y tuve que arrastrar mi cuerpo exhausto de regreso a la casa de mi hermana Polly.
Toco, Polly abre la puerta.
—Holly, te ves muy triste ¿Qué pasó? ¿Estás herida? Dios mío...
—Está bien, me caí, es solo hinchazón, no hay fractura.
—Debería acompañarte a visitar la tumba.
——Está bien Polly.
—Lionel...no volverá esta semana, pero veo que estás preocupada ¿Desde cuándo dejaste de contarme todo?
No puedo molestarla por cuestión del dinero, así que no le digo que vacié mi billetera por pagar la factura para un anciano desconocido y he tenido un accidente automovilístico, ella no puede preocuparse por mí.
Termino por contarle todo lo que ha sucedido con respecto a la fiesta de cumpleaños del viejo Van Doren, no tengo mucha información acerca de esa familia, ella se emociona.
—Ese doctor muere por ti —me da un ligero codazo.
Sin embargo, frunzo el ceño por el dolor. No puedo decir nada sobre el accidente. Menos mal no se fija en mi.
—Lo recuerdo, iba contigo en la universidad, aunque es mayor que tu, nunca olvidaré la forma en la que te miraba, parecía que iba a estallar en cualquier momento —comenta.
Niego con la cabeza.
—No, no es eso, somos colegas, y él es ahora mi jefe.
Ceno con ella y con mis sobrinos, hasta que le ayude a fregar los platos y a poner a dormir a mis sobrinos, no importa lo que ella dice, mi cabeza no deja de dar vueltas al mismo tema, tengo que encontrar la manera de solucionar esto, tengo que encontrar un departamento que pueda pagar, el miedo de volver a ver mi hermana golpeada por Lionel me acelera el ritmo cardiaco. Tengo que mudarme lo mas pronto posible.
Me doy una ducha, me hago un cambio de ropa y enseguida salgo con sigilo de que ella no me pueda escuchar. Necesito quedarme tranquila así que me bajo de las escaleras y doy un paseo por el patio.
Cuando mi móvil suena, es Mason.
—Hola…
—Holly, lo siento mucho, me temo que no podré ir mañana a la celebración. Me surgió una nueva cirugía que tendrá todo mi tiempo.
No debería, pero me alegro un poco, no me gustan mucho esa clase de eventos, mucho menos si estaré rodeada de pura gente millonaria con la que nunca tendré relación.
—Entiendo…
Estoy caminando por la acera, de fondo escucho que una bocina de hospital le llama.
—Lo sé, pero aun quiero que vayas.
Me detengo.
—¿Qué? Pero si tú no vas a ir…
—Mi hermana —me interrumpe con rapidez—. ¿La recuerdas?
Claro que lo hago, solo me habló de ella en una ocasión, aunque no la conozco en persona.
—Sí.
—Laena tiene mucha ilusión de poder ir, nuestros padres están fuera, en el extranjero, y estarán de regreso en unas dos semanas, me gustaría que la acompañarás, le haría bien tener una amiga, la tenemos demasiado malcriada.
Respiro con profundidad, no puedo negarme.
—Ella todavía es menor de edad, por lo que tiene prohibido tomar, como sea, no sabes lo mucho que te lo agradecería.
—Tranquilo, estaremos bien.
—Confío en ti, Holly, eres la persona más responsable que conozco, ojala aprenda algo de ti mi hermana.
Y con esto colgamos, cuando regreso a casa, escucho a mi hermana sollozando a solas en su habitación, no hago nada, sé que odiaría que la viera frágil, ella siempre ha querido ser la hermana mayor fuerte, pero es más delicada que yo. Cuando llega la noche, me encierro en mi habitación, escuchando cómo ella discute con Lionel por teléfono. Hasta que cerrando los ojos, sabiendo que esta pesadilla estará pronto acabada, me pierdo en mi sueño.
A la mañana siguiente, voy a trabajar, Mason me da algunas instrucciones para que vaya a su casa, en donde Laena me estará esperando, quiere que me arregle con su hermana, saliendo de trabajar, le mando un mensaje a mí hermana, avisando en dónde estaré.
Al llegar a la propiedad de los Raymond, me quedo admirando la delicada y colonial estructura con la que está hecha, es más grande y hermosa de lo que pensé, una pequeña mansión, camino hasta la entrada, y antes de tocar el timbre siquiera, la puerta se abre de par en par.
