Los minutos parecieron horas, las horas parecieron siglos. Perdía la noción del tiempo en aquel lugar. Sabía que había anochecido hacía un rato pues el lugar se había quedado en penumbras solo con el leve reflejo de la luna sobre el agua de la tina.
Se acomodó recostada sobre una columna de madera y moviendo sus adolorida nalgas hacia un lado. Al menos el dolor de sus rodillas había disminuido, más no los moretones que se formaban. Se llevó la mano a la frente. Su fiebre había aumentado, el ligero sudor frío bajó la túnica de mujer que le habían llevado y los ligeros mareos no solo por la enfermedad, eran la ratificación de eso. Se abrazó intentando buscar algo de calor que no llegaba a ella.
Estaba a, agotada de todo. Esto era de esos momentos que le indicaban que dejara ir todo por la borda y cerrar sus ojos y olvidarse que el mundo existía. Al final no tenía remordimientos. No era una persona vengativa y conociendo lo débil que era, no podía aspirar a matar al hombre que había aniquilado a su familia. Solo sería arriesgarse en vano. Pensándolo fríamente, se dio cuenta que no tenía nada que la atara a este mundo. Si podía morir y no le importaría a nadie. Aferrarse a la vida como ella lo hacía a veces solo traía desgracias.
Dejó que sus pesados párpados ocultaran toda la luz de sus ojos y se dejó sumir en la oscuridad, pero su descanso fue ínfimo cuando la puerta se abrió de golpe y la luz de una lámpara alumbró todo el lugar.
-Despierta, el amo desea verte- el mismo criado que antes lo había tirado allí ahora la venía a buscar y como leyendo el ambiente, el cuerpo entero de Jade comenzó a temblar. Algo le decía que no debía ir.
Intentó retroceder pero el criado sacó un cuchillo y lo ondeó con su mano libre frente a su rostro con una sonrisa.
-Mi señor me dijo que si dabas problemas podía divertirme contigo, créeme, tengo varias formas de hacerlo- Jade podía decir que el rostro de aquel muchacho era agradable sino fuera por su ceño fruncido la mayoría del tiempo y aquella mirada siniestra que le daba.
Las imágenes de cuando su cuerpo fue marcado pasaron rápidamente y el recuerdo del dolor se hizo presente. Tragando duramente sintiendo la garganta doler se puso de pie tambaleante, recostándose en la columna. No se había dado cuenta de lo débil que estaba hasta ese momento. Todo a su alrededor daba vueltas y sentía frío, mucho frío.
-Vamos- el criado ordenó con voz demandante y Jade solo le quedó ordenar a su cuerpo a hacerle caso y moverse.
Lo hizo lentamente hasta que pudo caminar en una línea no muy recta. A su espalda, agradeció que el tal Izen no la empujara sino caería sin mucha elegancia y de allí no podría levantarse.
Atravesaron tres pasillos, dos de ellos que daban al jardín central de la casa, uno decorado exquisitamente y con adornos en piedras blancas y un pequeño riachuelo con flores de loto. A diferencia de donde estaban, muchas de las habitaciones de aquel lugar que parecía más grande que desde afuera, estaban iluminadas.
Se detuvieron delante de una puerta e Izen tocó con sus nudillos.
-Mi señor, ya está aquí-
No recibieron respuesta pero el sirviente abrió la puerta y le ordenó entrar. Jade vaciló hasta ver el cuchillo asomarse por el borde del fajín de la túnica del hombre. Avanzó hacia la habitación y al sentir la puerta cerrarse detrás de ella tuvo que recurrir a todas sus fuerzas para no desmoronarse.
La estancia donde estaba, a diferencia de las demás, estaba iluminada más tenuemente. Las paredes teñidas de rojo aclaradas con cortinas blancas daban una sensación tanto intrigante como exótica. Las ventanas estaban ligeramente abiertas dejando que la leve brisa refrescara el lugar ocasionándole que su piel se erizara aún más, pues a pesar de saber que su piel estaba caliente, estaba helado por dentro.
-Acércate- la misma voz grave que había escuchado aquella vez resonó en la habitación y Jade por reflejo se pegó a la puerta detrás de su cuerpo como soporte. Tragó duro y pestañeó para enfocar su mirada.
