DaliaAdam estaba enganchado a mi cuerpo sosteniéndose de mi cuello. Su mochila y mi bolso estaban en una de mis manos mientras la otra lo rodeaba por la cintura. Él besaba mi mejilla una y otra vez mientras iba descendiendo por las escaleras para encaminarnos al comedor y poder desayunar. —¿Dormiste bien? —cuestioné suavemente mientras atravesábamos la sala. —Si, mami —mi sonrisa fue suave mientras me adentraba en el comedor en donde Lowen, Helan y Khail ya se encontraban esperándonos para desayunar. —Hola, pequeño —saludó Lowen emocionada y Adam se removió para bajar de mi cuerpo y poder ir hacia ella. Lo hacía todas las mañanas. Se inclinaba hacia ella y besaba su mejilla como saludo antes de regresar a su lugar junto a mí y sentarse a desayunar. —¿Durmieron bien? —cuestionó Khail a ambos y Adam asintió mientras pasaba detrás de él. —Si, ambos lo hicimos —admití mientras tomaba mis utensilios para comenzar a comer y Adam hizo lo mismo. El desayuno fue como todos los demás q
Aun no podía creer que fuera tan mala disparando. Tenía todos estos días practicando y mi puntería parecía empeorar en vez de mejorar.Era sábado y Adam ya se encontraba en la casa de ese niño para pijamada con sus amigos. Khail hizo que pusieran un micrófono en la mochila de Adam y mandó a varios guardias a rodear la casa por si algo salía mal. No me atreví a refutarlo, pues considerando que solo eran cuidados extras que mantenían a mi hijo a salvo. Unos pasos me alertaron de que alguien se acercaba a mí. Ya no llevaba los protectores porque Lowen había asegurado que no podría llevarlos cuando se armara un tiroteo real, lo que significaba que terminaría aturdida por la falta de costumbre. —Mientras siga parándose mal, nunca podrá disparar correctamente, la bala siempre irá unos centímetros fuera del objetivo, porque no está apuntando a donde estas mirando. Al girarme me encontré con el rostro amable de un hombre de al menos veintisiete años. Su cabello era castaño y sus de un ver
Ni siquiera me molesté en esperar que se quitara, lo rodeé sabiendo que no me tocaría y me acerqué a Sabueso colocándome delante de él. —¿Qué vas a hacer? —cuestioné intentando que mi voz no sonara temblorosa. Era lo menos que quería cuando todos sus hombres nos estaban rodeando. —Voy a matarlo —dejó bien en claro —hazte a un lado, Dalia. —No, joder, no. No tienes razón para matarlo. —Dije muy claramente que me cargaría a cualquiera que te tocara, él te tocó, desobedeció una orden y ahora pagará por ello. —No, no, no, por favor. Él no hizo nada malo, solo me estaba ayudando. Tenía días disparando esa m*****a cosa y nunca acertaba hasta que él me indico las cosas que estaba haciendo mal. —No había necesidad de tocarte, lo hizo para su placer. —Khail, no, no fue así. Solo dijo que era vergonzoso ver como fallaba cada día. —Hazte a un lado, sea ahora o después, pero me voy a deshacer de él, nadie, ni por puto asomo debe desobedecer una de mis órdenes. —Solo estaba ayudando, por
Nunca pensé que estaría rodeada de este tipo de personas. Cada vez que mis ojos lograban moverse en algún punto de la sala las caras familiares que observaba en la televisión me recibían.Aliados de políticos, mujeres importantes. Incluso la esposa de un senador estaba del otro lado de la mesa con un vaso de cristal con un líquido ambarino que claramente era algún whiskey caro.No me sentía fuera de lugar. Con la ropa que llevaba cualquiera podría confundirme con una de esas mujeres. Un hermoso vestido rojo de seda con una abertura en una de mis piernas, el cabello suelto perfectamente lacio y un maquillaje casi profesional que Lowen había embadurnado en todo mi rostro a petición de Khail.Lo que me hacía sentir incómoda era el objeto vibrante en mi interior.No sabía cuantas veces había subido y bajado del éxtasis sin poder llegar a la meta final.Alrededor de la mesa se movía, mucho, mucho dinero. Y estaba viendo como Khail perdía frente a estas personas cada centavo que tenía en fi
Algo andaba mal. Lo supe desde el instante en el que Lowen me dejó en el centro del casino y corrió detrás de Khail con rostro impacible.Ya no era la rubia con sonrisa hermosa que se mantenía cerca de mi solo para hacerme compañía.En ese momento parecía menos humana y entendí que la otra personalidad de Lowen había salido a la luz.¿Pero por qué? Según entendía ella solo aparecía si las cosas andaban mal.Y al notar que los hombres de Khail se dispersaban alrededor de la sala rodeándome de cierta forma. Comprendí que debía haber alguna amenaza.Con pasos que intentaban parecer seguros me acerqué a uno de los guardias con el rostro totalmente serio, sin dejar pasar a través de mi máscara el nerviosismo que me envolvía.En cuanto me planté frente a él su mirada se clavó en mis ojos y esperó, sin siquiera decir nada.—¿Qué tan grave es la amenaza? —mi voz sonó dura y no me molesté en parecer amable.Ellos nunca lo habían sido conmigo.Su ceño se frunció a favor de su desconcierto ¿qué?