Una chica menudita, delgada, en forma, de cabello largo y oscuro como el de Mason, que le cae en ondas por encima de los hombros, de rasgos finos, ojos enormes y azules como el cielo, con un iris negro que le adorna, ligeras pecas, sale con una sonrisa que va de oreja a oreja.
Ella es demasiado hermosa, parece una pequeña muñequita salida de una tienda colonial de época.
—Hola… soy Holly Prince…
Ella se me abalanza y me envuelve entre sus brazos.
—¡Por Dios, eres más hermosa de lo que me contó Mason!
Me pierdo en el aroma de su perfume caro, hasta que dice:
—Me alegra que tú seas la novia de mi hermano.
—¿Qué?
Me quedo anonadada, viendo como Laena Raymond, la hermana menor de mi jefe; Mason, no deja de parlotear acerca del evento, algo que no me tiene muy entusiasmada, sin embargo, coloco en mi rostro la mejor máscara de felicidad genuina que tengo, mordiéndome el labio inferior cada tanto que quiero decir algo.
—Sabes, eres demasiado hermosa —dice ella.
Tiene diecisiete años, en el poco tiempo que la he escuchado hablar y hablar, se me han agotado todas las fuerzas.
—Gracias —susurro en respuesta.
—Nada de “gracias” es lo que es, cuando Mason dijo que eras la mujer más hermosa que ha visto en la vida, pensé que estaba loco o que exageraba, pero mírate —abre los ojos como platos.
Al parecer, mi jefe le dejó ciertas instrucciones a su pequeña hermana, y una de esas era un vestido azul oscuro, con un ligero tul, la falda me llega por encima de la rodilla, y el escote es cuadrado pero resalta mis pechos, tacones dorados que me hacen ver más alta y por ende mi figura más esbelta de lo que ya es. Incluso ha arreglado mi cabello castaño con destellos rubios para que este caiga en ondas por mis hombros.
Y el maquillaje… jamás me había visto tan… sexy. El delineado negro que me hizo, resalta aún más el color gris natural de mis ojos.
—Es una lástima que mi hermano no pueda venir a verte.
El sonido de un clic hace que salga de mi ensoñación. Cuando levanto la mirada, me doy cuenta de que me ha tomado una foto.
—Disculpa…
—Oh, tranquila, es solo para el recuerdo —sonríe con malicia mientras teclea algo—. Y para que a alguien le dé un infarto esta noche por no venir.
Esto último lo dice en un tono demasiado bajo, espabilo, observo la hora que marca el reloj colgado en una de sus paredes y la apresuro a marcharnos, ella no se cansa de decirme que vamos bien con el tiempo, pero entre más rápido lleguemos, más rápido nos vamos del evento, quisiera salir corriendo, pero Mason fue amable al prestarme el dinero, por lo que empujo mi cobardía hasta el fondo.
Para cuando llegamos, me quedo sin habla, la enorme construcción que se presenta frente a mí, es mil veces más hermosa que la de los Raymond, rodeada por un hermoso y frondoso jardín, con estatuas griegas a las esquinas y una fuente.
—Es hermoso —musito por lo bajo.
—Lo sé, la familia Van Doren, nada en dinero —añade Laena con un tono de resentimiento en la voz.
La observo de soslayo, es una chica hermosa, pero ahora mismo, parece igual de intimidada que yo, envuelve su brazo en el mío cuando comenzamos a andar, lo que hace que sienta una punzada de pena por ella.
—Tranquila, todo irá bien —intento sonar lo más tranquila posible.
Es imposible, ya que en seguida me doy cuenta que conforme avanzamos a la entrada, los escalones hacen que la tela de mi vestido se eleve y robamos algunas miradas indiscretas de los hombres presentes. Llegando a la entrada, un hombre de traje nos pide los nombres, se los damos y enseguida nos deja pasar una vez que revisa su lista virtual en el iPad.
—Ojalá tuviera una hermana como tú, mi hermano no me presta mucha atención en esta clase de cosas —murmura mirando a todos lados como si estuviera esperando ver a alguien.
—Tu hermano es un buen hombre, y el mejor médico cirujano que conozco.
—Lo sabía.
—¿Qué?
—Te gusta.
Me detengo en seco y la miro como si le hubieran salido dos cabezas.
—Mason es mi jefe, no hay nada romántico entre los dos, nunca lo habrá…
—Lo que tú digas —le da poca importancia a mi comentario.
Caminando entre la gente, escucho a un par de señoras a nuestra izquierda, al tiempo que Laena se detiene para tomar un par de bocadillos.
