Capítulo 40

Bianca.

Pasaron las horas y dejé atrás a los agentes de la DEA. Acabé sentada en medio de un viñedo y el sol amenazaba con esconderse pronto. Las piernas me dolían y los pies me ardían, estaba muy cansada. En esas tierras no vi a nadie, así que me quedé cerca de la casita blanca. Encendí el teléfono para verificar que tenía veinte llamadas perdidas de Giovanni.

Y varios mensajes, pero no podía acceder a ellos ya que había perdido el dedo del hombre.

Respiré sintiendo el fresco aire, Roma había quedado muy atrás, pero seguía sintiendo miedo. Mi estómago rugía aclamando alimentos y mi boca se sentía seca. Por no decir

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