Capítulo 12

Mi ceño se frunció al escuchar que me llamaba señora, pero lo dejé pasar y me hice a un lado al saber que claramente era el hombre que Khail había dicho que enviaría.

Le señalé las cajas a un lado de la puerta y él la subió una arriba de la otra antes de levantarse con ellas en mano y salir de la casa.

Tomé la maleta y dos mochilas que Adam y yo teníamos repletas con sus cosas y cerré la puerta despidiéndome de mi antigua vida.

—Gracias por los alimentos —asentí hacia la mujer prostituta que compartía piso con nosotros y continuamos hacia las escaleras.

Le había dejado todo lo que estaba en mi refrigerador y alacena frente a su puerta, después de todo terminaría descompuestas o vencidas si se me ocurría dejarlas ahí.

Adam bajó primero que yo con pasos cuidadosos y sin querer sostenerse de la baranda.

Yo sabía perfectamente por qué lo hacía. Él sabía que estaba sucio y tocarlo no era una opción para él.

En cuanto estuvimos en el primer piso el hombre se acercó a nosotros y tomó mi mal
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