“Te lo dije, dicen que el viejo Van Doren sufrió de un ataque en el corazón”
“Pero está vivo, así que no hay nada de qué preocuparse”
“No se perdería su cumpleaños, está por allá, vamos”
Eso me hace recordar al anciano que salvé ayer por la mañana, espero que se encuentre bien y que hayan podido localizar a su familia.
—La gente es una pesada —se acerca Laena con ojos filosos.
—¿Por qué dices eso?
Miro en la misma dirección que ella lo hace, dándome cuenta de que se trata de un grupo de mujeres que ven hacia nuestra dirección, clavando sus fríos ojos sobre ella en específico.
—Arpías.
—¿Por qué te miran así?
Laena suelta un largo suspiro. —Al parecer mi hermano no te ha contado, mi padre fundó el hospital Reverie Gold, pero contrató a la gente equivocada para administrar las acciones, por lo que no hubo un buen funcionamiento, estábamos por caer en banca rota, así que papá se vio obligado a vender las acciones a otra persona, y ese es el señor Van Doren —me explica con aire nostálgico—. Su nieto, es el mayor accionista, dueño de prácticamente todo el hospital, es un hombre frío, calculador y déspota, créeme, no querrás aparecer nunca en su radar. —Parece que describes a alguien sin corazón. —Es que no lo tiene, dudo que haya nacido con uno siquiera, escucha bien, si apareces en su camino, lo mejor que puedes hacer, es desaparecer o él acabará contigo —finaliza. Después de esto, no tengo ninguna curiosidad en conocer al nieto del señor Van Doren, suena a una mala persona, por otro lado, saber que cuando ingresé al hospital el año pasado, Mason era el hijo del dueño, me hace pensar que
El anciano merma el espacio entre los dos, atrayendo toda la atención, lo recuerdo bien, es el mismo anciano que salvé en el cementerio, parece más repuesto que la última vez que lo vi, cosa que me deja más tranquila, debido al exceso de trabajo, ya no puede preguntar sobre él, deseando que hubieran localizado a su familia, ahora veo que sí lo hicieron. Laena permanece a mi lado con la boca abierta, nadie aparta la mirada del intercambio que hacemos, pero eso no es todo, al fondo, una presencia casi siniestra se acerca, imponente, poderoso, inalcanzable, las personas incluso se apartan sin que él lo pida, como el mar a Moisés. Su nieto, quien al llegar a nosotros, siento cómo me clava su fría y verde mirada, lanzándome filosas y envenenadas dagas al pecho, me recorre de arriba abajo, pero no hay ni una sola piza de empatía, no, hay algo más, odio, repugnancia, destrucción y un aire asesino, él… huele a muerte. Aparto mi atención de él y me concentro en el anciano, quien toma mis ma
Doy un respingo y casi me atraganto con la sopa, pido una disculpa y me limpio las comisuras de mis labios con una servilleta. Al girar, el alma se me cae a los pies, Asher Van Doren me está fulminando de un modo casi sobrehumano, con la mirada, va de hito en hito hacia su abuelo para luego tensar la mandíbula con tanta fuerza, que la presión me resulta casi dolorosa. —Yo… —¡Ah, aquí está! —exclama Laena a mi lado, poniéndose de pie. Levanto la mirada y me sorprende ver a Mason, vestido elegante, aunque con la corbata mal anudada, su pecho sube y baja debido a la agitación, su cabello parece ligeramente alborotado. —Siento la tardanza —me saluda con un beso en la mejilla, algo que nunca hace cuando nos vemos en el hospital, luego se dirige hacia el anciano—. Feliz cumpleaños, señor Van Doren. —¡Pero si es el hijo de Carlo y Erandi Raymond! —la sonrisa del viejo se ensancha—. Me alegra verte a ti y a tu hermana en este día. ¿Cómo se encuentra tu padre? —En una cirugía en Londres,
HOLLYMi corazón late con fuerza mientras me aparto del balcón. —Eres demasiado imprudente Eva, ¿qué no te das cuenta de que hay cámaras por todas partes? —la suelta de golpe—. ¡Si la lastimas, no podré volver a defenderte de mi abuelo! El rostro de la pelirroja palideció. Luego comenzó a aflojar su cuerpo hasta que sus ojos se inundaron de agua. —Solo quiero estar contigo, y esta mujer me dijo que hará todo para que te cases con ella, y no conmigo —miente saliendo corriendo en medio de sollozos. —Yo no dije eso… —mi voz está rota. Asher Van Doren voltea a verme, mermando el espacio entre los dos, apenas y nuestros cuerpos se rozan, pero su presencia impone, hace que me tiemblen las piernas. —Señorita Prince, no importa lo que haga, sé cuáles son sus verdaderas intenciones, puede engañar a mi abuelo, incluso a mi padre, pero no a mí —su aliento a menta mezclado con un ligero toque de vino, pica mi nariz—. Yo veo quién eres en realidad, Holly Prince, te has interpuesto en mi cami
