—Vas a terminar muerta como sigas así —mi mirada severa hizo que ella cerrara la boca.
Definitivamente estaba al borde, mi cuerpo pedía a gritos un descanso y mis brazos y pies estaban adoloridos no solo por estar parada durante todo el día, sino también por haberme subido al tubo después de tanto tiempo en el suelo.
—No tengo opción, el banco que cubrió los gastos del hospital me está respirando en la nuca, Denise, debo al menos pagar los pagos retrasados.
—¿Lo dejo en cuanto se duerma? —quise decirle que no, que se quedara con él hasta que regresara, pero ambas sabíamos que aun no tenía el dinero suficiente para cubrir esos gastos.
—¿A las doce estaría bien? —ella miró la hora en su reloj y asintió pausadamente.
—Dejaré todo bien cerrado.
A las doce estaba bien para mí, anoche había llegado a las doce cuarenta, por lo que cuarenta minutos de preocupación no eran tan malos.
Y Adam ya sabía que hacer si se despertaba. No encender el televisor, no abrirle la puerta a nadie y por supuesto, no salir de la casa ni encender la estufa.
Una vez lista me despedí de ambos y me encaminé hacia la salida del edificio rápidamente.
De noche el edificio era más tranquilo que de día, ya que la mayoría eran de prácticas y trabajos nocturnos, pero eso convertía el barrio en uno más peligroso cuando la noche caía.
Sintiendo mi estómago apretado ante la misma sensación extraña de esta mañana, me encaminé con paso rápido hacia el Middle night.
Al estar frente a las puertas me sentí más tranquila, pues definitivamente sentir que alguien te miraba en una calle vacía no era particularmente tranquilizador.
El guardia me recorrió con la mirada antes de hacerse a un lado para dejarme pasar.
Él no era el que me había recibido anoche, pero no me molesté en cuestionar ese hecho considerando el tiempo que había estado sin ser parte de este lugar.
En cuanto recorrí el pasillo de entrada me dirigí directamente al camerino para desvestirme y colocarme el body negro que había elegido esa noche.
Dejaba expuestos parte de mis pechos copa C dándole un toque muy sexual, pero dentro de lo que cabía era lo suficientemente recatado.
Muchas de las chicas usaban tacones kilométricos para sus presentaciones, mientras que yo me conformaba con unos pies descalzos apuntando al cielo en cada figura.
Una vez terminé, rocié el spray de fijación en las partes adecuadas antes de sentarme a esperar que llegaran las demás.
Pero extrañamente pasó media hora y ninguna chica apareció, por lo que salí del camerino y recorrí el pasillo hasta estar detrás del escenario, pero antes de poder observar hacia el interior ante el silencio inminente en el lugar, los pasos de Liam me hicieron mirar en su dirección mientras descendía del escenario.
—¿Y las demás chicas? —cuestioné con el ceño fruncido mientras repasaba su impoluta figura con un traje gris oscuro a medida y su cabello rubio perfectamente peinado.
Sus ojos eran castaños claros y muy bonitos si podía alegar y aun con sus negocios en este mundo tenía una apariencia de hombre recto y bondadoso.
Aunque esto ultimo no estaba a discusión, Liam me había ayudado tanto que no me alcanzaría la vida para agradecerle.
—El club está cerrado hoy —mi boca se abrió cual pez fuera del agua.
—Nadie me dijo —susurré recordando haber revisado mi móvil para ver si Analís me había texteado.
—Fue reservado, cariño y es tu día de suerte, te han elegido del catálogo para bailar hoy.
—¿Solo yo? —cuestioné con mis ojos bien abiertos.
—Solo tú, sé que será pesado bailar toda la noche, pero te pagarán como si cinco chicas lo hubiesen hecho.
—Bien —susurré.
—¿Estás lista? —asentí cuidadosamente —bien, hoy no te vayas, aun tengo tu pago en la oficina, cuando termine ve ahí para darte el correspondiente a hoy también.
