Capítulo 37

El agua caía por mi cuerpo aliviando el calor que sentía. Mi sangre se sentía como fuego líquido y mi piel se sentía tan ardiente, como si lava líquida se deslizara por ella envolviéndome en un calor sofocante que el agua fría de la ducha se estaba demorando en disipar.

Mis manos estaban apoyadas sobre la pared de azulejos del baño y mi cabeza estaba inclinada hacia adelante sintiendo las gotas deslizarse por mi cuerpo desnudo.

Y pronto las lágrimas comenzaron a descender sin detenerse.

Mis ojos se cerraron mientras las lágrimas se deslizaban sin consentimiento alguno confundiéndose con las gotas de agua.

No me sentía mal por nada de lo que había pasado. Ni siquiera me molestaba que Khail no me hubiera follado, después de todo era un juego que estaba dispuesta a jugar.

Lloraba por la melancolía que me había envuelto al entender que ya no estaba sola, para bien o para mal, por decisión propia o no, ya no solo éramos Adam y yo contra el mundo.

Khail estaba cuidando de mí. Y había
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