Mi cabello estaba recogido en una coleta alta, mientras mi cuerpo no tan lleno de curvas estaba cubierto por tan solo un sostén negro con unas bragas que cubrían solo lo suficiente. Mi piel blanca brillaba gracias al spray de brillos que me había colocado y mis ojos verdes se encontraban perfectamente maquillados con toques dorados que lo hacían ver más profundos.
Por lo general este tipo de ropa no era lo que generalmente utilizaba para mis presentaciones, pero esta noche debíamos adaptarnos a las reglas del dueño del local, pues después de todo él nos estaba pagando para que bailaramos esa noche para hombres realmente importantes.
Sintiendo mi corazón martillear a una velocidad de vértigo me fui acercando a la parte trasera del escenario.
Detrás de este el espacio no eran tan enorme, pero tampoco tan reducido, se limitaba a un pasillo que daba hacia la habitación principal en donde estaban nuestros casilleros y donde nos alistamos para poder salir, pero antes de cada presentación ellas se colocaban en los laterales del mismo y te observaban como si estuvieses haciendo la caminata de la vergüenza.
Pero esa era su forma de ponerte nerviosa, para que cometieras un error en el escenario que comprometiera tu pago.
Cosa que nunca había funcionado conmigo, pues a penas las observaba mientras me dirigía hacia mi lugar de entrada para dar inicio al show que había practicado con Analís durante la tarde.
La música empezó a sonar lenta y persuasiva mientras ambas salíamos de los extremos del lugar hasta estar en el centro frente al tubo.
Todo estaba a oscuras y un reflector iluminaba únicamente nuestro cuerpo y el tubo en donde nos elevaríamos como si estuvieramos realmente volando.
Y simplemente me perdí, me dejé envolver por la música, por los toques de Analís, por la sensación de elevarse del piso y mantenerte en el aire por largos minutos como si estuvieras en las nubes.
Y no reparé en la presencia de nadie más en el lugar, solo la de Analís sosteniendo mis manos y mis pies mientras elaborábamos las diferentes posiciones artísticas.
Y cuando la música terminó y me quedé colgando de ella sonreí suavemente ante lo maravilloso que se había sentido volver al escenario.
—Bien hecho —le susurré a la hermosa rubia de ojos azules mientras me dejaba caer en el piso.
Ella solo me dio una corta sonrisa antes de tomar mi mano y colocarnos una al lado de la otra para hacer una leve reverencia.
Y cuando el reflector apagó sus luces me percaté de que la sala estaba ocupada por al menos diez hombres que vestían con un traje impoluto, muchos de ellos aparentemente hechos a medida. Estaban alrededor de una mesa mientras sus manos ocasionaban estallidos llamados aplausos.
Pero no era en ellos en lo que mi mirada permaneció por tanto tiempo.
Fue en aquel hombre de pie a pocos pasos de la mesa, con sus manos en sus bolsillos, con tatuajes en un lateral de su cuello que lo hacían ver de una manera impresionante y con unos ojos que parecían témpanos de hielo, ojos que creí haber visto en algún otro lugar.
Su rostro se mantuvo serio, sin ninguna expresión que me dejara saber que estaba pasando por su cabeza en ese segundo, y aunque por un momento quise continuar observándolo, Analís jaloneó mi mano para que fuera con ella detrás del escenario y no me negué.
Al bajar de la tarima sentí por primera vez el latir apresurado de mi corazón en un ritmo violento que me advertía de que en cualquier momento se me podría salir por la boca.
Analís silenciosamente me cuestionó si estaba bien y lo supe al ver cómo sus ojos se enfocaban directamente en los míos.
—Estoy bien —susurré soltandome de su mano para encaminarme hacia el camerino que debía encontrarse vacío, ya que todas las chicas estaban alrededor del pasillo.
Al entrar me senté casi de inmediato en uno de los sofás y respiré profundamente.
Ni siquiera sabía por qué me sentía de esa forma. Era como si una sensación de familiaridad me recorriera por completo, pero no podía ser posible.
Definitivamente lo que pasaba por mi cabeza no podía ser posible.
Intentando recomponerme, me puse de pie y me acerqué a la pequeña nevera que siempre se mantenía repleta de botellas de agua.
El frío chocó con la piel desnuda de mis piernas, pero en ese momento era un respiro para el calor incesante y el nerviosismo que me cargaba.
Una vez destapé la botella de agua me la bebí completa sin dudarlo y regresé al sofá controlando mi respiración lentamente.
Definitivamente había ayudado, pero no del todo, pues aún podía sentir los vellos de mi nuca erizados y mi piel caliente.
Y aunque quería irme a casa, no era algo que pudiera hacer, pues Liam claramente nos había dicho que debíamos permanecer en el lugar hasta que acabara la hora de la reservación.
Por lo que mi culo se quedó plantado en aquel sofá por toda la noche mientras veía a las chicas entrar y salir sin siquiera darme una mirada.