Asentí un par de veces y dando respiraciones lentas me elevé en el escenario apreciando el lugar totalmente a oscuras. Al estar en el centro esperé paciente a que el chico de las luces las encendiera y cuando lo hizo mi boca se abrió lentamente.
Había quedado dos veces desestabilizada en este día.
—¿Es enserio? Primero quiere que me venda ¿y ahora paga para que le baile como probando un punto?
Él no contestó ni siquiera esbozó una sonrisa o se comportó de alguna forma diferente a un maldito iceberg impenetrable.
Respirando por la nariz de una forma violenta me crucé de brazos y como si fuera su m*****a sirvienta chasqueó los dedos y las luces se apagaron dejando solamente la que iluminaba el tubo y la música comenzó a sonar.
Realmente estaba probando un maldito punto.
La música era lenta, por lo que la coreografía de la noche anterior no serviría de nada y como no había practicado nada en lo absoluto hice lo que mejor sabía hacer; improvisar.
Me movía pausadamente elaborando los pasos que segundos antes imaginaba en mi cabeza. Y cuando tomé el ritmo y me dejé envolver; volé.
Me olvidé del hombre frente a mí, mientras me enganchaba en el tubo hacia lo más alto y daba vueltas en él al ritmo de la música de la que creía era Lana del Rey.
Nada propio para un club básicamente sexual, pero bailar con ella me hizo sentir de una forma indescriptible. Era maravillosa la sensación de sentir que volaba por los aires mientras la brisa que provocaba mi movimiento azotaba mi cabello suelto.
En cuanto la música acabó quedé suspendida en el aire esperando la siguiente canción, pero nunca llegó, por lo que me dejé caer permitiendo que mis dedos tocaran el suelo del escenario.
Las luces se encendieron una vez más y al ver la silla frente a él en la mesa en la que estaba sentado, entendí la sutil referencia.
Con pasos lentos me acerqué a la orilla y luego me dejé caer hasta estar cerca de la silla.
Su presencia me embriagó casi al instante y su perfume se adentró por mis fosas nasales envolviéndome de una forma que pocas veces había sentido.
Si es que alguna vez realmente lo había hecho.
No dijo una palabra, solo miró hacia la silla frente a mí y dudando un poco la moví para dejarme caer en ella quedando sentada frente a él.
—¿Cuántos años tienes? —cuestionó en un susurro ronco que erizó toda mi piel.
Pasé saliva dudosa de si responder. Después de todo él solo había pagado por mi para bailar, pero prefería estar sentada a engancharme en aquel tubo toda la noche.
—Veintidós —contesté con voz temblorosa.
Definitivamente me estaba afectando más de lo que admitiría.
Y al verlo mejor en aquella posición sentada, descubrí que él debía estar en los treinta ya. Se conservaba de maravilla y se veía mejor aún, pero su actitud de hombre maduro me dejaba claro que sobrepasaba la veintena.
—¿Estudias? —negué lentamente cuestionándome cual era el maldito interés en cosas personales como esas.
Permanecimos en silencio por largos minutos mientras él continuaba observándome. Ahora una de sus piernas había subido hacia su rodilla y tomaba un trago del licor en su vaso sin quitar la mirada de mí. Y mientras, yo me revolvía en mi lugar intentando no absorber la mirada tan intensa que estaba lanzando a todo mi cuerpo.
—Que suerte —susurró para sí mismo luego de unos cinco minutos.
Pero no le cuestioné a que se refería, él había hablado para sí mismo, no conmigo.
—Bien, Dalia, te explicaré esto de una forma sencilla —mis ojos se adentraron en sus glaciares azules mientras hablaba en un tono pausado —me interesas —admitió con una voz ronca que me puso todos los vellos erizados y aceleró el ritmo de mi corazón a una velocidad atemorizante.
—¿Perdón?
—No te vendes, eso está muy claro, pero de una forma u otra te voy a obtener, así que te dejo elegir.
Cuidadosamente dejó el vaso vacío sobre la mesa y me observó atento esperando una reacción de mi parte.
Una que no llegó en los próximos cinco minutos ya que no tenía ni idea de como reaccionar a eso.
