Capítulo 2

- Quedaras con una pensión mensual, además de la casa matrimonial y tu coche - me dice Rodrigo.

- ¿Dónde dice eso? - pregunto a mi abogado con el ceño fruncido, ya que pedí expresamente no quedarme con nada en este divorcio y Tatiana tomando el documento con sus manos me indica donde se dice aquello.

Tacho todo lo que mi pronto ex esposo me está dando por el divorcio ante tu atónita mirada, la de Rodrigo y por supuesto, la de derrota de mi amiga.

- ¿¡Qué haces!? - pregunta y después de semanas, vuelvo a escuchar su voz.

- No quiero nada de ti, no me case por tu dinero. Recuerda que cuando lo hicimos, no teníamos ni donde caer muerto - le digo sin verlo, no puedo hacerlo, me duele demasiado todavía la decisión que tomo para mirarlo a los ojos y hacer como esto no me duele.

Puedo sentir su mirada sobre mí y puedo imaginar todo lo que por su mente debe de estar pasando, lo conozco demasiado o bueno, pensé que lo hacía.

- Eso te corresponde, tu ayudaste a que hoy en día tenga lo que he construido - dice con la voz algo apagada al final.

- No, no hace falta, no quiero nada que me recuerde a ti - le digo con rabia en la voz.

- Alessia...- mi nombre salir de sus labios es el incentivo que necesitaba para acabar con todo esto y firmo el documento que me hace una mujer libre otra vez.

Me duele el pecho, el corazón me sangra por lo que acabo de hacer, pero ya está, soy libre otra vez y el también de hacer lo que quiera con su vida.

Escucho a lo lejos como Rodrigo dice algunas cosas, a las que no les presto demasiada atención por estar enfocada en los recuerdos de mi pasado con Alexander.

Me pongo de pie de un salto porque ya no aguanto más, tomo mi cartera y extiendo mi mano hasta mi buen amigo.

- Gracias por todo y si no hay nada más que hablar, yo me retiro - le hago saber y él con una profunda tristeza asiente.

- No, no hay nada más, lo demás lo vere con Tatiana - dice y yo asiento.

Respiro profundamente y calmando a mi herido corazón, me giro en dirección a quien ahora, es mi ex esposo para darle la mirada, que espero, sea la última en esta vida.

La respiración me abandona por breves segundos, mi mente me trae al presente todos los maravillosos recuerdos que vivimos juntos pero que desde ahora, deben de quedar en el pasado.

- Alexander...- pronuncio su nombre por última vez, ya que desde hoy, me dedicaré a olvidarlo.

Extiendo mi mano para despedirme de él de aquella manera, porque es la única forma de no morir en el intento.

Ya que si se me acerca aunque sea un poco, me lanzaré a sus brazos a llorar y a suplicar, porque no me deje, que no me abandone.

Y no, todavía conservo mi dignidad ante todo y más, ante él.

- Alessia - dice el viéndome con una mezcla de sentimientos que no deseo analizar o me destruirán todavía más.

Alexander toma mi mano y una corriente me recorre y parece que a él también.

Que ironías de la vida, nosotros recién divorciados porque supuestamente ya no hay más amor de su parte, pero todavía sintiendo la misma corriente que siempre a estado presente entre nosotros.

Así que con rapidez alejo mi mano de la suya, ya que no deseo sentir su tacto nunca más y sus ojos heridos por mi acción, me indican que debo salir de aquí lo mas pronto posible.

- Espero que ahora encuentres lo que andas buscando y que conmigo no pudiste conseguir...- suelto con un nudo en la garganta que intento no demostrar, ya me ha herido lo suficiente y sus ojos, me demuestran una tristeza que no deseo presenciar y más, cuando fue él quien provocó todo esto -...espero seas feliz, jamás te podría desear el mal y gracias, gracias por estos años que me diste a tu lado y que aunque no me gustaría olvidar, es lo que me dedicaré a hacer de ahora en adelante - le digo con sinceridad, jamás le he mentido y ahora, menos lo haré.

- ¿Qué quieres decir con eso? - pregunta entre molesto y confundido y con cierto pánico en su voz.

- Que si bien, tu decidiste terminar con nuestro matrimonio, yo he decidido olvidarte y hacer de cuentas, que lo nuestro, nunca sucedió - le digo haciendo que toda la oficina quede en un incómodo silencio.

Y aprovechando el aturdimiento de los presentes, tomo mi cartera, mi abrigo, mi dignidad y mi libertad conmigo, saliendo de aquella oficina, donde mi corazón herido se ha quedado.

No miro hacia atrás, ya todo terminó y no hay más.

Ahora es tiempo de olvidar, de mejorar, de crecer y avanzar por un futuro mejor.

Se que me esperan grandes cosas y que mi pasado, solo me servirá para motivarme, de a donde no debo de regresar jamás.

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