Dalia Davis Nunca pensé que estaría rodeada de este tipo de personas. Cada vez que mis ojos lograban moverse en algún punto de la sala las caras familiares que observaba en la televisión me recibían.Aliados de políticos, mujeres importantes. Incluso la esposa de un senador estaba del otro lado de la mesa con un vaso de cristal con un líquido ambarino que claramente era algún whiskey caro.No me sentía fuera de lugar. Con la ropa que llevaba cualquiera podría confundirme con una de esas mujeres.Lo que me hacía sentir incómoda era el objeto en mi interior. Aunque daba gracias a dios porque Khail me había dado un merecido descanso.No sabía cuantas veces había subido y bajado del éxtasis sin poder llegar a la meta final.Alrededor de la mesa se movía, mucho, mucho dinero. Y estaba viendo como Khail perdía frente a estas personas cada centavo que tenía en fichas.Y él no parecía lo más molesto en lo absoluto. Solo se dedicaba a sonreír suavemente cuando alguno de los presentes se emoci
El agua caía por mi cuerpo aliviando el calor que sentía. Mi sangre se sentía como fuego líquido y mi piel se sentía tan ardiente, como si lava líquida se deslizara por ella envolviéndome en un calor sofocante que el agua fría de la ducha se estaba demorando en disipar. Mis manos estaban apoyadas sobre la pared de azulejos del baño y mi cabeza estaba inclinada hacia adelante sintiendo las gotas deslizarse por mi cuerpo desnudo. Y pronto las lágrimas comenzaron a descender sin detenerse. Mis ojos se cerraron mientras las lágrimas se deslizaban sin consentimiento alguno confundiéndose con las gotas de agua. No me sentía mal por nada de lo que había pasado. Ni siquiera me molestaba que Khail no me hubiera follado, después de todo era un juego que estaba dispuesta a jugar. Lloraba por la melancolía que me había envuelto al entender que ya no estaba sola, para bien o para mal, por decisión propia o no, ya no solo éramos Adam y yo contra el mundo. Khail estaba cuidando de mí. Y había
—¿Sucede algo? —cuestionó tomando mi rostro rápidamente.Negué lentamente y le di una pequeña sonrisa mientras elevaba mis manos para colocarlas encima de las suyas que se encontraban calientes sobre mi rostro.—Estoy bien —admití.Y realmente lo estaba, mis lágrimas no habían sido de tristeza.—Estabas llorando —puntualizó —tienes la nariz roja y las mejillas sonrosadas ¿hay algo que pueda hacer por ti? —yo negué lentamente.—Es solo que me dio algo de melancolía, creo —él enarcó una ceja sin poder seguirme —hacía demasiado tiempo que nadie cuidaba de mí.El reconocimiento brilló en su rostro cuando mis palabras cavaron en su mente. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios y se inclinó para besar suavemente los míos.—Hace mucho tiempo que debías ser cuidada. Te has dejado de lado desde que tu madre enfermó, es justo que alguien se haga cargo de cuidar de ti cuando tu has pasado la mitad de tu vida cuidando de otros.Mis manos soltaron las suyas y lo rodeé con mis brazos por su cin
Habían pasado varios días desde la última vez que estuve en la oficina. Khail había esperado a que la nueva administradora se acostumbrara al entorno y comenzara a trabajar antes de él regresar para ver que tan bien lo había hecho en su ausencia. Durante esos tres días había permanecido en la casa totalmente sola mientras Adam estaba en la escuela y Khail salía a arreglar los negocios que hacía por debajo de la mesa. Lowen no había vuelto a aparecer y Helan solo se paseaba a veces por la casa. Aparentemente su principal trabajo era mantener en orden los casinos que estaban a cargo de Khail. Ni siquiera sabía que tan lejos se expandía su dominio y no creía llegar a saberlo nunca. Él solo parecía involucrarme en su vida legal y ciertamente lo agradecía. No del todo. Pero eso mantenía mi mente a salvo de un forma u otra. Adam por su parte estaban tan feliz y centrado. Una vez llegaba de la escuela se duchaba, almorzaba, hacía sus tareas y luego se iba a su nuevo estudio a pintar. Ha