—No tengo que elegir nada, no me interesa en ninguno de los aspectos.
—¿Estamos seguros de eso? —cuestionó en plural y pronto mis mejillas se tornaron rojas.
—Lo estoy y tampoco creo que esta sea la forma adecuada de hacer que me interese en usted —él sonrió de medio lado y esa sola acción maliciosa me dejó saber que no estaba contento con mi respuesta.
Aunque su sonrisa de cierta forma parecía genuina.
Yo me puse de pie y él desde su lugar miró hacia arriba y eliminó cualquier rastro de diversión.
—Siéntate —ordenó toscamente —he pagado por ti, sino lo recuerdas —y ante esas palabras no me quedó más que sentarme de nuevo en mi lugar.
—No va a obtener nada de mí —aseguré.
—Ya lo estoy haciendo —y una nueva sonrisa apareció destilando arrogancia y superioridad.
—Jódase, no pienso seguir más con esto —y sin importarme el maldito dinero me puse de pie una vez más.
—Ten en cuenta esto, Dalia, si sales por esa puerta sin llegar a un acuerdo conmigo tomaré las medidas que sean necesarias y no te van a gustar, créeme.
—Quiere mi cuerpo y no lo va a tener —le aseguré.
—Nunca digas nunca.
Mi última semana fue un maldito infierno.No había vuelto a ver al hombre de nombre desconocido con mirada oscura y helada, pero que no haya aparecido no quería decir que su incidencia en mi vida había desaparecido.No había podido bailar una sola maldita vez en el club.Había ido a la tarde siguiente para hablar con Liam y que pudiera darme mi dinero sin ningún contratiempo.Me pagó y casi grito al tener tanto dinero en mis manos después de tanto tiempo con ellas vacías, pero cuando me dijo que hoy no podía bailar cualquier emoción se diluyó de mi cuerpo.Habían reservado el club y entre las elegidas para bailar no estaba yo.
Mis pasos eran irregulares mientras caminaba por las calles de la ciudad, no tenía un destino específico, solo quería alejarme por unas horas de todo.De mi apartamento de mierda de dos compartimientos, del trabajo que ya no era mío, de la guardería en donde mi hijo se encontraba, del club en el que necesitaba trabajar.Simplemente caminé por las calles pareciendo una especie de alma en pena con rizos saliendo de mi moño y con las mejillas manchadas por las lágrimas que había derramado.Estaba desubicada, perdida, devastada.Estaba perdiendo todo y como si necesitara estar de vuelta en el principio, terminé recorriendo las calles de mi antiguo vecindario, ese en el que la casa de mi madre había
—Lo sentimos mucho, señorita, aparentemente hubo una confusión y el puesto ya ha sido ocupado, lamento mucho esto.No dije nada, ni siquiera le respondí, solo me levanté de mi lugar y me dirigí a la salida.No tenía por qué detenerme a escuchar lo que decía por más tiempo.Justo cuando salí de la cafetería mi móvil comenzó a timbrar y sin mirar el número desconocido la tomé con la esperanza de que fuera de alguna de las otras cafeterías.—La señora Cristi suele ser algo olvidadiza en ocasiones.Al escuchar su voz del otro lado de la línea toda mi piel se erizó y mi corazón com
Khail Petrov Mis ojos repasaron la foto varias veces antes de dejarla sobre mi escritorio boca abajo. Había estado observándola los últimos quince minutos sin poder detenerme. Ya era hora de olvidarme de ella por las próximas horas si quería tener un día provechoso. Pero era difícil no evocar a mis pensamientos su piel tersa y suave, sus ojos como un respiro en un bosque fresco, su cabello salvaje que por más tratara de peinar volvía a su estado natural. Simplemente no podía dejar de observar su belleza, belleza que quería admirar, tocar, poseer, una belleza de la que quería apoderarme. Soltando un suspiro me intenté levantar de mi escritorio para salir a tomar un poco de aire fresco e intentar bajar la tensión en mi polla cada que imaginaba su piel desnuda, pero en ese mismo instante Vol
