Capítulo 37

Lia se detuvo en la discusión de su hermana cuando escuchó un golpe seco, como si algo se hubiese roto.

Giró su cabeza de inmediato a la zona de la terraza, y su cuerpo entró en una evidente tensión cuando detalló a Said en una postura extraña.

—Esto es… incomprensible Lia… no puedes enamorarte de alguien en unos días… ¡Tú te has vuelto loca! —Anne siguió la retahíla, pero ella había perdido el norte viendo como el rostro de su esposo se veía tan tenso que parecía que se le iban a salir las venas.

Y se preocupó mucho.

«¿Qué estaba ocurriendo?»

Pudo evidenciar que varios de sus hombres llegaron a él para comprobar su estado, y su impresión pasó a una preocupación mayor.

—Espera, hermana… creo que debo ir a la ter

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