HOLLYHa pasado una semana en la que he estado viviendo la peor pesadilla, no solo por el hecho de que me encuentre temerosa cada que voy a trabajar al hospital, sino, porque ahora que sé que los Van Doren son dueños del Hospital Reverie Gold, temo que me despidan, el viejo Sebastián fue amable al haberme dado esa cantidad de dinero, misma que usé para pagarle el dinero que le debía a mi cuñado Lionel. Y por supuesto, lo que me prestó Mason, aunque al final no lo quiso aceptar. Cuando Polly se enteró que me iba a mudar, lloró, palideció, y trató de convencerme de que era una mala idea, pero no es así, al final, me dejó ir a regañadientes, sin embargo, dejé un cheque con quinientos dólares para los gastos de manutención y renta de la casa, lo demás, lo alcé en una cuenta bancaria para poder devolverlo al viejo, si es que lo encuentro, ya que es difícil tener acceso a esa familia, así que ahora llevó viviendo una semana en la casa que he rentado. Pagando por adelantado seis meses más.
HOLLY Cuando termino la llamada con mi hermana, la dejo siendo un manojo de nervios y un mar de llanto, ahora, estoy segura de que mi cuñado se va a desquitar con ella, Asher Van Doren me odia por las razones equivocadas y lo tiene que saber, no puedo permitir que arrastre a mi familia a su plan maquiavélico por destruirme. Soy consciente de que sigue hablando, atendiendo a cada uno de los que llegan a hacerle preguntas sobre el funcionamiento del nuevo sistema, y en qué se basarán para el despido, él dice que nos entregaran una serie de reglas que debemos acatar, con contratos firmados para asegurar que estamos cumpliendo nuestra parte. Cosa que me parece completamente absurda, dadas las circunstancias. “Él es tan guapo” Escucho que hablan de él, a mi alrededor, todas las doctoras y las enfermeras, lo miran como si fuera un Dios, solo yo lo veo por lo que es; un monstruo con poder de aplastar a cualquiera de nosotros, con solo chasquear los dedos. “Escuché que tiene prometid
HOLLYPara cuando despierto, todo sigue oscuro, los recuerdos hacen que la cabeza me duela, me toma un par de segundos para que mi visión se acople a la oscuridad, me encuentro recargada sobre uno de los costados del elevador, remojo mis labios y al levantar la vista, me encuentro con los ojos asesinos de Asher Van Doren sobre mí. Él permanece quieto, delante de mí, observándome como si fuera una especie de bicho raro que él ha encontrado.—Señor Van Doren… —mi voz es pastosa.Intento incorporarme, pero todo me da vueltas, a las afueras escucho cierto sonido, voces chocando entre sí, alegatos y el ruido de una máquina.—¿Qué es lo que sucede?—¿Además de desmayarte por incompetente? El elevador tuvo una falla, en cuanto salga, mandaré a que revisen todas las instalaciones, al parecer, los Raymond no hicieron un buen trabajo en todos estos años —sisea en tono hosco.Me he desmayado, seguro es porque no he probado alimento, últimamente he tenido mala suerte, desde que aparecí en el rada
HOLLYMe congelo con las palabras que brotan de la garganta de Asher Van Doren, y que se deslizan por sus labios como un veneno que disfruta lanzar a sus víctimas. Dejo de respirar, es como si el tiempo se hubiera detenido.—No le preste atención, señorita Prince, mi nieto solo está bromeando —interrumpe Sebastián, en medio de una risa sincera, pero al mismo tiempo, lanzándole una mirada amenazante a su nieto.Asher no les presta la mínima atención, de hecho, sus ojos siguen fijos en mí, como navajas listas para tajarme el cuello, sigo sin creer que me odie tanto, no le he hecho ningún daño. Sebastián es quien se acerca a nosotros con paso lento pero decidido.—No tenía idea de que ustedes dos…Recupero el aliento.—No —ambos decimos al unísono.Mason me mira de una manera extraña, y es él quien responde.—La señorita Prince es mi subordinada, como le dije, soy su jefe.—Es que los vi muy atentos el uno con el otro, no me lo tomen a mal, solo es curiosidad, soy un hombre que sé recono