Mi última semana fue un maldito infierno.
No había vuelto a ver al hombre de nombre desconocido con mirada oscura y helada, pero que no haya aparecido no quería decir que su incidencia en mi vida había desaparecido.
No había podido bailar una sola m*****a vez en el club.
Había ido a la tarde siguiente para hablar con Liam y que pudiera darme mi dinero sin ningún contratiempo.
Me pagó y casi grito al tener tanto dinero en mis manos después de tanto tiempo con ellas vacías, pero cuando me dijo que hoy no podía bailar cualquier emoción se diluyó de mi cuerpo.
Habían reservado el club y entre las elegidas para bailar no estaba yo.
No estaba segura de cuánto dinero pagaban por reservar el club, pero no creía que fuera más que lo que podría ganar en una noche con las puertas abiertas.
Pero no refutaría ni cuestionaría, suficiente tenía con que me dejara presentarme después de tanto tiempo.
Despidiéndome me di la vuelta y desde entonces no había regresado, no porque no quisiera, sino porque Liam le pedí a Analís que me informara si debía ir o no.
Y ni hablar de aquella sensación de ser observada durante el día, cuando salía de casa, cuando llevaba a Adam a clases, cuando llegaba a mi trabajo y cuando salía.
Las únicas veces en las que no me sentía observada era cuando estaba en casa, a puertas cerradas con Adam.
Si bien podía imaginarme de dónde provenía aquella retención de entrar en el club, no quería creer que fuera del todo cierto. Pero probable después de todo.
El hombre destilaba dinero viejo, su presencia, la forma en la que caminaba, como se movía, como controlaba todo a su alrededor como si estuviera acostumbrado a que todo el mundo hiciera lo que él quería.
Y sus palabras dejaban bien en claro que nadie le decía que no, pero, sobre todo, que si se atrevían a hacerlo pagaban las consecuencias. Y yo lo estaba haciendo, aunque de cierta forma no era tan malo, había sobrevivido años sin trabajar en el club, podrá aguantar un par de meses más hasta que el esporádico interés del hombre desapareciera.
Podía hacer eso.
Pero al llegar a mi trabajo entendí de muchas formas diferentes que no podría soportar ni medio mes, aunque me esforzara en ello.
Al entrar a mi trabajo después de haber dejado a Adam en el jardín de niños, me encontré con un ambiente entre tenso y… un maldito sentimiento que no quería tener que explicar.
Lía, mi compañera de trabajo, se movía alrededor del lugar emocionada, deleitada con la presencia del hombre en traje que observaba el menú atentamente.
Debía admitir que llegaba diez minutos tarde y definitivamente fue el peor día para hacerlo.
Pasando saliva lentamente me dirigí hacia la barra y mientras lo hacía su mirada se elevó hacia mí y observó mi recorrido mientras me barría el cuerpo completo con su mirada.
No es que estuviera muy presentable esa mañana en particular, y aunque mi hijo había despertado temprano decidió no despertarme porque había estado llorando en la madrugada cuando abrió sus ojos en alguna ocasión.
Ni siquiera me di cuenta de cuando despertó, pero definitivamente había visto algo que yo no quería.
Suspirando pesadamente me dirigí detrás de la barra tratando de ignorar su presencia, pero imposible, el ambiente estaba lleno de su olor, del poder que destilaba y todos estaban pendiente a él.
Aún, no había un solo cliente en el lugar, por lo que fue fácil para Lía pulular alrededor de él fingiendo que limpiaba las mesas.
Una vez me deshice de mi bolso y tomé mi bloc de notas y un lapicero me quedé de pie detrás de la barra.
Timmy, el chico de la caja me miró interrogante al ver que no avanzaba, esperé largos segundos hasta que Lía se dignó en venir.
—Sé que es mi zona —le susurré mientras me acercaba —¿pero puedes atenderla por mí? —a ella le brillaron los ojos con el pedido.
—Quiero que me atienda usted, señorita Davis.
Mi apellido saliendo de sus labios colocó mis pelos de punta y estuve a punto de atragantarme.
—Ve tú, por favor —pedí en un susurro desesperado.
—Lo siento, Daila, es el jefe ahora y no quiero desobedecerle el primer día.
—¿Qué? —cuestioné sin aliento ante sus palabras que se clavaron en mi pecho como puñales.
—El señor Miller vendió la cafetería a este señor hace un par de días, nos enteramos esta mañana cuando vino a abrir y a entregarle la llave.
No pude decir una sola palabra, solo pude observarlo a él y a la forma en la que dejaba caer el menú sobre la mesa para luego cruzar sus dedos sobre la mesa dejando en claro que estaba listo para ordenar.
Respirando profundamente y armándome con el valor que no tenía me acerqué con pasos lentos hasta estar a un lado de él.
—Buenos días ¿qué deseará ordenar? —con voz temblorosa recité mis líneas.
Él me observó de arriba abajo desaprobando mi presencia y quise escupirle en la cara que no me importaba si no aprobaba como me veía.
