Jade sabía que el mundo estaba plagado de personas crueles, pero nunca se imaginó toparse con dos en tan poco tiempo. Primero aquella persona que había cambiado su vida y aparecía en las pocas horas de sueño que su insomnio le permitía. La otra era este supuesto amigo de la familia que después de muchas horas y toda una noche ni siquiera se había asomado para dignarse a conocerla.
Apretó los puños contra la tela húmeda y helada. Sentía la fiebre hacerse paso por su cuerpo y el cansancio cerraba sus ojos haciendo que se tambaleara en aquella posición. Había dicho que se mantendría firme, pero era realmente difícil. Los rayos del sol le anunciaron el amanecer y el fin de la lluvia. Se acarició los brazos por encima de la tela en un intento vano de calentarse. Estaba calada hasta los huesos.
El sombrero que antes protegía su cabeza se había desecho casi por completo gracias a la supuesta buena calidad de su confección y sus ropas estaban manchadas hasta casi perder el color.
Tragó un sollozo lamentándose. Porque tenía que sufrir todo aquello. No había hecho daño a nadie en sus pocos años de vida. No es que se relacionara mucho con otros que no fueran las personas de su familia o criados.
De pronto sintió unos pasos acercándose a ella. Con la poca fuerza que le quedaba alzó su rostro donde el velo se pegaba a su rostro. Un hombre alto y de olor rancio se había detenido a menos de dos metros y lo miraba con interés.
-Pero bueno que tenemos aquí- con una sonrisa en aquellos labios agrietados lo agarró bruscamente del brazo y la alzó.
Jade solo quedo colgando como un muñeco de trapo sin fuerzas apenas para replicar. Sentía sus piernas como gelatina de estar tanto tiempo arrodillado y los músculos no hacían caso de su orden.
-Una presa abandonada y sola, no puede estar sin compañía- el hombre lo pegó a su cuerpo pasando la mano por su cintura lastimando sus recién casi curadas quemaduras y la chica se estremeció ante el contacto. Era asqueroso y repulsivo.
-Suéltame- logró articular roncamente a través de la garganta inflamada, con los dientes apretados.
Los dedos del hombre agarraron su rostro bruscamente y lo hicieron girarse contra él.
-¿O qué? Me harás perder una mano-
Y como si sus palabras fueran un pedido de los cielos vio desprenderse su miembro de la muñeca tras un chorro de sangre que manchó el pecho y rostro de ambos.
El hombre la soltó de un tirón agarrándose la herida intentando parar el sangrado mientras la calle se llenaba con su grito agudo.
Jade cayó al suelo con un sonido sordo y se incorporó como pudo solo alzando el pecho. Pasó el dorso de su mano por sus ojos para retirar el líquido viscoso y tembló. Era sangre otra vez. Se mordió el labio reprimiendo también un chillido de pánico. Los recuerdos de aquella noche le fueron tan vividos que sus ojos se llenaron de lágrimas.
Apretando los párpados un momento para contenerlas y los volvió a abrir para prestar atención a que pasaba con su atacante para comprender que había ocurrido.
La imagen la dejó muda. La persona que anteriormente la había tratado no muy agradable y había negado su entrada en la casa ahora portaba en la mano una espada empapada de sangre. De cerca parecía más grande y agresivo y su porte firme mostraba su entrenamiento pasado.
El desconocido herido dejó de divagar entre el dolor y la cordura y le lanzó un puñetazo que fue esquivado solo para recibir el filo de la espada contra la garganta.
-Desaparece si valoras tu vida-
Jade lo vio temblar y como cobarde que podría ser, desaparecer a lo lejos, dejando un trillo de sangre.
-Izen, limpia ese desastre, no quiero comentarios más tarde- una voz grave llamó la atención de la chica que entre sus cansados párpados vio a un hombre alto y de ancha espalda recostado contra el marco de la entrada.
Por los rayos del sol que lo iluminaban por detrás haciéndole sombra, apenas podía definir los rasgos de su rostro, solo su cabello largo y oscuro se ondeaba sobre su hombro y cadera a favor de la leve brisa.
-Si mi señor- el sirviente se giró hacia él e hizo una marcada reverencia.
