Capitulo 43

Semanas después.

El atelier de Rosa Clará era un remolino de emociones. Telas de seda y encaje se extendían sobre las mesas, mientras que alfileres y patrones colgaban de los maniquíes como fantasmas de vestidos. Jazmín, con su sonrisa radiante, ayudaba a Valentina a probarse el vestido de novia.

—¡Te ves espectacular! —exclamó Jazmín, sus ojos brillaban de emoción—. Benjamín va a quedar sin aliento.

Valentina se miró al espejo, un rubor tiñendo sus mejillas. El vestido, un diseño exclusivo de Rosa Clará, era una obra de arte en sí mismo. El encaje chantilly se ajustaba a su figura como una segunda piel, mientras que la falda de tul de seda caía en cascada hasta el suelo.

—Es perfecto —susurró Valentina, sus ojos llenos de lágrimas—. Siempre soñé con casarme con un vestido así.

—Y lo harás —dijo Jazmín, abrazándola con fuerza—. Mi hermano es un hombre afortunado.

—Y yo soy la mujer más afortunada del mundo —respondió Valentina, sus ojos brillaban de felicidad.

Las dos mujeres pasaron
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