La habitación queda en un completo silencio y siento como si me hubieran echado un balde de agua fría encima. Mi corazón se acelera de golpe y mis manos sudaban y temblaban sin control. Esto... Esto no puede ser posible. —¿Qué? —susurro sin aliento, totalmente perdida de lo que pasaba a mi alrededor—. ¿Teresa murió? Pero, ella... Dios. —Esta mañana Alex me llamó pidiendo el día libre porque su mamá había tenido una crisis. —Los ojos se me llenan de lágrimas en cuanto escucho aquella explicación. Así que fue por eso que no apareció esta mañana. Él sí estaba sufriendo y yo...—. Y cuando estaba afuera esperando, lo volvieron a llamar informándole lo que había pasado. Frank está yendo a la clínica para acompañarlo. No. —Tengo que irme… Yo tengo que ir. —Murmuro para mí misma, atrayendo la atención de mis padres—. Papá, tengo que ir con Alex... —Princesa, estás herida y no es el momento para eso. —¡Tengo que ir! —exclamo desesperada, intentando quitarme la intravenosa para poder l
Las cosas que sucedieron los siguientes días no fueron mejores. Todo, absolutamente todo, había cambiado de la noche a la mañana.Sobre todo para él.Ese día en el hospital ni siquiera pude ver a Alex. Mamá me sacó de allí minutos después de que Micaela me dijera aquellas horribles palabras que seguían grabadas en lo más profundo de mi mente. Sabía que papá le había dicho que había ido con ellos, pero después de lo que la rubia me había dicho, él realmente debía odiarme.Al día siguiente, fuimos al funeral de Teresa. Nunca antes me había sentido tan mal como ese día; Alex ni siquiera lloraba. Durante todo el tiempo que estuve ahí, ni siquiera se inmutó; fue como si hubiera estado en shock todo el tiempo. También pude constatar lo realmente pequeño que era el círculo de Alex. Junto a él solo estuvieron Micaela, Frank y un chico que parecía ser muy amigo suyo. De resto, no había ningún otro familiar de Alex.Vagamente recordaba que la familia del castaño se trataba únicamente de él y T
—Esto no es una buena idea —digo, girándome para ver a mi tío en cuanto estacionamos frente a la casa de Alex.El tío Evan me había convencido de venir a casa de mi guardaespaldas y finalmente disipar cualquier duda que hubiera entre los dos. Si él realmente me odiaba o tenía algún tipo de rencor hacia mí, necesitaba saberlo.Y si no, si él no me guardaba ninguna clase de rencor, no podía seguir alejada de esa forma. Él necesitaba a alguien para poder menguar un poco su dolor. No me gustaba estar tanto tiempo sin noticias suyas.Estaba preocupada por él.Sin embargo, ahora que estaba frente a su casa, me parecía la mayor estupidez que había cometido en mi vida.No tengo las fuerzas necesarias para verlo.—A mí me parece una excelente idea, Liv. —Silbaba mientras observaba todo a su alrededor. El pintoresco barrio donde vivía Alex estaba un poco vacío, pero siempre había algunos niños jugando y riendo, sin importar la hora. Sin importar que ahora mismo fuera de noche—. Ya deja el miedo
—Hola. Vine a...—A nada... ¿No entiendes que no te queremos aquí? —Me estremezco al escuchar a Micaela decir esas palabras, pero no digo nada. Estando Alex a tan pocos pasos de mí, me sentía desarmada—. ¡Ya vete a tu enorme castillo y déjanos en paz!—Micaela...—¿Qué? ¿Vas a aceptarla en la casa? —Pregunta la rubia alterada y el castaño simplemente suspira como si estuviera cansado—. Sabes que fue por ella que...—¡Ya cállate, Micaela! —La rubia sucumbe ante aquel grito lleno de cansancio y guarda silencio. Incluso yo me había sorprendido—. Por favor, vete a tu casa.—Alex...—Micaela, vete, por favor, ya es tarde. Además, te he dicho que no es necesario que estés aquí. —Le lanza el castaño con una calma que hasta a mí me había helado la sangre.Micaela parecía sacada de su zona de confort. Creo que nunca había visto al castaño actuar de esa manera.Yo sí lo había visto, aquella vez que se enojó conmigo por haberle ocultado la decisión de su madre.—He estado contigo todos estos día