-Primero tráelo dentro, tener a alguien tanto tiempo en la entrada es molesto. Si da problemas, córtale la lengua, si sigue, córtale el cuello- y con la misma volvió a entrar.
Jade no sabía si era preciso entrar después de lo que escuchó, pero una mano se enrolló nuevamente en su brazo y la levantó empujándola. En el proceso se tambaleó hasta caer de rodillas, pero al sentir el sonido del metal contra el suelo y recordando lo fácil que podía cortar la carne, les dio la orden a sus piernas de moverse. Y con movimientos torpes caminó por donde le indicaba el sirviente hasta una pequeña habitación.
La mano en su hombro la hizo entrar y caer completamente en el suelo.
-Te traeré ropa en un momento, quítate la mugre que tienes arriba, al amo no le gustan las personas mal vestidas, si vas a seducirlo al menos hazlo decentemente. Aunque te advierto que solo suele acostarse con hombres-
-No voy a sedu...-no pudo terminar la frase al cerrase la puerta de golpe.
-¿En serio?¿Me ven cara de put… acaso?
Se dejó caer en el piso con un suspiro. Estaba agotada. Pero no podía darse el placer de perder el conocimiento. Si lo hacía alguien la desvestiría y más de un secreto saldría a la luz. No sabía si aún podía confiar en aquel hombre. Y ya estaba pensando que corría más peligro siendo una chica que un chico dentro de aquellas paredes.
Girándose gateó hasta lo que parecía un pequeño baño con una tina de madera. El agua no estaba caliente, pero tampoco fría. Al menos serviría. Mirando a los alrededores dejo caer las prendas al suelo y se inspeccionó. Las costras de las quemaduras ya se habían caído dejando a su paso diferentes y trabajados patrones más oscuros en su piel que parecían tatuajes en vez de heridas. Se extendía desde la clavícula hasta sus muslos sin obviar incluso su ingle o nalgas. Aquella persona no había parado incluso cuando no había podido parar de gritar por el sufrimiento.
Con aquellos recuerdos amargos se metió en la tina y dejó que el agua relajara sus músculos. Disfrutó de la sensación. Llevaba días sin un baño así y su cuerpo se lo agradecía. Oyó la puerta abrirse y se sumergió en el agua hasta la altura de la nariz. Un juego de ropa fue dejado en la entrada y después se volvió a quedar sola.
No se demoró mucho, salió lo antes posible y se vistió. No se sentía segura a la intemperie. Al ver que no había velo para ocultar la marca en su rostro, agarró el que tenía lavándolo para quitarle los rastros de sangre y lo comenzó a agitar en su mano hasta que estuvo medianamente seco.
Respiró profundo y se sentó sobre sus talones, esperando que la puerta se volviera a abrir. Ahora era cuando empezaba la guerra.
Los minutos parecieron horas, las horas parecieron siglos. Perdía la noción del tiempo en aquel lugar. Sabía que había anochecido hacía un rato pues el lugar se había quedado en penumbras solo con el leve reflejo de la luna sobre el agua de la tina. Se acomodó recostada sobre una columna de madera y moviendo sus adolorida nalgas hacia un lado. Al menos el dolor de sus rodillas había disminuido, más no los moretones que se formaban. Se llevó la mano a la frente. Su fiebre había aumentado, el ligero sudor frío bajó la túnica de mujer que le habían llevado y los ligeros mareos no solo por la enfermedad, eran la ratificación de eso. Se abrazó intentando buscar algo de calor que no llegaba a ella.