Estaba nerviosa y asustada. Nunca había pasado por algo como esto. Rodeada de sabrá Dios cuanto guardias que me sacaban por las puertas traseras del Casino. Según lo que habían dicho los guardias, en esa área no había nadie vigilando. Y solo era por el estacionamiento subterráneo que se extendía varios metros más allá de la puerta trasera real del casino.Según me habían explicado habían llegado más guardias por la parte frontal del casino y estaban sirviendo como señuelo para distraer a los hombres que estaban atentos a cualquier movimiento en las puertas del gran lugar.Mi corazón quería escaparse por la boca y aunque junto a mi y a Khail iban dos guardias, más los de la parte delantera y los vehículos detrás y delante, no podía evitar dejar de lado el nerviosismo.Aunque mi rostro permanecía con un rostro impasible escondiendo de cualquiera que pudiese ver, todas mis emociones.—Lamento que esto terminara así —dijo Khail algo bajo. Pero estaba segura de que todos lo estaban escucha
—Espéreme aquí, no salga, señorita.Mis ojos se abrieron alarmados cuando el hombre abrió levemente la puerta para salir.Estaba asustada a morir y sabía que muchos hombres estaban muriendo. Podía ver sus cuerpo en el asfalto desde el cristal frontal.Sentí ganas de vomitar en ese instante.Pero todo se puso peor.Las balas seguían viajando por todos lados y el hombre que empujaba la puerta para salir y poder ayudar a sus compañeros. Pues, terminó con una bala entre ceja y ceja bloqueando la puerta abierta para que no se pudiera cejar.Un grito de absoluta angustia escapó de mis labios, mis ojos se llenaron de lágrimas y la mano que sostenía el arma comenzó a temblar sin control alguno.¿Dónde estaba Khail? ¿Por qué parecía que había menos hombres a cada segundo?La balacera se estaba reduciendo, dejándome saber que había menos hombres de ambos lados y eso me alarmó.—Necesitamos apoyo, nos avisaron que vienen refuerzos desde el otro lado.La voz que salía de una radio no pertenecía a
Mis manos sudaban mientras sostenía el volante con fuerza. Mi corazón seguía palpitando de una forma atroz mientras los árboles a ambos lados de la carretera pasaban como borrones mientras avanzábamos a tan alta velocidad.Los gruñidos de dolor de Khail no pasaban desapercibidos para mí, por lo que ciertamente necesitaba de todo mi autocontrol para no mirar o preguntar su condición.Saberlo no arreglaría nada, solo me pondría más nerviosa.—Te dije que te quedaras en el auto —bramó molesto y me las arreglé para rodar los ojos mientras me acercaba a la entrada del terreno.—Bueno, de haberme quedado dentro del dichoso vehículo estarían todos muertos y yo dentro de un auto blindado que podrían transportar fácilmente con una grúa o cualquier mierda conmigo dentro.Estuve a nada de recordarles al topo. Al que había asesinado al hombre del vehículo trasero.—¿Saben ustedes en qué vehículos venían?—Yo lo sé, yo mismo los distribuí —dijo el hombre que estaba junto a Khail.—Los dos de atrás