[Alex]En el segundo en que Liv abandonó la casa de mi madre, me arrepentí de absolutamente todo lo que le había dicho. Nunca quise decirle que había sido un error el haberme involucrado con ella, mucho menos llamarla niña inmadura.Jamás he pensado eso de ella. Liv era perfecta ante mis ojos, pero ciertamente tenía un don especial para hacerme perder la paciencia.Los últimos días habían sido los peores de mi vida, tanto por la pérdida de mi madre como por la ausencia de Liv. No sabía con cuál de las dos me sentía peor, pero en definitiva, me encontraba sufriendo en un abismo profundo y oscuro del cual no sabía si saldría alguna vez.Me dolía el alma.Haber perdido a mi mamá era un sentimiento indescriptible. Un dolor que no tenía comparación, ni siquiera sabía cómo me sentía. Mamá y yo habíamos sufrido mucho mientras luchábamos contra su cáncer. Sabía que ella estaba cansada y que solo quería descansar, pero aceptar que ya no estaría aquí para darme los buenos días, para preguntarme
[Alex]—Ya... Ya, tranquila... Estoy aquí, Liv... ¿Estás bien? —Le pregunto en voz baja mientras sentía cómo sus delgados brazos se aferraban a mi cuerpo, temiendo soltarse, sintiendo cómo su cuerpo temblaba en mis brazos.—No, no estoy bien, Alex... ¿Por qué siempre me pasa lo mismo? —Pregunta, su voz entrecortada por los sollozos. Suelto un largo suspiro y la aprieto más fuerte, como si eso me permitiera protegerla de cualquier cosa que pudiera amenazarla.En ese abrazo, sentía que había ganado la pelea, pero la batalla por su seguridad apenas comenzaba.—No es culpa tuya, tiranosaurio. Los hombres somos la peor basura del universo. —Le aseguro mientras acariciaba su oscuro cabello.El oscuro historial que tenía mi tiranosaurio con los hombres era digno de estudio. Desafortunadamente, los atraía como la miel a las abejas.Y solo tenía dieciocho años.—¿Qué haces aquí? —Pregunta, sonando su nariz, ya un poco más tranquila.—Vine a rescatarte. Ya sabes que mi trabajo nunca termina. —I
—Fue Micaela. —Alex detiene sus caricias en mi espalda y me mira con esos preciosos ojos grises que tanto me gustaban, luego me da un beso en la frente— Ese mismo día le rogué a papá que me llevara a la clínica donde estabas y me encontré con Micaela. Ella fue la que me dijo que jamás me perdonarías por haberte robado los últimos momentos con tu madre.No sabía si había hecho lo correcto al decirle todo esto, sobre todo porque era consciente de que Micaela había sufrido mucho con la muerte de Teresa, pero Alex me había insistido para que le dijera quién había puesto esa idea en mi cabeza.La verdad es que aún seguía creyendo que era cierto.Aunque él fingiera que no pasaba nada.—Ay, Mica... Micaela, ¿qué hiciste? —Alex suspira, hablando para sí mismo y reanudando de nuevo sus caricias en mi espalda desnuda. Ambos estábamos en su diminuta cama, únicamente cubiertos con una delgada sábana. Nos había sido imposible no hacer combustión juntos. No después de estar tanto tiempo separados—
Por más que intentaba mantener una postura seria mientras mi padre seguía diciendo que aprobaba mi supuesta relación con Jared Calloway, no podía mantenerla durante mucho tiempo. Solté una fuerte carcajada que silenció a papá de todas las palabras que estaba diciendo.—¿Qué sucede, Liv? —pregunta él, viéndome confundido, sin entender qué estaba pasando.Sabía que probablemente parecía una lunática al reírme de este modo, pero es que no podía entender cómo papá podía creer que realmente me interesaba alguien como Jared.Me decepcionas, papá. Pensé que me conocías.—Lo siento... —Intento tomar un poco de aire, tratando de tomar la situación con seriedad, aunque no estaba resultando mucho que digamos— Papá, disculpa, pero es tan gracioso.—¿Qué es gracioso? —Pregunta, inclinándose hacia el frente.—Que pienses que me guste Jared.Aquella confesión lo hace fruncir el ceño. ¿De dónde habrá sacado aquello?—¿No es así? —¡No! —exclamo, sintiéndome un poco ofendida. Me avergonzaba del tiemp