El pánico hizo presa a la chica. Sentía su cuerpo atrapado bajo aquel extraño que la miraba sin interés alguno mientras el cabello le acariciaba el rostro haciéndole cosquillas incómodas. Un nudo se formó en su garganta y no pudo evitar morderse los labios hasta que le dolieron. Cada músculo de su cuerpo estaba tenso e inmovilizado, tenía que salir de allí pero no sabía cómo.-No me gustan las personas rebeldes- la voz grave de Vladek lo alarmó, el brillo de aquello ojos lo devoraba de arriba abajo- Quítate el vuelo- demandó.Jade tembló visiblemente y logrando mover sus manos volvió a apretarse el velo con una y la otra la llevó a su pecho evitando que se abriera la túnica.Vladek se dio cuenta que la pequeña persona bajo él estaba más allá de lo aterrada, al punto del colapso. El color había aba
Jade caminó lo más rápido que su cuerpo le permitía detrás de Vladek. Esa mañana solo le había ordenado que lo siguiera sin más explicaciones y no tuvo otra alternativa que hacerlo, a pesar que desea quedarse todo el día en la cama. Y hacer preguntas no era algo que pudiera tener como alternativa.Su temperatura debía haber subido un poco más y sentía como la túnica interior se le pegaba a la piel resultando repulsivo. Aun si no era un día caluroso, ella se sentía sofocada y temblaba de frío. Vladek no le había prestado atención a su estado ni le había preguntado nada ¿Había estado bien confiar en él? Todavía no lo sabía. No era un hombre de muchas palabras.Ahora caminaba rápido sin mirar hacia atrás delante suyo. Sus túnicas oscilaban entre los marrones y los blancos con algunos te
Vladek odiaba lo que era. Otros quisieran tener su habilidad, sus genes, su naturaleza, pero él era diferente. Cuando tienes 379 años, la historia no era agradable sobre todo al tener un camino de desgracias en su espalda.Había visto morir muchas personas delante de él, sobre todo aquellas que descubrían su secreto, pero lo que más le marcaba eran aquellas que habían sido parte importante de él. Había ansiado la muerte varias veces pero como lobo que era no podía buscar su muerte fácilmente y su fuerza se había acumulado de tal manera que su cuerpo no se rendiría ante nadie, incluso si él lo quisiera. Maldecía una y otra vez su vida.Suspiró.Concentrándose, dejó que la sangre dentro de él fluyera libremente como pocas veces dejaba. Mantenía un control absoluto sobre sus instintos y solo los dejaba libre cuando era necesari
La sangre corría por el lomo del lobo blanco haciendo un trillo detrás de él. Otras heridas en su cuerpo dificultaban que pudiera avanzar más rápido, aun cuando había al menos cinco hombres detrás de él, persiguiéndolo. Le dolía, su sangre quemaba por dentro, la traición hacia él. Si pudiera arrancaría su cuello y comería su corazón para después vomitarlo.Vladekavanzó intentando salir de aquella inmensa propiedad, pero por más que avanzaba más parecía que la salida se alejaba, debía ser a causa de los calmantes con que estaban bañadas las armas que lo atacaron. El dueño de aquella mansión lo había amenazado con delatar su existencia y aunqueVladekhabía querido matarlo allí mismo recordaba las palabras de su padre alegando que le debían mucho a esa fami
Jade podía sentir la respiración del hombre más grande sobre su rostro. Sus ojos eran profundos y podía jurar que cambiaban ligeramente de color. Tragó en seco.Le pedía que se entregara. Su mayor miedo se hizo realidad pero se había preparado mentalmente para aquello a pesar de que el pánico se formaba en su interior. Cerró los ojos y asintió con la cabeza esperando que su cuerpo fuera atacado y violado, pero no ocurrió.Vladek se levantó de encima de ella y caminó hacia la puerta.
Jade podía jurar que iba dejando una parte de su alma con cada paso que daba. Había hecho ejercicio en su vida, poco, sus entrenamientos con la espada contaban, pero eso no era nada comparado con ahora. Estaba subiendo la pendiente más inclinada que había visto en su vida.Se trataba de una montaña rocosa con un terreno muy irregular sin apenas plantas por los costados. El suelo era de piedras y tierra y sus pies resbalaban fácilmente. Las piedras grandes a su lado tenían superficies afiladas por lo que sujetarse de ellas era peligroso, más si se goleaba con alguna. Y lo que más le molestaba. Que aunque el pasaba el mayor trabajo del mundo para avanzar a
Selam, alfa de la manada y padre de Vladek se detuvo y estampó un puño sobre el rostro de su hijo sin contenerse, como si fuera lo más normal del mundo. El agredido solo se incorporó y lo miró de frente sin decir nada, sobándose el lugar del golpe que pronto comenzó a perder la coloración rojiza. El bullicio se había extinguido y por la puerta, varias personas se aglomeraban unos sobre otros para ver que ocurría.-¿Tienes idea de lo preocupada que está tu madre?-Vladek asintió.<