Capítulo 3

Llego por última vez a la casa familiar, el lugar que compramos hace un año cuando nos dimos cuenta de que nuestras finanzas eran mucho mejores que cuando comenzamos.

Nuestro primer hogar fue la universidad, ya que ambos estudiamos en el mismo lugar pero en residencias diferentes.

Cuando nos casamos, nos mudamos a un departamento que conseguimos cerca del campus, uno a muy buen precio, ya que ambos, éramos estudiantes de segundo año de universidad.

Teníamos la misma edad, los mismos sueños, las mismas metas que en algún punto de nuestras vidas fueron cambiando y que nos llevaron al desenlace de hoy.

Algunas amigas me dicen que fue porque no teníamos hijos, que preferí el trabajo antes que ponerme a procrear.

Y no, ambos decidimos que esperaríamos, que queríamos crecer profesional y económicamente antes de traer pequeños a este mundo, además, dudo que un hijo lo hubiera retenido a mi lado cuando se mostró tan decidido en querer acabar con lo nuestro.

Nos conocimos siendo unos niños, ambos teníamos diez años cuando Alexander venía llegando a la gran ciudad.

Su madre, se hizo amiga de la mía, por lo que nos obligó a hacernos conocidos, para luego ser amigos, ya más grandes ser novios y para cuando crecimos, a casarnos y volvernos en marido y mujer.

Nuestro primer año de casados fue todo un reto, ya que nunca habíamos vivido juntos y lograr que su genio, gustos y manías, junto con las mías congeniaran, fue todo un reto pero lo conseguimos pasado el tiempo.

Para nuestro tercer y cuarto año de matrimonio ya habíamos logrado esa armonía que tanto queríamos, teníamos una rutina armada y perfectamente planificada, donde nos hacía amarnos cada día más.

Disfrutábamos de nuestros tiempos, de cocinar juntos, de estudiar hasta altas horas de la noche en nuestro último año de carrera y luego, cuando ambos teníamos empleos formales, disfrutábamos almorzar juntos cuando se podía o salir sin que nuestra ajetreada vida laboral no lo impedía.

Y si me preguntan, cuando fue que comenzó a cambiar todo, pues diría cuando el recibió la herencia de su abuelo.

Le dejo tanto dinero que no teníamos ni una idea que hacer con él, hasta que le propuse hacer el negocio que tanto había soñado, ya tenia el dinero, solo faltaba llevarlo a cabo.

Lo pensó, lo analizamos, vimos bien como se debía hacer todo hasta que él se lanzó y lo hizo.

Durante este último año fue tan grande su éxito, que cada vez nos veíamos menos, cada vez compartíamos menos cosas, ya no parecíamos tener los mismos gustos.

Alexander estaba tan centrado en su trabajo que se olvidó que tenía una esposa en casa esperando por él.

Las cenas de los viernes dejaron de existir.

Las salidas al cine las comencé a hacer sola.

Las llamadas direccionas al buzón de voz se hicieron comunes.

Sus llegadas semi borracho a altas horas de la madrugada, se hicieron cada vez más presentes.

Y ya para el último tiempo, su ropa oliendo a perfume de mujer, fueron la gota que rebasó el vaso.

Me encantaría decir que dije o hice algo, si bien, le reclamaba su falta de atención hacia mí, jamás hice más allá de eso.

Simplemente me conforme con el hombre que mi esposo se estaba convirtiendo.

Durante meses intente convencerme de que él lo hacía para que su negocio tuviera éxito, que debía mezclarse con ciertas personas para crecer empresarialmente y así, tener lo que tanto había soñado y que con mucho trabajo y esfuerzo estaba consiguiendo.

Hoy, veo que solo perdí mi tiempo intentando justificar faltas que no debería de haber sufrido, que calle cuando no debía de hacerlo y acepte acciones y actitudes de su parte que no merecía.

Mi esposo me debía fidelidad, compromiso, comunicación, presencia, atención y fue lo que menos recibí de su parte el último tiempo.

Semanas enteras sin hacer el amor, las pocas veces que lo hicimos fueron esporádicas y siempre el estando borracho.

Y la última vez que estuvimos juntos, fue cuatro meses antes de su solicitud de divorcio.

¿Tenía un amante?

Puede que sí, puede que no.

No tengo como saberlo y el querer averiguarlo, solo me haría odiarlo más de lo que ya lo hago y por el bien de los buenos recuerdos juntos y por sanidad mental, prefiero no saberlo.

Ya me ha lastimado lo suficiente y no deseo seguir gastando mis energías en un hombre, que ahora está fuera de mi vida.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo