Jade temblaba. Desde el dedo gordo del pie hasta el último pelo de su cabeza. Veía al lobo caminar de un lado a otro y tragaba en seco imaginando todas las cosas que podía hacerle nuevamente. Le tenía terror, pánico a ese lobo y a la forma que la miraba.
Pero esa vez no lloraba, no le daría el gusto. Ella tenía que ser fuerte o al menos aparentarlo y al parecer eso ayudaba. En sus encuentros anteriores que lloraba hasta por gusto el lobo parecía disfrutar, ahora era diferente, se notaba tenso e irritado.Jade no sabía si eso era bueno o malo. Con ese loco todo era malo así que no se emocionó.Al menos esta vez sus manos estaban amarradas delante y aunque fuerte aun podía mover sus dedos. Sonrió levemente. Si había algo que habría aprendido era que tenía al menos que protegerse cuando salía, por lo que en el fajín de su túnica llevaba la daga que aquella vez se había robado. Y esta vez al parecer haría uso de ella por primera vez, por mucho miedo que tuviera.-Ese desgracJade apretaba la daga entre sus manos. Su mente funcionando tan rápido que apenas podía abrir los ojos del dolor. Incluso así debía pensar. Recordar que había leído en los libros. Repasó uno por uno hasta que abrió los ojos de golpe…así que era eso.Tragó en seco y miró hacia las dos bestias que seguían mordiéndose como animales rabiosos. Estaba preocupado por Vladek y viendo las heridas en su cuerpo definitivamente tenía que hacer algo.La daga en sus manos no era cualquier arma. La hoja no es que fuera sagrada, es que era de un tipo de material que podía matar a un lobo. Lo había recordado. Los lobos eran animales longevos, muy longevos. Muchos no sabían cuantos años podían durar. La mayoría moría cuando su pareja dejaba este mundo, solo si eran sus verdaderas parejas. Se imaginó que Vladek no estaba tan enamorado por lo que había podido sobrevivir todo este tiempo.Y además con su rápido nivel de curación era muy difícil matarlos, al menos a los machos. Con razón l
Nadie se movió.Solo el viento soplaba alrededor de todos moviendo el cabello de la humana, el pelaje de los lobos vivos…y del lobo muerto. Aún así nadie se atrevía a hacer algo. Aquello parecía irreal.Solo después de unos largos segundos donde todos estuvieron tensos Vladek fue el primero en moverse. Se inclinó un poco y lamió la mejilla de Jade que estaba tiesa entre sus piernas. La joven se sobresaltó pero sonrió al notar que el lobo estaba junto a ella. Acto seguido Vladek avanzó con pasos medidos en dirección a su hermano.Gracias.La palabra aun retumbaba en su mente. ¿Gracias por qué? No lo comprendía. Acaso quería que lo matara. No podía creerlo. Estaba tan confundido.Se detuvo al lado de su hermano. Si, su hermano. Aquel con el que se crío. Aquel que una vez fue su mejor amigo. Aquel que era parte de su familia. Bajó la cabeza lentamente y tocó su cuerpo con la punta de su nariz. Pero no hubo respuesta.Yino ya no tenía pulso. Estaba verdader
5 años después Vladek estaba en el jardín de su casa mirando aquel viejo árbol que le traía recuerdos. Fue lo primero que vio cuando compró la casa y prometió que sería feliz. En ese momento nunca se imaginó que eso se volvería realidad años más tarde. Porque sí, era un lobo completamente feliz. -Detente ahí, te vas a caer- la voz de Izen retumbó en la estancia. Vladek sintió que algo se tiraban contra su pierna y su túnica era jalada. Cuando bajó la cabeza encontró una pequeña cabecita de cabello castaña con una enorme sonrisa. Se inclinó y cargó al cachorro de apenas tres años que se abrazó a su cuello con sus cortos bracitos.El pequeño dio le dio un beso en la mejilla para abrir la boca en un enorme bostezo. Dejó caer su cabecita en el hombro grande del lobo y cerró los ojitos con confianza. Su respiración se hizo estable al momento. -Duerme igual que su madre- Vladek sonrió y le acarició la espalda. -Pero es igual de terco que su
Estar bajo aquella lluvia, que calaba cada hueso de su cuerpo, arrodillada en la calle de gravilla que hería sus rodillas ya magulladas. Empapando aquellas ropas masculinas que ocultaban un cuerpo delgado, femenino y delicado. Esperando que la puerta se abriera era la única opción que Jade tenía.La solución, a parte de sus problemas, estaba más allá de la madera que obstruía su camino. No se refería a la buena vida, ni una venganza sangrienta. Solo buscaba protección para poder llegar a vivir un poco más y no perecer a sus cortos veintiún años.
Días antes.Jade mantenía sus ojos verdes abiertos, como cada noche, a causa de su insomnio crónico. A su alrededor, el silencio era tan crudo que dolía y solo la luz de la luna de épocas de lluvia alumbraba el cielo negro de mitad de la madrugada. Los libros que estaban esparcidos en el suelo ya no le eran de su agrado, solo necesitaba una ojeada para recordarlos a la perfección por el esto de su vida, por lo que la biblioteca ya no era su lugar preferido para estar como lo había sido antes. Ya se los sabía todos de memoria. Si antes se mantenía despierta por el insomnio crónico que padecía, ahora era a causa del agudo dolor que se extendía por cada centímetro de su piel detrás del hierro caliente que la marcaba. Inundando la estancia de olor a piel quemada que se mezclaba con el nauseabundo de la sangre. A pesar de querer gritar para intentar desahogarse eran inútil sus esfuerzos, una tela sucia había sido introducida en la boca llenándole las papilas gustativas de un sabor metálico que le provocaba nauseas.Entre la nebulosa de su sufrimiento escuchaba la risa de su tatuador, que parecía disfrutar de su trabajo como un artista retorcijándose en su placDestino 2
Después de dos días caminando, en busca del que sería su nuevo protector, Jade solo podía quejarse del dolor de sus rodillas y pies, mas no lo hizo. Ser reservada con su opinión era una de las tantas reglas que le habían enseñado desde muy pequeña. Ser educada, no responder, respetar a los demás y callar todo aquello que esté de más, tantas reglas grabadas dentro de ella, que le costaría mucho deshacerse de ellas.Aun así quería gritarle a los mil cielos un poco de paz. El prime
Jade sabía que el mundo estaba plagado de personas crueles, pero nunca se imaginó toparse con dos en tan poco tiempo. Primero aquella persona que había cambiado su vida y aparecía en las pocas horas de sueño que su insomnio le permitía. La otra era este supuesto amigo de la familia que después de muchas horas y toda una noche ni siquiera se había asomado para dignarse a conocerla.Apretó los puños contra la tela húmeda y helada. Sentía la fiebre hacerse paso por su cuerpo y el cansancio cerraba sus ojos haciendo que se tambaleara en aquella posición. Había dicho que se mantendría firme, pero era realmente dif&iac