[Alex]Lanzo el teléfono con fuerza hacia la parte trasera del auto mientras el rugido del motor resonaba en mis oídos. Pero ni siquiera ese sonido lograba ahogar el caos en mi mente.Liv había desaparecido. Mi Liv. La única persona, aparte de mi madre, que me importaba más que mi propia vida.¡Maldita sea!Apretaba el volante con tanta fuerza que los nudillos se me pusieron blancos. No podía dejar de pensar en aquel maldito que había intentado... No. Ese cabrón no volverá a lastimarla.Sacudo la cabeza, tratando de despejar esos pensamientos. No podía permitirme perder el control. No ahora. No cuando Liv me necesitaba. Sin embargo, la desesperación me estaba consumiendo. Había dejado a mi madre en el hospital y, aunque Micaela estaba con ella, no podía evitar sentirme como una basura por no estar a su lado cuando más me necesitaba. Pero no podía soportar la idea de que algo le hubiera pasado a Liv y yo no haber hecho nada para ayudarla.Necesitaba saber que estaba bien. Necesitaba ve
—Mamá, estoy bien. —Me quejo un poco al sentir otro beso en la parte posterior de la cabeza, pero sonrío cuando ella hace un pequeño puchero muy parecido al mío, lo que hace reír a papá—. Bueno, está bien, pero esta vez abrázame, ¿sí?Ni siquiera tengo que decirlo dos veces; de inmediato, mamá me envuelve delicadamente en sus brazos, acunándome como si fuera un pequeño bebé. Imaginaba lo asustada que habría estado al escuchar que había sido atacada por ese idiota que se había propuesto a fastidiarme la vida. Afortunadamente, Alex había llegado justo a tiempo a salvarme.Una vez más me había salvado.Él siempre me salvaba.—¿Estás bien, pequeña? —Una vez más soy besada, pero esta vez en la mejilla—. ¿Segura que no te duele nada?—Estoy bien, mamá. —Repito una vez más y ella sonríe acariciando mi cabello. Papá se ríe al ver aquella escena y hace el ademán de acercarse a nosotras, pero su teléfono parece vibrar en sus bolsillos, así que se detiene y sale de la habitación a responder aque
La habitación queda en un completo silencio y siento como si me hubieran echado un balde de agua fría encima. Mi corazón se acelera de golpe y mis manos sudaban y temblaban sin control. Esto... Esto no puede ser posible. —¿Qué? —susurro sin aliento, totalmente perdida de lo que pasaba a mi alrededor—. ¿Teresa murió? Pero, ella... Dios. —Esta mañana Alex me llamó pidiendo el día libre porque su mamá había tenido una crisis. —Los ojos se me llenan de lágrimas en cuanto escucho aquella explicación. Así que fue por eso que no apareció esta mañana. Él sí estaba sufriendo y yo...—. Y cuando estaba afuera esperando, lo volvieron a llamar informándole lo que había pasado. Frank está yendo a la clínica para acompañarlo. No. —Tengo que irme… Yo tengo que ir. —Murmuro para mí misma, atrayendo la atención de mis padres—. Papá, tengo que ir con Alex... —Princesa, estás herida y no es el momento para eso. —¡Tengo que ir! —exclamo desesperada, intentando quitarme la intravenosa para poder l
Las cosas que sucedieron los siguientes días no fueron mejores. Todo, absolutamente todo, había cambiado de la noche a la mañana.Sobre todo para él.Ese día en el hospital ni siquiera pude ver a Alex. Mamá me sacó de allí minutos después de que Micaela me dijera aquellas horribles palabras que seguían grabadas en lo más profundo de mi mente. Sabía que papá le había dicho que había ido con ellos, pero después de lo que la rubia me había dicho, él realmente debía odiarme.Al día siguiente, fuimos al funeral de Teresa. Nunca antes me había sentido tan mal como ese día; Alex ni siquiera lloraba. Durante todo el tiempo que estuve ahí, ni siquiera se inmutó; fue como si hubiera estado en shock todo el tiempo. También pude constatar lo realmente pequeño que era el círculo de Alex. Junto a él solo estuvieron Micaela, Frank y un chico que parecía ser muy amigo suyo. De resto, no había ningún otro familiar de Alex.Vagamente recordaba que la familia del castaño se trataba únicamente de él y T
