El pánico hizo presa a la chica. Sentía su cuerpo atrapado bajo aquel extraño que la miraba sin interés alguno mientras el cabello le acariciaba el rostro haciéndole cosquillas incómodas. Un nudo se formó en su garganta y no pudo evitar morderse los labios hasta que le dolieron. Cada músculo de su cuerpo estaba tenso e inmovilizado, tenía que salir de allí pero no sabía cómo.
-No me gustan las personas rebeldes- la voz grave de Vladek lo alarmó, el brillo de aquello ojos lo devoraba de arriba abajo- Quítate el vuelo- demandó.
Jade tembló visiblemente y logrando mover sus manos volvió a apretarse el velo con una y la otra la llevó a su pecho evitando que se abriera la túnica.
Vladek se dio cuenta que la pequeña persona bajo él estaba más allá de lo aterrada, al punto del colapso. El color había aba
Jade caminó lo más rápido que su cuerpo le permitía detrás de Vladek. Esa mañana solo le había ordenado que lo siguiera sin más explicaciones y no tuvo otra alternativa que hacerlo, a pesar que desea quedarse todo el día en la cama. Y hacer preguntas no era algo que pudiera tener como alternativa.Su temperatura debía haber subido un poco más y sentía como la túnica interior se le pegaba a la piel resultando repulsivo. Aun si no era un día caluroso, ella se sentía sofocada y temblaba de frío. Vladek no le había prestado atención a su estado ni le había preguntado nada ¿Había estado bien confiar en él? Todavía no lo sabía. No era un hombre de muchas palabras.Ahora caminaba rápido sin mirar hacia atrás delante suyo. Sus túnicas oscilaban entre los marrones y los blancos con algunos te
Vladek odiaba lo que era. Otros quisieran tener su habilidad, sus genes, su naturaleza, pero él era diferente. Cuando tienes 379 años, la historia no era agradable sobre todo al tener un camino de desgracias en su espalda.Había visto morir muchas personas delante de él, sobre todo aquellas que descubrían su secreto, pero lo que más le marcaba eran aquellas que habían sido parte importante de él. Había ansiado la muerte varias veces pero como lobo que era no podía buscar su muerte fácilmente y su fuerza se había acumulado de tal manera que su cuerpo no se rendiría ante nadie, incluso si él lo quisiera. Maldecía una y otra vez su vida.Suspiró.Concentrándose, dejó que la sangre dentro de él fluyera libremente como pocas veces dejaba. Mantenía un control absoluto sobre sus instintos y solo los dejaba libre cuando era necesari
La sangre corría por el lomo del lobo blanco haciendo un trillo detrás de él. Otras heridas en su cuerpo dificultaban que pudiera avanzar más rápido, aun cuando había al menos cinco hombres detrás de él, persiguiéndolo. Le dolía, su sangre quemaba por dentro, la traición hacia él. Si pudiera arrancaría su cuello y comería su corazón para después vomitarlo.Vladekavanzó intentando salir de aquella inmensa propiedad, pero por más que avanzaba más parecía que la salida se alejaba, debía ser a causa de los calmantes con que estaban bañadas las armas que lo atacaron. El dueño de aquella mansión lo había amenazado con delatar su existencia y aunqueVladekhabía querido matarlo allí mismo recordaba las palabras de su padre alegando que le debían mucho a esa fami
Jade podía sentir la respiración del hombre más grande sobre su rostro. Sus ojos eran profundos y podía jurar que cambiaban ligeramente de color. Tragó en seco.Le pedía que se entregara. Su mayor miedo se hizo realidad pero se había preparado mentalmente para aquello a pesar de que el pánico se formaba en su interior. Cerró los ojos y asintió con la cabeza esperando que su cuerpo fuera atacado y violado, pero no ocurrió.Vladek se levantó de encima de ella y caminó hacia la puerta.
Jade podía jurar que iba dejando una parte de su alma con cada paso que daba. Había hecho ejercicio en su vida, poco, sus entrenamientos con la espada contaban, pero eso no era nada comparado con ahora. Estaba subiendo la pendiente más inclinada que había visto en su vida.Se trataba de una montaña rocosa con un terreno muy irregular sin apenas plantas por los costados. El suelo era de piedras y tierra y sus pies resbalaban fácilmente. Las piedras grandes a su lado tenían superficies afiladas por lo que sujetarse de ellas era peligroso, más si se goleaba con alguna. Y lo que más le molestaba. Que aunque el pasaba el mayor trabajo del mundo para avanzar a
Selam, alfa de la manada y padre de Vladek se detuvo y estampó un puño sobre el rostro de su hijo sin contenerse, como si fuera lo más normal del mundo. El agredido solo se incorporó y lo miró de frente sin decir nada, sobándose el lugar del golpe que pronto comenzó a perder la coloración rojiza. El bullicio se había extinguido y por la puerta, varias personas se aglomeraban unos sobre otros para ver que ocurría.-¿Tienes idea de lo preocupada que está tu madre?-Vladek asintió.<
Jade sentía como su cuerpo se movía sobre el hombro de Vladek y comenzó a golpear sin fuerzas su espalda. Esa posición solo hacía que sus ojos se llenaran más de lágrimas. Era humillante ser tratada de esa forma y su depresión solo aumentaba aún más.-Suéltame- sollozaba cada vez más fuerte-Suéltame- y comenzaba a reír tontamente para volver al sollozo -Déjame tranquila. Déjame morir. Déjame ir con mi papá y mi mamá-Vladek no le prestó atención a las palabras de la chica y solo siguió caminando.-Que me sueltes- repitió Jade al sentir las náuseas llegando a su garganta.-Cállate de una vez niña borracha. La próxima vez le ordeno a Izen que no te quite los ojos de encima-Hubo un silencio seguido de un sollozo.-Izen, Izen me odia- sobó su nariz- Tú también me odias, todos me odian-Vladek suspiró. No tenías ganas de oír los lamentos. La había visto salir tambaleándose de la sala mientras él se entretenía y no le quedó más remedio que ir detrá
Jade se revolvió entre la suave colcha de piel que lo envolvía. Dormir, algo que no era normal en su rutina por su insomnio crónico era algo que había olvidado lo bien que le hacía a su cuerpo. A pesar de que sentía que había dormido una eternidad, cómodamente, junto a algo que le había abrazado toda la noche, su cabeza era una sinfonía andante. Le dolía al punto de casi no poder abrir los ojos y tuvo que cubriese la cabeza con la colcha. La oscuridad al menos ayudaba a disminuir una décima el dolor. Extendió la mano para atraer más hacia él la almohada sintiendo que la parte de la cama a su lado esta aun cálida y había un suave olor masculino familiar, aunque no recordaba absolutamente nada de lo que había ocurrido el día anterior. No volvería a tomar más nunca en su puñetera vida. Un sonido en la puerta fue como un taladro para su cabeza y se tuvo que cubrir los oídos para que sus tímpanos no explotaran. El toque fue constante haciendo que tuviera que salir de