Capítulo 41

Aun no podía creer que fuera tan mala disparando. Tenía todos estos días practicando y mi puntería parecía empeorar en vez de mejorar.

Era sábado y Adam ya se encontraba en la casa de ese niño para pijamada con sus amigos. Khail hizo que pusieran un micrófono en la mochila de Adam y mandó a varios guardias a rodear la casa por si algo salía mal.

No me atreví a refutarlo, pues considerando que solo eran cuidados extras que mantenían a mi hijo a salvo.

Unos pasos me alertaron de que alguien se acercaba a mí. Ya no llevaba los protectores porque Lowen había asegurado que no podría llevarlos cuando se armara un tiroteo real, lo que significaba que terminaría aturdida por la falta de costumbre.

—Mientras siga parándose mal, nunca podrá disparar correctamente, la bala siempre irá unos centímetros fuera del objetivo, porque no está apuntando a donde estas mirando.

Al girarme me encontré con el rostro amable de un hombre de al menos veintisiete años. Su cabello era castaño y sus de un ver
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