Capítulo 4

- Sigo considerando que todo esto es un error - dice Tatiana y yo solo me encojo de hombros, siguiendo con mi misión de guardar mis cosas para salir de aquí.

Ya la mayoría las tenía en cajas y en maletas, pero había algunas que todavía me faltaban.

El mismo día que Alexander me pidió el divorcio, fue el día que salió de esta casa para no volver más. No espere que lo hiciera, con todo el dolor que representaba en mi saberlo fuera de mi vida, prefería que se mantuviera lejos a tener que verlo una vez más.

Sus cosas todavía permanecer en la casa, incluso su anillo de matrimonio sigue estando en su velador, el que no he querido ni tocar por miedo a derrumbarme de nuevo o de una manera irreversible.

Dormir durante noches viendo como aquel anillo que en su momento significo tanto me destrozaba, me hacia llorar a mares por lo que tuvimos y que ahora ya no es más.

El ver su anillo, fue prueba de que ya él no me amaba, de que deseaba una vida lejos de mí, que sus gustos, estándares y propósitos en la vida ya no necesitaban de mi presencia en su vida.

Imágenes de el junto a otras mujeres cada vez se fueron haciendo mas frecuentes, las personas comenzaron a hablar de mí, a murmuras cosas a mi espalda y a ser el centro de atención donde fuera sin quererlo, todo gracias a sus malditas actitudes.

Me dolió su petición, pero me dolió mucho mas que siguiera su vida como si nada o peor aún, como si yo nunca hubiera existido o sido importante en su vida.

La ultimas semanas han sido un infierno para mí, lo único que agradezco de todo esto, es que el divorcio se hizo más rápido de lo normal para no tener que seguir sufriendo por las acciones de mi ahora, ex esposo.

- Ya no hay nada que hacer, la decisión de mi ex esposo ya se llevó a cabo y ahora, cada uno es libre de hacer lo que se le plazca - le digo caminando al baño en busca de las cosas que me quedan.

- Es un imbécil, no sé qué sucedió con él para que decidiera divorciarse de ti, ya que no he visto hombre más enamorado que él - dice y mi corazón se aprieta por sus palabras.

Los últimos meses estábamos mal, muy mal, pero frente a los demás aparentábamos que no, que éramos los mismos de siempre y quizás por eso dice aquello pero la realidad era completamente diferente.

- Las apariencias engañan y lo que viste, no es más que producto de tu imaginación o de lo que nosotros les hicimos creer a los demás. Llevábamos meses mal, él ya no me quería como antes, y el hecho, de que la última vez que me toco fueran cuatro meses antes de pedirme el divorcio, te dice que Alexander hacía tiempo, había dejado de quererme, de amarme de la manera en que lo hacía en el pasado - le digo con pesar y resignación, ahora ya no vale la pena pensar en cómo sucedieron las cosas.

Ya lo hecho hecho esta y nada se puede cambiar.

- Te mereces algo mejor y Alexander, estoy segura, que se arrepentirá, si es que ya no lo está - me dice y yo asiento.

- No me importa, decidí olvidarlo y eso es lo que haré - le digo cerrando una de las maletas.

- ¿Qué harás? ¿Dónde iras? Esta es tu casa, no sé porque no la quisiste - me dice Tatiana algo molesta por mi decisión.

- Deseo olvidarlo y quedarme aquí, solo sería un recordatorio de todo lo que sucedió entre nosotros, de lo mal que la pasé el último tiempo, de todas las veces que lo espere y que lloré por su ausencia. Ya sufrí lo suficiente por un hombre del que hoy desconozco y del que ya no vale la pena seguir sufrir, necesito avanzar y para aquello, debo dejar todo de lado - le hago saber cerrando la última maleta que me quedaba.

- Lo entiendo, pero al menos ese infeliz debería haber pagado todo lo que te ha hecho con bienes materiales y dinero, es lo mínimo que debía hacer por ti, por lo que tuvieron - dice extremadamente molesta y yo solo sonrió.

Amo que me cuide como si fuera una niña pequeña, sé que está molesta y dolida con todo esto pero prefiero este final a uno peor.

- Probablemente, pero como dije en aquella oficina, jamás estuve con él por sus bienes o su dinero y así como estuve a su lado teniendo cero peso en los bolsillos, así mismo me alejo de él pero con la cabeza en alto teniendo claro lo que di y que no se supo valorar por el hombre que alguna vez me supo amar - me digo con tristeza, porque duele, pero sé que con el tiempo pasará y volveré a sonreír como lo hacía antes de que la nube negra, se posara en mi cabeza.

Las personas del aseo de la casa se acercan a mi habitación y comienzan a sacar mis cosas. Bajamos con ayuda de mi amiga las maletas hasta quedar en la gran sala de estar.

Esta casa la adquirimos porque había decido que a lo mucho, en un año más, comenzaríamos con la expansión de nuestra familia. La compramos pensando que seria la casa de nuestros futuros hijos y ahora, es simplemente una casa vacía con recuerdos dolorosos por doquier.

- Antonia, que no quede nada mío en esta casa, limpia de tal manera que luzca como si yo jamás hubiera vivido aquí - le digo y ella me ve con profundo pesar.

- ¿Y los cuadros? - me pregunta y al alzar mi rostro, veo el cuadro de nuestro matrimonio colgado en la sala de estar.

Nos vemos felices, enamorados y comprometidos uno con el otro.

Suelto un suspiro ante esa imagen, porque es lamentable ver cómo es que el tiempo se haya llevado las promesas que algún día me juro y que ahora, jamás podrá cumplir.

- Quémalos, todos, no dejes nada que nos una. Ya todo acabó - le digo y con eso en mente, me voy hacia el jardín trasero donde Matias, nuestro chófer espera por mí.

- ¿Está segura de esto señora? - no lo corrijo, porque no deseo seguir haciéndolo.

- Si, muy segura - digo y tomo el encendedor que tiene en una de sus manos.

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