DaliaAdam estaba enganchado a mi cuerpo sosteniéndose de mi cuello. Su mochila y mi bolso estaban en una de mis manos mientras la otra lo rodeaba por la cintura. Él besaba mi mejilla una y otra vez mientras iba descendiendo por las escaleras para encaminarnos al comedor y poder desayunar. —¿Dormiste bien? —cuestioné suavemente mientras atravesábamos la sala. —Si, mami —mi sonrisa fue suave mientras me adentraba en el comedor en donde Lowen, Helan y Khail ya se encontraban esperándonos para desayunar. —Hola, pequeño —saludó Lowen emocionada y Adam se removió para bajar de mi cuerpo y poder ir hacia ella. Lo hacía todas las mañanas. Se inclinaba hacia ella y besaba su mejilla como saludo antes de regresar a su lugar junto a mí y sentarse a desayunar. —¿Durmieron bien? —cuestionó Khail a ambos y Adam asintió mientras pasaba detrás de él. —Si, ambos lo hicimos —admití mientras tomaba mis utensilios para comenzar a comer y Adam hizo lo mismo. El desayuno fue como todos los demás q
Aun no podía creer que fuera tan mala disparando. Tenía todos estos días practicando y mi puntería parecía empeorar en vez de mejorar.Era sábado y Adam ya se encontraba en la casa de ese niño para pijamada con sus amigos. Khail hizo que pusieran un micrófono en la mochila de Adam y mandó a varios guardias a rodear la casa por si algo salía mal. No me atreví a refutarlo, pues considerando que solo eran cuidados extras que mantenían a mi hijo a salvo. Unos pasos me alertaron de que alguien se acercaba a mí. Ya no llevaba los protectores porque Lowen había asegurado que no podría llevarlos cuando se armara un tiroteo real, lo que significaba que terminaría aturdida por la falta de costumbre. —Mientras siga parándose mal, nunca podrá disparar correctamente, la bala siempre irá unos centímetros fuera del objetivo, porque no está apuntando a donde estas mirando. Al girarme me encontré con el rostro amable de un hombre de al menos veintisiete años. Su cabello era castaño y sus de un ver
Ni siquiera me molesté en esperar que se quitara, lo rodeé sabiendo que no me tocaría y me acerqué a Sabueso colocándome delante de él. —¿Qué vas a hacer? —cuestioné intentando que mi voz no sonara temblorosa. Era lo menos que quería cuando todos sus hombres nos estaban rodeando. —Voy a matarlo —dejó bien en claro —hazte a un lado, Dalia. —No, joder, no. No tienes razón para matarlo. —Dije muy claramente que me cargaría a cualquiera que te tocara, él te tocó, desobedeció una orden y ahora pagará por ello. —No, no, no, por favor. Él no hizo nada malo, solo me estaba ayudando. Tenía días disparando esa m*****a cosa y nunca acertaba hasta que él me indico las cosas que estaba haciendo mal. —No había necesidad de tocarte, lo hizo para su placer. —Khail, no, no fue así. Solo dijo que era vergonzoso ver como fallaba cada día. —Hazte a un lado, sea ahora o después, pero me voy a deshacer de él, nadie, ni por puto asomo debe desobedecer una de mis órdenes. —Solo estaba ayudando, por
Nunca pensé que estaría rodeada de este tipo de personas. Cada vez que mis ojos lograban moverse en algún punto de la sala las caras familiares que observaba en la televisión me recibían.Aliados de políticos, mujeres importantes. Incluso la esposa de un senador estaba del otro lado de la mesa con un vaso de cristal con un líquido ambarino que claramente era algún whiskey caro.No me sentía fuera de lugar. Con la ropa que llevaba cualquiera podría confundirme con una de esas mujeres. Un hermoso vestido rojo de seda con una abertura en una de mis piernas, el cabello suelto perfectamente lacio y un maquillaje casi profesional que Lowen había embadurnado en todo mi rostro a petición de Khail.Lo que me hacía sentir incómoda era el objeto vibrante en mi interior.No sabía cuantas veces había subido y bajado del éxtasis sin poder llegar a la meta final.Alrededor de la mesa se movía, mucho, mucho dinero. Y estaba viendo como Khail perdía frente a estas personas cada centavo que tenía en fi