—No me importa que no tengan registro de entrada, el imbécil está aquí y lo quiero al otro lado del mundo o tres metros bajo tierra.Me estremezco al escuchar ese tono tan hostil con el que papá estaba hablando en su oficina. Mamá también estaba con él, y a mí me habían dejado descansando en mi habitación, pero sabía que después de lo que les había contado, ninguno de los dos se quedaría tranquilo hasta que no lograran deshacerse de ese mal nacido, por lo que tuve que bajar a escondidas para poder escuchar qué estaba pasando.Sabía que estaba segura bajo el estricto cuidado que me tenía papá, pero había algo que me daba mala espina. ¿Cómo es posible que nadie se hubiera dado cuenta de que Daniel había vuelto a la ciudad?¿Su familia lo estaba apoyando?¿Cómo demonios consiguió mis datos personales?Alguien se los tuvo que haber dado, y eso solo significaba que estaba más cerca de mí de lo que todos pensábamos.¿Quién de mi círculo social le estaba pasando información a ese monstruo?
Tres días.Tres días habían pasado y yo ya sentía que me estaba volviendo loca en este encierro.Mi vida se había reducido a ir a la universidad y regresar a casa. Mis entrenamientos de gimnasia y resistencia habían quedado suspendidos hasta nuevo aviso. También mis salidas con las chicas y mis visitas al orfanato donde hacía voluntariado. En resumen, todo en mi vida se había detenido por culpa del maldito de Daniel.Incluso mis encuentros clandestinos con Alex se habían visto afectados. Papá había destinado dos guardaespaldas más para reforzar mi seguridad. Ni siquiera pude negarme; Alex no me dejó. Después de que papá le contó todo lo que había pasado con Daniel y que él había sido el causante de mi ataque de pánico, se había vuelto completamente loco.Claro, por dentro. Por fuera, seguía siendo el mismo robot de siempre.Aunque conmigo sí había cambiado. Ahora estaba más atento a mi alrededor, no dejaba que casi nadie se me acercara. Le daba instrucciones a los demás hombres a su c
[Alex]Jamás pensé que estos últimos días serían los más agotadores de toda mi vida. Vigilar a Liv y estar pendiente de ese mal nacido que quería atacarla era más difícil de lo que imaginaba.Cuando el señor Walker me informó quién había sido el responsable del ataque de pánico de Liv y que, gracias a ella, ya conocía todo lo que le había hecho ese maldito, me desconecté de absolutamente todo lo que decía mi jefe. Mi mente se llenó de imágenes sobre cómo podría hacerle pagar al hombre que se había atrevido a lastimar a la mujer que me gustaba.Fue solo cuando el señor Walker me mostró la foto del tipejo, que apenas era unos meses mayor que Liv, que mis macabros y tortuosos pensamientos adquirieron un rostro al que lastimar con gusto.Quería tenerlo frente a mí y hacerle pagar por todo lo que estaba sufriendo Liv a causa de él. ¿Cómo se atrevía a volver después de todo lo que había hecho?¡La había amenazado, joder!Según el señor Walker, el imbécil tenía antecedentes penales por robo
[Alex]Lanzo el teléfono con fuerza hacia la parte trasera del auto mientras el rugido del motor resonaba en mis oídos. Pero ni siquiera ese sonido lograba ahogar el caos en mi mente.Liv había desaparecido. Mi Liv. La única persona, aparte de mi madre, que me importaba más que mi propia vida.¡Maldita sea!Apretaba el volante con tanta fuerza que los nudillos se me pusieron blancos. No podía dejar de pensar en aquel maldito que había intentado... No. Ese cabrón no volverá a lastimarla.Sacudo la cabeza, tratando de despejar esos pensamientos. No podía permitirme perder el control. No ahora. No cuando Liv me necesitaba. Sin embargo, la desesperación me estaba consumiendo. Había dejado a mi madre en el hospital y, aunque Micaela estaba con ella, no podía evitar sentirme como una basura por no estar a su lado cuando más me necesitaba. Pero no podía soportar la idea de que algo le hubiera pasado a Liv y yo no haber hecho nada para ayudarla.Necesitaba saber que estaba bien. Necesitaba ve