—Esto no es una buena idea —digo, girándome para ver a mi tío en cuanto estacionamos frente a la casa de Alex.El tío Evan me había convencido de venir a casa de mi guardaespaldas y finalmente disipar cualquier duda que hubiera entre los dos. Si él realmente me odiaba o tenía algún tipo de rencor hacia mí, necesitaba saberlo.Y si no, si él no me guardaba ninguna clase de rencor, no podía seguir alejada de esa forma. Él necesitaba a alguien para poder menguar un poco su dolor. No me gustaba estar tanto tiempo sin noticias suyas.Estaba preocupada por él.Sin embargo, ahora que estaba frente a su casa, me parecía la mayor estupidez que había cometido en mi vida.No tengo las fuerzas necesarias para verlo.—A mí me parece una excelente idea, Liv. —Silbaba mientras observaba todo a su alrededor. El pintoresco barrio donde vivía Alex estaba un poco vacío, pero siempre había algunos niños jugando y riendo, sin importar la hora. Sin importar que ahora mismo fuera de noche—. Ya deja el miedo
—Hola. Vine a...—A nada... ¿No entiendes que no te queremos aquí? —Me estremezco al escuchar a Micaela decir esas palabras, pero no digo nada. Estando Alex a tan pocos pasos de mí, me sentía desarmada—. ¡Ya vete a tu enorme castillo y déjanos en paz!—Micaela...—¿Qué? ¿Vas a aceptarla en la casa? —Pregunta la rubia alterada y el castaño simplemente suspira como si estuviera cansado—. Sabes que fue por ella que...—¡Ya cállate, Micaela! —La rubia sucumbe ante aquel grito lleno de cansancio y guarda silencio. Incluso yo me había sorprendido—. Por favor, vete a tu casa.—Alex...—Micaela, vete, por favor, ya es tarde. Además, te he dicho que no es necesario que estés aquí. —Le lanza el castaño con una calma que hasta a mí me había helado la sangre.Micaela parecía sacada de su zona de confort. Creo que nunca había visto al castaño actuar de esa manera.Yo sí lo había visto, aquella vez que se enojó conmigo por haberle ocultado la decisión de su madre.—He estado contigo todos estos día
[Alex]En el segundo en que Liv abandonó la casa de mi madre, me arrepentí de absolutamente todo lo que le había dicho. Nunca quise decirle que había sido un error el haberme involucrado con ella, mucho menos llamarla niña inmadura.Jamás he pensado eso de ella. Liv era perfecta ante mis ojos, pero ciertamente tenía un don especial para hacerme perder la paciencia.Los últimos días habían sido los peores de mi vida, tanto por la pérdida de mi madre como por la ausencia de Liv. No sabía con cuál de las dos me sentía peor, pero en definitiva, me encontraba sufriendo en un abismo profundo y oscuro del cual no sabía si saldría alguna vez.Me dolía el alma.Haber perdido a mi mamá era un sentimiento indescriptible. Un dolor que no tenía comparación, ni siquiera sabía cómo me sentía. Mamá y yo habíamos sufrido mucho mientras luchábamos contra su cáncer. Sabía que ella estaba cansada y que solo quería descansar, pero aceptar que ya no estaría aquí para darme los buenos días, para preguntarme
[Alex]—Ya... Ya, tranquila... Estoy aquí, Liv... ¿Estás bien? —Le pregunto en voz baja mientras sentía cómo sus delgados brazos se aferraban a mi cuerpo, temiendo soltarse, sintiendo cómo su cuerpo temblaba en mis brazos.—No, no estoy bien, Alex... ¿Por qué siempre me pasa lo mismo? —Pregunta, su voz entrecortada por los sollozos. Suelto un largo suspiro y la aprieto más fuerte, como si eso me permitiera protegerla de cualquier cosa que pudiera amenazarla.En ese abrazo, sentía que había ganado la pelea, pero la batalla por su seguridad apenas comenzaba.—No es culpa tuya, tiranosaurio. Los hombres somos la peor basura del universo. —Le aseguro mientras acariciaba su oscuro cabello.El oscuro historial que tenía mi tiranosaurio con los hombres era digno de estudio. Desafortunadamente, los atraía como la miel a las abejas.Y solo tenía dieciocho años.—¿Qué haces aquí? —Pregunta, sonando su nariz, ya un poco más tranquila.—Vine a rescatarte. Ya sabes que mi trabajo nunca termina. —I