En el final de aquel lugar había una inmensa cama con exuberantes cortinas y sábanas desparramadas por todos lados acompañando a aquel hombre que ahora más de cerca le daba una sensación totalmente diferente de aquella vez.
Su túnica mal puesta caída por unos de sus hombros dejaba descubierto el ancho pecho, demasiado definido hasta la altura de su abdomen marcado. En la posición que estaba una de sus torneadas piernas quedaba también al aire y no hacía nada por ocultarla, un cuerpo que parecía que llevaba mucho tiempo trabajándose.
Su largo cabello que parecía más claro, al punto de parecer castaño se desplazaba y abrazaba su cuerpo como serpientes queriendo envolverse en él. Y su rostro hizo perder a la mujer el aliento. Labios en una fina línea que denotaba la confianza en sí mismo, nariz delgada y aquellos ojos, de un color que podía perderse entre el ámbar y el oro enmarcados en gruesas pestañas. Incluso Jade tuvo que admitir que aquel hombre sería el indicado para una noche perfecta, más no era su caso.
Ella quería salir de allí lo antes posible. Aquel hombre debía ser Vladek, y su vida ahora estaba en sus manos.
-Acércate- lo escuchó decir de nuevo después de soltar una bocanada de humo dejando el porta cigarrillos a un lado.
La chica no tuvo más remedio que hacerle caso y avanzó hasta estar delante de él separado por al menos dos metros. Lo vio inclinar el rostro y pestañear como analizándolo.
-Han pasado años, pero aun puedo recordar esos ojos-
Jade se sorprendió por aquellas palabras, al menos ella no lo recordaba, ni siquiera sabía que existía. Simplemente era consciente que su nombre provenía del color de sus ojos
-Soy Jade, mi padre…- se inclinó en una reverencia cuando fue interrumpida.
-Ya me sé esa parte de la historia, no pensé que él tendría el descaro de pedirme algo como eso-
La chica apretó los labios.
-Quítate el velo- le ordenó.
Jade retrocedió un paso apretando el velo contra su rostro.
-Lo siento, no debo, mi rostro esta desfigurado, me temo que lo alarme- mintió de cierta forma.
No podía revelar el secreto que ella era quien tenía la marca que la definía como el mapa, debía mantener esa parte oculta lo mejor posible o ese hombre, en quien no confiaba podría entregarlo o utilizarlo.
No le gustó la mirada que recibió. El color de los ojos de Vladek se había vuelto más profundo y antes que Jade pudiera reaccionar estaba acostada entre las mantas y con el cuerpo de aquel hombre sobre él.
El pánico hizo presa a la chica. Sentía su cuerpo atrapado bajo aquel extraño que la miraba sin interés alguno mientras el cabello le acariciaba el rostro haciéndole cosquillas incómodas. Un nudo se formó en su garganta y no pudo evitar morderse los labios hasta que le dolieron. Cada músculo de su cuerpo estaba tenso e inmovilizado, tenía que salir de allí pero no sabía cómo.-No me gustan las personas rebeldes- la voz grave de Vladek lo alarmó, el brillo de aquello ojos lo devoraba de arriba abajo- Quítate el vuelo- demandó.Jade tembló visiblemente y logrando mover sus manos volvió a apretarse el velo con una y la otra la llevó a su pecho evitando que se abriera la túnica.Vladek se dio cuenta que la pequeña persona bajo él estaba más allá de lo aterrada, al punto del colapso. El color había aba
Jade caminó lo más rápido que su cuerpo le permitía detrás de Vladek. Esa mañana solo le había ordenado que lo siguiera sin más explicaciones y no tuvo otra alternativa que hacerlo, a pesar que desea quedarse todo el día en la cama. Y hacer preguntas no era algo que pudiera tener como alternativa.Su temperatura debía haber subido un poco más y sentía como la túnica interior se le pegaba a la piel resultando repulsivo. Aun si no era un día caluroso, ella se sentía sofocada y temblaba de frío. Vladek no le había prestado atención a su estado ni le había preguntado nada ¿Había estado bien confiar en él? Todavía no lo sabía. No era un hombre de muchas palabras.Ahora caminaba rápido sin mirar hacia atrás delante suyo. Sus túnicas oscilaban entre los marrones y los blancos con algunos te