—Mamá, estoy bien. —Me quejo un poco al sentir otro beso en la parte posterior de la cabeza, pero sonrío cuando ella hace un pequeño puchero muy parecido al mío, lo que hace reír a papá—. Bueno, está bien, pero esta vez abrázame, ¿sí?Ni siquiera tengo que decirlo dos veces; de inmediato, mamá me envuelve delicadamente en sus brazos, acunándome como si fuera un pequeño bebé. Imaginaba lo asustada que habría estado al escuchar que había sido atacada por ese idiota que se había propuesto a fastidiarme la vida. Afortunadamente, Alex había llegado justo a tiempo a salvarme.Una vez más me había salvado.Él siempre me salvaba.—¿Estás bien, pequeña? —Una vez más soy besada, pero esta vez en la mejilla—. ¿Segura que no te duele nada?—Estoy bien, mamá. —Repito una vez más y ella sonríe acariciando mi cabello. Papá se ríe al ver aquella escena y hace el ademán de acercarse a nosotras, pero su teléfono parece vibrar en sus bolsillos, así que se detiene y sale de la habitación a responder aque
La habitación queda en un completo silencio y siento como si me hubieran echado un balde de agua fría encima. Mi corazón se acelera de golpe y mis manos sudaban y temblaban sin control. Esto... Esto no puede ser posible. —¿Qué? —susurro sin aliento, totalmente perdida de lo que pasaba a mi alrededor—. ¿Teresa murió? Pero, ella... Dios. —Esta mañana Alex me llamó pidiendo el día libre porque su mamá había tenido una crisis. —Los ojos se me llenan de lágrimas en cuanto escucho aquella explicación. Así que fue por eso que no apareció esta mañana. Él sí estaba sufriendo y yo...—. Y cuando estaba afuera esperando, lo volvieron a llamar informándole lo que había pasado. Frank está yendo a la clínica para acompañarlo. No. —Tengo que irme… Yo tengo que ir. —Murmuro para mí misma, atrayendo la atención de mis padres—. Papá, tengo que ir con Alex... —Princesa, estás herida y no es el momento para eso. —¡Tengo que ir! —exclamo desesperada, intentando quitarme la intravenosa para poder l
Las cosas que sucedieron los siguientes días no fueron mejores. Todo, absolutamente todo, había cambiado de la noche a la mañana.Sobre todo para él.Ese día en el hospital ni siquiera pude ver a Alex. Mamá me sacó de allí minutos después de que Micaela me dijera aquellas horribles palabras que seguían grabadas en lo más profundo de mi mente. Sabía que papá le había dicho que había ido con ellos, pero después de lo que la rubia me había dicho, él realmente debía odiarme.Al día siguiente, fuimos al funeral de Teresa. Nunca antes me había sentido tan mal como ese día; Alex ni siquiera lloraba. Durante todo el tiempo que estuve ahí, ni siquiera se inmutó; fue como si hubiera estado en shock todo el tiempo. También pude constatar lo realmente pequeño que era el círculo de Alex. Junto a él solo estuvieron Micaela, Frank y un chico que parecía ser muy amigo suyo. De resto, no había ningún otro familiar de Alex.Vagamente recordaba que la familia del castaño se trataba únicamente de él y T
—Esto no es una buena idea —digo, girándome para ver a mi tío en cuanto estacionamos frente a la casa de Alex.El tío Evan me había convencido de venir a casa de mi guardaespaldas y finalmente disipar cualquier duda que hubiera entre los dos. Si él realmente me odiaba o tenía algún tipo de rencor hacia mí, necesitaba saberlo.Y si no, si él no me guardaba ninguna clase de rencor, no podía seguir alejada de esa forma. Él necesitaba a alguien para poder menguar un poco su dolor. No me gustaba estar tanto tiempo sin noticias suyas.Estaba preocupada por él.Sin embargo, ahora que estaba frente a su casa, me parecía la mayor estupidez que había cometido en mi vida.No tengo las fuerzas necesarias para verlo.—A mí me parece una excelente idea, Liv. —Silbaba mientras observaba todo a su alrededor. El pintoresco barrio donde vivía Alex estaba un poco vacío, pero siempre había algunos niños jugando y riendo, sin importar la hora. Sin importar que ahora mismo fuera de noche—. Ya deja el miedo