—Esta despedida —dijo claramente y mi boca se abrió cual pez fuera del agua.
—¿Qué? —cuestioné con un jadeo tembloroso.
Pero yo lo había escuchado, todos lo habíamos escuchado, incluso Harry, el cocinero, quien asomaba su cabeza por la pequeña ventana por donde pasaban los pedidos.
—Que está despedida, señorita Davis.
—¿Pero, por qué? —el cuestionamiento salió en forma de súplica a través de mis labios.
Definitivamente no, esto no podía pasar, si llegaba a despedirme tardaría semanas para encontrar un nuevo trabajo y si eso llegaba a suceder si acaso, no sería con los mismos horarios que tenía aquí, probablemente serían más extendidos y un sueldo probablemente más mediocre que el que ya tenía.
—En primer lugar, llegas tarde y según tengo entendido no es la primera vez que sucede, segundo, tu presencia no es particularmente atrayente para este negocio y tercero, tu servicio al cliente apesta —mi mano se apretó con fuerza alrededor del bloc de notas mientras un tic aparecía en mi ojo.
Intenté contenerme, intenté dejar pasarlo y tomar mis cosas para irme, pero su sonrisa arrogante dejándome saber que había ganado me hizo vibrar en una furia no clásica en mí.
—¡No puedes hacer esto solo porque te rechacé! —declaré sin preocuparme por las tres personas escuchando claramente nuestra conversación.
—Te dije que lo haría a mi manera si no elegías la tuya.
—Primero me cancelan todas mis presentaciones en el club por tu culpa y ahora me despides del único trabajo que me queda ¿cuál es tu maldito plan?
—Joderte hasta que sea tu única opción —su sonrisa de suficiencia me hizo lanzarle una patada a la silla frente a él llena de rabia.
—De ser mi comprador a ser mi única opción —reí incrédula sintiendo como la histeria viajaba por todo mi torrente sanguíneo —ni siquiera sé tu maldito nombre y me has arruinado peor que cualquiera.
—Pudo haber sido diferente, pero dije claramente que no te gustaría.
Sintiendo como las lágrimas picaban detrás de mis ojos ante su desinterés por como me hacía pedazos, me di la vuelta y me encaminé hacia mi bolso lanzando el maldito bloc de notas junto con el lapicero y una vez obtuve lo que me pertenecía me encaminé hacia la salida con fuertes pasos.
—Y Dalia —mis pies se detuvieron por unos segundos, pero no me atreví a mirarlo una vez más —mi nombre es Khail, Khail Petrov.
Y asimilando el nombre del hombre que se había propuesto arruinarme, salí de la cafetería sintiendo como mi corazón se deshacía cada vez que recordaba que ahora no tenía nada con lo cual sustentarme.
Mis pasos eran irregulares mientras caminaba por las calles de la ciudad, no tenía un destino específico, solo quería alejarme por unas horas de todo.De mi apartamento de mierda de dos compartimientos, del trabajo que ya no era mío, de la guardería en donde mi hijo se encontraba, del club en el que necesitaba trabajar.Simplemente caminé por las calles pareciendo una especie de alma en pena con rizos saliendo de mi moño y con las mejillas manchadas por las lágrimas que había derramado.Estaba desubicada, perdida, devastada.Estaba perdiendo todo y como si necesitara estar de vuelta en el principio, terminé recorriendo las calles de mi antiguo vecindario, ese en el que la casa de mi madre había
—Lo sentimos mucho, señorita, aparentemente hubo una confusión y el puesto ya ha sido ocupado, lamento mucho esto.No dije nada, ni siquiera le respondí, solo me levanté de mi lugar y me dirigí a la salida.No tenía por qué detenerme a escuchar lo que decía por más tiempo.Justo cuando salí de la cafetería mi móvil comenzó a timbrar y sin mirar el número desconocido la tomé con la esperanza de que fuera de alguna de las otras cafeterías.—La señora Cristi suele ser algo olvidadiza en ocasiones.Al escuchar su voz del otro lado de la línea toda mi piel se erizó y mi corazón com
Khail Petrov Mis ojos repasaron la foto varias veces antes de dejarla sobre mi escritorio boca abajo. Había estado observándola los últimos quince minutos sin poder detenerme. Ya era hora de olvidarme de ella por las próximas horas si quería tener un día provechoso. Pero era difícil no evocar a mis pensamientos su piel tersa y suave, sus ojos como un respiro en un bosque fresco, su cabello salvaje que por más tratara de peinar volvía a su estado natural. Simplemente no podía dejar de observar su belleza, belleza que quería admirar, tocar, poseer, una belleza de la que quería apoderarme. Soltando un suspiro me intenté levantar de mi escritorio para salir a tomar un poco de aire fresco e intentar bajar la tensión en mi polla cada que imaginaba su piel desnuda, pero en ese mismo instante Vol
