—Ella necesita un poco de sangre… aunque la bala no tocó ningún órgano, su condición es frágil… pero tranquilo señor, tenemos un banco de sangre que…
—No… —Said irrumpió la conversación del médico—. Ella es o+, ¿no es así?
El doctor asintió no entendiendo nada, pero aun así, prestó atención al mandatario.
—Quiero que ella tome mi sangre… no quiero que la obtenga de alguien más… quiero que usen la mía…
—Ammm, claro… solo que… usted puede…
—No importa nada… y hagámoslo rápido…
El médico asintió llamando al personal indicado, y luego de que le dio las instrucciones, atendieron la petición del Emir al pie de la letra.
Unos minutos más tarde, él sali&
Lia podía escuchar algunos susurros, su nariz inhaló un olor muy parecido al café, mientras su cabeza se estaba adaptando en el intento de abrir sus ojos.Parpadeó despacio para ver imágenes borrosas que, poco a poco, estaban apareciendo nítidas ante su visión.Sin embargo, ella pensó que aún estaba en un sueño profundo porque su primera visión, fue encontrar a Anne con un vaso de cartón en sus manos que centellaba humo, y, además, Ian estaban detrás de ella con las manos en sus hombros.La imagen le produjo una sonrisa mientras negó. —Estoy soñando… lo imposible… —pero cuando susurró las palabras, pudo ver como de forma agitada, Anne levantó la mirada y la detalló con terror y algo de emoción en su rostro.La sonrisa de Lia se desvaneció al instante cuando vio que su
—No me separes de él… es mi hijo también… —Lia apretó la mandíbula duramente cuando escuchó esas palabras.—Tú pensaste que no… —ella trató de apartar la mano de su vientre, pero Said no se lo permitió, sino que afianzó más su toque haciendo que ella se estremeciera completamente—. Said… basta…—Fui engañado, Lia… tú… no sabes nada de lo que ha pasado.Ella se quedó mirándolo por unos largos segundos, y luego negó.—Pero no por mí… nunca te engañé, siempre estuve allí para ti, sin pensar en mí, siempre en ti… vine a este país y solo confié en ti, yo te amé ciegamente, Said, y todo lo que me decías era sagrado para mí. Tú decidiste hacerme a un lado, a pesar de todo lo que h
—Esto es… una cosa de locos, debo admitirlo —Lia sonrió sentada en su cama al ver a su hermana rondando la habitación, que en un pasado había compartido con Said.Estaba terminando de recoger alguna de sus cosas que no se llevó la vez pasada por cuestión de rapidez, cuando había tratado de huir, pero ahora que lo pensaba, tampoco era mucho lo que ella tenía aquí.—¿Vas a llevarte las joyas y cosas así? —Anne se giró para cruzarse de brazos frente a ella, esperando una respuesta, y Lia negó rápidamente.—No… solo mi ropa, zapatos y algunas cosas que traje cuando vine aquí… no será mucho.Anne pareció dudarlo por un momento, y de forma sigilosa se sentó a su lado.—¿Este hombre no te dará nada para el bebé? Bien… de todas formas no lo necesitamos.
—Me han dado una especie de permiso especial… aunque en unas semanas regresaré a los vuelos concurrentes…—No te detengas por mí… estaré bien… —cuando Anne escuchó a Lia, dejó de doblar unas cobijas delante de ella, y se sentó en los pies de la cama.—No me gusta verte triste. Creo que piensas que soy feliz porque has dejado a ese hombre, pero no es esto lo que pienso… Lia… arrastró a un hombre hasta que quedó sin piel, esto no es solo un hombre malo, es un hombre cruel… un…Lia levantó la palma mientras negó.—No necesito que me repitas todo esto cada dos días, Anne… Sé quién es Said.Anne bajó la mirada y luego vio su vientre descubierto que, en el día de hoy, estaba cumpliendo cuatro meses de embarazo. Ahora se podía notar mucho más.
Cuando su teléfono vibró con intensidad a su lado, el corazón de Said saltó como nunca, y se giró para encontrar el número que esperaba que lo llamara. Deslizó su dedo por la pantalla y caminando hacia la terraza, vio como la vista de Londres se deslumbraba ante sus ojos.Estaba en el último piso de un gran edificio, y toda la planta entera estaba a su disposición.—¿Sí?—Señor… ella ha aceptado… ahora mismo estoy esperándola en el estacionamiento de su edificio.El aire salió pesadamente de su cuerpo y luego aspiró uno, que le pareció limpio y liviano, producto de la respuesta que recibía.—Perfecto… ¿Cómo? ¿Cómo se veía ella?—Creo que nerviosa… pero feliz…—Bien… llámame cuando vengan en camino.
Eran las cuatro de la mañana cuando la risa de Lia volvió a resonar por toda la habitación, y Said no pudo evitar volver a ensanchar su boca negando hacia ella, y delineando su perfecto rostro con los dedos.—No importa que me odie… lo merezco…—No te odia —respondió Lia sentándose en la cama—. Ella es así… es un poco difícil, pero cuando ella te deja entrar, es maravillosa.Said alzó los hombros.—Es Ian el que debe preocuparse por eso… Yo solo tengo ojos para mi habibi…Lia volvió a reír y luego llevó las manos a ese preciso rostro que se veía más bello que nunca para ella.—¿Te has dado cuenta de que no hemos cenado? Somos unos irresponsables con nuestro bebé…Él apretó la mandíbula y luego llevó su mano a su vientre complet
—No llores por favor… —Anne hizo un puchero mientras se limpió las lágrimas y luego negó.—Solo imagino que tendremos kilómetros que nos separaran todos los días…—Anne… sabes que nada más debes hablar y mandaré por ti… —esta vez fue Said quien interrumpió y Anne le envió una mirada dura.—Pero no es lo mismo… —Lia se mordió el labio ante la tensión y luego negó, pero antes de que pudiera decir alguna cosa, Said volvió a intervenir.—No tienes que hablarlo conmigo si no quieres, Lia puede encargarse de darte un buen puesto en Kuwait, y yo no tendré nada que ver en ello.Los ojos de Anne se abrieron y luego miró a Lia como si quisiera gritar de la frustración.—Amor… creo que, es mejor que me despida de mi hermana, a solas.Said so
—Señor… su entrevista es a las cinco, a la una tiene una comida con el ministro de exteriores, y… al finalizar la tarde, exactamente a las seis, debe reunirse con unos miembros del consulado de EE.UU.…Said asintió terminando de firmar unos papeles que Nasser le había pasado anteriormente, y luego soltó el aire ante la pesadez que sentía su cuerpo.Pudo notar la sonrisa de su primo mientras negaba, entonces su ceño se profundizó, queriendo saber por qué sonreía en medio de tanto trabajo.Él hizo un ademán a su secretario general, que Lia entrevistó con mucho esmero para el puesto, y luego de que la puerta se cerrara, echó su cuerpo hacia atrás, apretando su cuello y observando detenidamente a su primo.—¿Qué te hace gracia? —Nasser amplió más su sonrisa ante su pregunta seria.&md