Vladek odiaba lo que era. Otros quisieran tener su habilidad, sus genes, su naturaleza, pero él era diferente. Cuando tienes 379 años, la historia no era agradable sobre todo al tener un camino de desgracias en su espalda.Había visto morir muchas personas delante de él, sobre todo aquellas que descubrían su secreto, pero lo que más le marcaba eran aquellas que habían sido parte importante de él. Había ansiado la muerte varias veces pero como lobo que era no podía buscar su muerte fácilmente y su fuerza se había acumulado de tal manera que su cuerpo no se rendiría ante nadie, incluso si él lo quisiera. Maldecía una y otra vez su vida.Suspiró.Concentrándose, dejó que la sangre dentro de él fluyera libremente como pocas veces dejaba. Mantenía un control absoluto sobre sus instintos y solo los dejaba libre cuando era necesari
La sangre corría por el lomo del lobo blanco haciendo un trillo detrás de él. Otras heridas en su cuerpo dificultaban que pudiera avanzar más rápido, aun cuando había al menos cinco hombres detrás de él, persiguiéndolo. Le dolía, su sangre quemaba por dentro, la traición hacia él. Si pudiera arrancaría su cuello y comería su corazón para después vomitarlo.Vladekavanzó intentando salir de aquella inmensa propiedad, pero por más que avanzaba más parecía que la salida se alejaba, debía ser a causa de los calmantes con que estaban bañadas las armas que lo atacaron. El dueño de aquella mansión lo había amenazado con delatar su existencia y aunqueVladekhabía querido matarlo allí mismo recordaba las palabras de su padre alegando que le debían mucho a esa fami
Jade podía sentir la respiración del hombre más grande sobre su rostro. Sus ojos eran profundos y podía jurar que cambiaban ligeramente de color. Tragó en seco.Le pedía que se entregara. Su mayor miedo se hizo realidad pero se había preparado mentalmente para aquello a pesar de que el pánico se formaba en su interior. Cerró los ojos y asintió con la cabeza esperando que su cuerpo fuera atacado y violado, pero no ocurrió.Vladek se levantó de encima de ella y caminó hacia la puerta.
Jade podía jurar que iba dejando una parte de su alma con cada paso que daba. Había hecho ejercicio en su vida, poco, sus entrenamientos con la espada contaban, pero eso no era nada comparado con ahora. Estaba subiendo la pendiente más inclinada que había visto en su vida.Se trataba de una montaña rocosa con un terreno muy irregular sin apenas plantas por los costados. El suelo era de piedras y tierra y sus pies resbalaban fácilmente. Las piedras grandes a su lado tenían superficies afiladas por lo que sujetarse de ellas era peligroso, más si se goleaba con alguna. Y lo que más le molestaba. Que aunque el pasaba el mayor trabajo del mundo para avanzar a
Selam, alfa de la manada y padre de Vladek se detuvo y estampó un puño sobre el rostro de su hijo sin contenerse, como si fuera lo más normal del mundo. El agredido solo se incorporó y lo miró de frente sin decir nada, sobándose el lugar del golpe que pronto comenzó a perder la coloración rojiza. El bullicio se había extinguido y por la puerta, varias personas se aglomeraban unos sobre otros para ver que ocurría.-¿Tienes idea de lo preocupada que está tu madre?-Vladek asintió.<
Jade sentía como su cuerpo se movía sobre el hombro de Vladek y comenzó a golpear sin fuerzas su espalda. Esa posición solo hacía que sus ojos se llenaran más de lágrimas. Era humillante ser tratada de esa forma y su depresión solo aumentaba aún más.-Suéltame- sollozaba cada vez más fuerte-Suéltame- y comenzaba a reír tontamente para volver al sollozo -Déjame tranquila. Déjame morir. Déjame ir con mi papá y mi mamá-Vladek no le prestó atención a las palabras de la chica y solo siguió caminando.-Que me sueltes- repitió Jade al sentir las náuseas llegando a su garganta.-Cállate de una vez niña borracha. La próxima vez le ordeno a Izen que no te quite los ojos de encima-Hubo un silencio seguido de un sollozo.-Izen, Izen me odia- sobó su nariz- Tú también me odias, todos me odian-Vladek suspiró. No tenías ganas de oír los lamentos. La había visto salir tambaleándose de la sala mientras él se entretenía y no le quedó más remedio que ir detrá