Capitulo 42

El sol romano se filtraba por las ventanas del restaurante, tiñendo de dorado el lugar donde Valentina y Benjamín compartían un último desayuno junto a su familia. El aroma a café recién hecho se mezclaba con la melancolía que flotaba en el aire.

—¿Estás bien, mi amor? —Preguntó Benjamín, su voz cargada de incertidumbre.

Valentina asintió, una sonrisa triste en sus labios. Le dolía que ese viaje no haya sido como ella se lo esperaba.

—Me entristece no haber disfrutado al máximo este viaje, —dijo ella, melancólica.

Benjamín le tomó la mano y la acaricio, besando su torso par darle ánimos.

Roma, la ciudad que los había acogido durante días, se había convertido en un recuerdo agridulce. Sus calles empedradas, sus plazas llenas de historia, sus atardeceres de ensueño... todo quedaría atrás. Pero su hogar los llamaba, la tierra donde habían nacido, donde sus raíces se aferraban con fuerza.

—Hija, vamos al cementerio. —Le pidió Laura

—Ve, amor, Valerio y yo daremos una última vuelta por l
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