Mis manos sudaban mientras me acercaba al enorme edificio corporativo y me cuestioné en mi mente si era correcto venir. Pero es que no tenía otra opción, cada paso que daba me llevaba al precipicio y todo por la forma en la que él se estaba adueñando de todo alrededor de mi vida. Había decidido ir después del almuerzo y aunque mi ropa no era la adecuada para el lugar al que estaba a punto de entrar, intenté con todas mis fuerzas aparentar estar segura de mis acciones y de lo que estaba haciendo. Con mi corazón martillando a una velocidad atemorizante contra mi pecho me acerqué a la puerta y el seguridad la abrió para mí sin molestarse en observarme por más tiempo del necesario. Al ver el enorme lugar repleto de personas que probablemente esperaban una cita con trajes a medida, tanto hombres como mujeres, me sentí jodidamente fuera de lugar. Pasando saliva de forma nerviosa me acerqué a la recepción y la hermosa mujer de cabello rubio analizó mi rostro con cuidado. —Buenas tardes
Él se hizo a un lado y me señaló el camino extendiendo su brazo.Yo caminé frente a él intentando que mis pasos no fueran temblorosos debido a toda la atención no solicitada que estaba recibiendo.Cuando llegué al ascensor y me adentré en él quedé en la parte delantera, él se fue hasta el final y sentí su cuerpo rozar el mío cuando se inclinó para presionar el último piso en el tablero del ascensor.Mi respiración se atascó y solo me relajé levemente cuando las puertas se cerraron dejándonos fuera de los ojos de las personas curiosas.—Estás nerviosa —lo escuché decir a mis espaldas —y asustada.No confirmé sus suposiciones, solo miré hacia los números en el tablero y cuando las puertas se abrieron salí algo apresurada encontrándome con una oficina de cristales con un escritorio y una mujer de cabello castaño del otro lado. Sus ojos se levantaron en nuestra dirección y salió apresuradamente mientras yo continuaba caminando.—¿Necesita algo señor? —cuestionó suavemente y lo escuché dar
Mi ceño se frunció al escuchar que me llamaba señora, pero lo dejé pasar y me hice a un lado al saber que claramente era el hombre que Khail había dicho que enviaría.Le señalé las cajas a un lado de la puerta y él la subió una arriba de la otra antes de levantarse con ellas en mano y salir de la casa.Tomé la maleta y dos mochilas que Adam y yo teníamos repletas con sus cosas y cerré la puerta despidiéndome de mi antigua vida.—Gracias por los alimentos —asentí hacia la mujer prostituta que compartía piso con nosotros y continuamos hacia las escaleras.Le había dejado todo lo que estaba en mi refrigerador y alacena frente a su puerta, después de todo terminaría descompuestas o vencidas si se me ocurría dejarlas ahí. Adam bajó primero que yo con pasos cuidadosos y sin querer sostenerse de la baranda.Yo sabía perfectamente por qué lo hacía. Él sabía que estaba sucio y tocarlo no era una opción para él.En cuanto estuvimos en el primer piso el hombre se acercó a nosotros y tomó mi mal
Una sonrisa bailó en los labios de Khail y estaba segura de que no se esperaba esa respuesta.—Tienes razón, mis disculpas.—Aceptadas, señor Petrov.—Solo dime Khail —pidió lentamente mientras levantaba una mano y hacía una seña a alguien que no podía ver.No pasó mucho tiempo cuando unas chicas de algunos veintitantos años entraron al comedor con platos cubiertos hasta dejarlos sobre la mesa frente a nosotros tres.Ellas llevaban vestidos negros acampanados con delantales blancos amarrados en la cintura y que pasaban por sus cuellos. Sus cabellos estaban recogidos en moños y una de ellas tenía una trenza que terminaba en el rebuscado moño trenzado.Era particularmente bonita. Con sus ojos azules enormes y largas pestañas, pero parecía tan recta cuando dejó el plato frente a mí y lo descubrió antes de irse por donde había venido junto a las demás que no pude identificar correctamente, ya que solo ella se había llevado mi atención.Frente a mí había un delicioso plato. Parecía ser un
Había hecho tantas cosas de las cuales no me arrepentía y todo para tenerla aquí y ahora. Acurrucada junto al pequeño niño que se aferraba a su cuerpo mientras descansaba en una cama del segundo piso de mi mansión. Definitivamente no era algo que había estado considerando a largo plazo. Pero de una forma u otra la sensación me dio cierta calidez con la cual fue difícil luchar. Soltando un suspiro suave y lento me di la vuelta y salí de la habitación cerrando la puerta detrás de mí con cuidado. Ambos tenían habitaciones separadas, pero supuse que después del largo día que tuvieron que pasar ambos al cambiarse de hogar, terminaron dormidos sobre su cama con las mismas prendas con las que habían llegado. Sintiendo mi sangre vibrar en mis venas y recorrer mi cuerpo hasta mi ingle, me encaminé hacia la última habitación del pasillo y empujé la puerta sintiendo la frustración recorrerme todo el cuerpo. Había tenido una erección toda la m*****a noche mientras intentaba pasar bocado con