Mis manos sudaban mientras me acercaba al enorme edificio corporativo y me cuestioné en mi mente si era correcto venir. Pero es que no tenía otra opción, cada paso que daba me llevaba al precipicio y todo por la forma en la que él se estaba adueñando de todo alrededor de mi vida. Había decidido ir después del almuerzo y aunque mi ropa no era la adecuada para el lugar al que estaba a punto de entrar, intenté con todas mis fuerzas aparentar estar segura de mis acciones y de lo que estaba haciendo. Con mi corazón martillando a una velocidad atemorizante contra mi pecho me acerqué a la puerta y el seguridad la abrió para mí sin molestarse en observarme por más tiempo del necesario. Al ver el enorme lugar repleto de personas que probablemente esperaban una cita con trajes a medida, tanto hombres como mujeres, me sentí jodidamente fuera de lugar. Pasando saliva de forma nerviosa me acerqué a la recepción y la hermosa mujer de cabello rubio analizó mi rostro con cuidado. —Buenas tardes
Él se hizo a un lado y me señaló el camino extendiendo su brazo.Yo caminé frente a él intentando que mis pasos no fueran temblorosos debido a toda la atención no solicitada que estaba recibiendo.Cuando llegué al ascensor y me adentré en él quedé en la parte delantera, él se fue hasta el final y sentí su cuerpo rozar el mío cuando se inclinó para presionar el último piso en el tablero del ascensor.Mi respiración se atascó y solo me relajé levemente cuando las puertas se cerraron dejándonos fuera de los ojos de las personas curiosas.—Estás nerviosa —lo escuché decir a mis espaldas —y asustada.No confirmé sus suposiciones, solo miré hacia los números en el tablero y cuando las puertas se abrieron salí algo apresurada encontrándome con una oficina de cristales con un escritorio y una mujer de cabello castaño del otro lado. Sus ojos se levantaron en nuestra dirección y salió apresuradamente mientras yo continuaba caminando.—¿Necesita algo señor? —cuestionó suavemente y lo escuché dar
Mi ceño se frunció al escuchar que me llamaba señora, pero lo dejé pasar y me hice a un lado al saber que claramente era el hombre que Khail había dicho que enviaría.Le señalé las cajas a un lado de la puerta y él la subió una arriba de la otra antes de levantarse con ellas en mano y salir de la casa.Tomé la maleta y dos mochilas que Adam y yo teníamos repletas con sus cosas y cerré la puerta despidiéndome de mi antigua vida.—Gracias por los alimentos —asentí hacia la mujer prostituta que compartía piso con nosotros y continuamos hacia las escaleras.Le había dejado todo lo que estaba en mi refrigerador y alacena frente a su puerta, después de todo terminaría descompuestas o vencidas si se me ocurría dejarlas ahí. Adam bajó primero que yo con pasos cuidadosos y sin querer sostenerse de la baranda.Yo sabía perfectamente por qué lo hacía. Él sabía que estaba sucio y tocarlo no era una opción para él.En cuanto estuvimos en el primer piso el hombre se acercó a nosotros y tomó mi mal
Una sonrisa bailó en los labios de Khail y estaba segura de que no se esperaba esa respuesta.—Tienes razón, mis disculpas.—Aceptadas, señor Petrov.—Solo dime Khail —pidió lentamente mientras levantaba una mano y hacía una seña a alguien que no podía ver.No pasó mucho tiempo cuando unas chicas de algunos veintitantos años entraron al comedor con platos cubiertos hasta dejarlos sobre la mesa frente a nosotros tres.Ellas llevaban vestidos negros acampanados con delantales blancos amarrados en la cintura y que pasaban por sus cuellos. Sus cabellos estaban recogidos en moños y una de ellas tenía una trenza que terminaba en el rebuscado moño trenzado.Era particularmente bonita. Con sus ojos azules enormes y largas pestañas, pero parecía tan recta cuando dejó el plato frente a mí y lo descubrió antes de irse por donde había venido junto a las demás que no pude identificar correctamente, ya que solo ella se había llevado mi atención.Frente a mí había un delicioso plato. Parecía ser un