Las horas pasaron lentamente y lo único que supe hacer fue hablar a veces con Analís y mirar las fotos de mi hijo de casi cinco años en el móvil.Él tenía los ojos negros, diferente a los míos que eran verdes y su cabello era lacio y tan negro como la noche.Suponía que lo lacio lo había sacado de su padre, pues mi cabello era ondulado por todos lados.Al recordar al padre del niño inevitablemente mi corazón se apretó. Se suponía que mi hijo no debía existir, pues yo tenía el aparato en mi brazo que evitaba que saliera embarazada, mi madre me había hecho colocarlo cuando cumplí diecisiete años y mi vida sexual comenzó a ser activa. El pequeño de cabello negro totalmente lacio se removió perezosamente en mis brazos al percatarse de mi presencia.—Mami —sus ojitos se abrieron lentamente al sentir como paseaba mis dedos por su cabello —llegaste —una pequeña sonrisa cruzó sus labios y fue inevitable para mí no correspondérla.—Sí, te dije que volvería en un parpadear —él con cuidado se elevó de mis piernas y se recostó de mi pecho antes de llevar su dedito hacia su boca.—¿Cómo te fue? —Sus palabras eran suaves y aunque siempre había estado sorprendida de su capacidad comunicativa, esta vez no me sorprendió su pregunta.Él siempre me preguntaba Capítulo 4
—Vas a terminar muerta como sigas así —mi mirada severa hizo que ella cerrara la boca.Definitivamente estaba al borde, mi cuerpo pedía a gritos un descanso y mis brazos y pies estaban adoloridos no solo por estar parada durante todo el día, sino también por haberme subido al tubo después de tanto tiempo en el suelo.—No tengo opción, el banco que cubrió los gastos del hospital me está respirando en la nuca, Denise, debo al menos pagar los pagos retrasados.—¿Lo dejo en cuanto se duerma? —quise decirle que no, que se quedara con él hasta que regresara, pero ambas sabíamos que aun no tenía el dinero suficiente para cubrir esos gastos.—¿A las doce
Mi última semana fue un maldito infierno.No había vuelto a ver al hombre de nombre desconocido con mirada oscura y helada, pero que no haya aparecido no quería decir que su incidencia en mi vida había desaparecido.No había podido bailar una sola maldita vez en el club.Había ido a la tarde siguiente para hablar con Liam y que pudiera darme mi dinero sin ningún contratiempo.Me pagó y casi grito al tener tanto dinero en mis manos después de tanto tiempo con ellas vacías, pero cuando me dijo que hoy no podía bailar cualquier emoción se diluyó de mi cuerpo.Habían reservado el club y entre las elegidas para bailar no estaba yo.
Mis pasos eran irregulares mientras caminaba por las calles de la ciudad, no tenía un destino específico, solo quería alejarme por unas horas de todo.De mi apartamento de mierda de dos compartimientos, del trabajo que ya no era mío, de la guardería en donde mi hijo se encontraba, del club en el que necesitaba trabajar.Simplemente caminé por las calles pareciendo una especie de alma en pena con rizos saliendo de mi moño y con las mejillas manchadas por las lágrimas que había derramado.Estaba desubicada, perdida, devastada.Estaba perdiendo todo y como si necesitara estar de vuelta en el principio, terminé recorriendo las calles de mi antiguo vecindario, ese en el que la casa de mi madre había
—Lo sentimos mucho, señorita, aparentemente hubo una confusión y el puesto ya ha sido ocupado, lamento mucho esto.No dije nada, ni siquiera le respondí, solo me levanté de mi lugar y me dirigí a la salida.No tenía por qué detenerme a escuchar lo que decía por más tiempo.Justo cuando salí de la cafetería mi móvil comenzó a timbrar y sin mirar el número desconocido la tomé con la esperanza de que fuera de alguna de las otras cafeterías.—La señora Cristi suele ser algo olvidadiza en ocasiones.Al escuchar su voz del otro lado de la línea toda mi piel se erizó y mi corazón com
Khail Petrov Mis ojos repasaron la foto varias veces antes de dejarla sobre mi escritorio boca abajo. Había estado observándola los últimos quince minutos sin poder detenerme. Ya era hora de olvidarme de ella por las próximas horas si quería tener un día provechoso. Pero era difícil no evocar a mis pensamientos su piel tersa y suave, sus ojos como un respiro en un bosque fresco, su cabello salvaje que por más tratara de peinar volvía a su estado natural. Simplemente no podía dejar de observar su belleza, belleza que quería admirar, tocar, poseer, una belleza de la que quería apoderarme. Soltando un suspiro me intenté levantar de mi escritorio para salir a tomar un poco de aire fresco e intentar bajar la tensión en mi polla cada que imaginaba su piel desnuda, pero en ese mismo instante Vol
Mis manos sudaban mientras me acercaba al enorme edificio corporativo y me cuestioné en mi mente si era correcto venir. Pero es que no tenía otra opción, cada paso que daba me llevaba al precipicio y todo por la forma en la que él se estaba adueñando de todo alrededor de mi vida. Había decidido ir después del almuerzo y aunque mi ropa no era la adecuada para el lugar al que estaba a punto de entrar, intenté con todas mis fuerzas aparentar estar segura de mis acciones y de lo que estaba haciendo. Con mi corazón martillando a una velocidad atemorizante contra mi pecho me acerqué a la puerta y el seguridad la abrió para mí sin molestarse en observarme por más tiempo del necesario. Al ver el enorme lugar repleto de personas que probablemente esperaban una cita con trajes a medida, tanto hombres como mujeres, me sentí jodidamente fuera de lugar. Pasando saliva de forma nerviosa me acerqué a la recepción y la hermosa mujer de cabello rubio analizó mi rostro con cuidado. —Buenas tardes