Evadne
—¡Alfa! ¡Ha llegado una carta urgente del palacio!
Mi corazón late con fuerza mientras veo a uno de los Omegas sirvientes entrar en la habitación. Toda la manada Montague estaba ansiosa esperando recibir las trágicas noticias, y tengo la impresión de que esa carta dice lo que todos tememos en silencio.
—Entrégamela y retírate —ordena mi abuelo, el líder y Alfa de la manada.
Desde que tengo uso de memoria hemos sido liderados por él, pues mi madre y mi padre ya no existen más en este plano. Siempre he tenido la esperanza de que los dos vivan felices en el Wolfhaven; el cielo de los lobos donde se dice que la diosa de la luna y el dios lobo nos espera a todos.
El Omega ingresa al cuarto y luego de una reverencia deja el sobre en la bandeja que está al lado de mi abuelo, se retira a toda prisa, como si tuviese miedo de demorarse más de lo debido en presencia del gran Tristan Montague.
En la sala solo nos encontramos mi abuelo, la Beta Yuli, nuestra gran sanadora Alita y yo. El círculo de más confianza en la manada.
—¿Y bien? ¿Qué dice? —pregunta la Beta Yuli.
Mi abuelo desliza una de sus garras por el borde del sobre para abrirlo y saca el papel beige con una parsimonia agotadora. Primero sus ojos recorren las letras escritas antes de soltar un suspiro y revelar por fin lo que dice.
—Calliope ha muerto —suelta sin preámbulos.
No puedo evitar soltar un jadeo ahogado. Ya sabía que esto pasaría, pero no creí que sería tan pronto. Mis ojos se llenan de lágrimas sin que pueda controlarlas. Calliope, mi hermana mayor, la que iba a ser la futura esposa del rey Alfa y la sucesora para mantener la sangre real dentro de nuestra manada, ha fallecido.
La Beta Yuli y la gran sanadora Alita sollozan también.
Durante siglos hemos mantenido en secreto el mal que aqueja a nuestra manada, siempre inventando excusas muy creíbles para justificar por qué la gran mayoría de los integrantes de esta familia son hombres.
Nadie lo sabe, ni siquiera nosotros sabemos el origen real de todo esto, pero, por alguna razón desconocida, las mujeres de nuestra manada padecen un raro gen genético que nos hace contraer una enfermedad licántropa: el cáncer lupino.
Pocas mujeres de la manada han logrado librarse de este mal, la mayoría son Omegas que no pueden llegar a alcanzar el estatus de Betas, mucho menos de Mates en la manada; no obstante, ni una sola de las lobas del linaje central ha podido librarse de esto.
Le pasó a la madre de mi abuelo, a su esposa, a mi madre y ahora a mi hermana; la próxima…seré yo.
—No puede ser, Alita había dicho que todavía le quedaban algunas décadas antes de que sucumbiera por completo —intenta refutar Yuli.
—Esta enfermedad es extraña, sabemos que puede acelerarse —explica Alita con un suspiro pesado.
Mi abuelo frunce el ceño y se frota las sienes con más fuerza de la debida.
—No podemos permitirnos perder nuestro lugar en la corte, si no hay una heredera que se case con el rey, las otras manadas nos desplazarán —dice con voz fría.
—¡¿Es que ni siquiera dirás nada sobre Calliope?! —exclamo alzando el tono de mi voz. Sin darme cuenta me he puesto de pie.
Retar al Alfa es una estupidez que solo hacen los más novatos de la manada, y el castigo puede llevar incluso a la muerte misma. En otras circunstancias jamás haría algo así, pero odio ver su actitud indiferente, como si Calliope solo fuese un recurso del que pensaba disponer y nada más.
Desde que tengo memoria la manada Montague ha preparado a mi hermana para convertirse en la próxima Luna del reino. Ella era la que estaba destinada a casarse con el rey Théo Valerius para darle un heredero, uno que al reino le hace falta desde hace mucho tiempo; pues, dicen las malas lenguas, que, por alguna extraña razón, ninguno de los embarazos que ha procreado el rey han tenido fruto.
—¿Acaso estás desafiándome, niña? No te olvides quién soy. —Ni siquiera necesita alzar la voz, solo con su imponente mirada de ojos rojos y su aspecto aterrador es suficiente para hacerme retroceder.
—N-no, es solo que…
—Tu hermana ya murió, no podemos hacer nada al respecto. Sabíamos que esto podía pasar.
—¿Qué hará ahora, Alfa Tristan?
—Pues, lo único que me queda por hacer, tendré que ofrecer a Evadne en su lugar.
Mi cabeza se levanta en automático cuando lo escucho decir aquello. ¿Yo? Tiene que estar bromeando.
—¿Qué? —digo con un hilo de voz—, pero yo no puedo…
—¡Claro que puedes! Y lo harás. Primero pasarás por la revisión de la sanadora Alita, y luego, sea cual sea el resultado, te presentarás ante el rey Alfa y te ofrecerás como sustituta de tu hermana.
Niego con la cabeza sin saber muy bien por qué, esto debería ser un honor para mí, sin embargo, no lo siento así. La que estaba destinada a ocupar ese puesto era mi hermana, no yo.
A ella la conocen desde que era una niña, incluso he estado en el palacio algunas veces y he visto cómo se relacionaba con el rey. Théo Valerius la amaba; en cambio a mí siempre me ha despreciado. Creo que en el fondo sabe que he estado enamorada de él desde la primera vez que lo vi.
—Abuelo… es decir, Alfa Tristan, no creo que esa sea la mejor idea, el pueblo…
—El pueblo aceptará lo que diga el consejo del rey, no te preocupes por eso, yo mismo viajaré a Mystara Citadel esta noche para reemplazar a Calliope por ti.
Sin mediar más palabras ni darme opción a oponerme, mi abuelo sale de la habitación y empieza a ordenar a los Omegas que preparen el carruaje para partir.
Una vez solas, la sanadora Alita corre hacia mí y me rodea con sus brazos.
—Oh, mi pequeña Evadne, lamento tanto que tengas que hacer esto, el palacio no es como todos piensan —susurra.
—Lo sé, pero, tengo que cumplir con mi deber, si el Alfa lo ordena, no puedo negarme —respondo aguantando el nudo en mi garganta.
—Ven, tal vez tú no corras la misma suerte de tu hermana.
Alita me toma de la mano y me conduce hasta una habitación rodeada de plantas y un pequeño manantial que brota de la roca. Un espacio místico que tenemos en la manada. Por años, este ha sido el sitio definitivo que nos revela si tendremos el gen o no.
Yuri nos acompaña en silencio mientras la sanadora me pide arrodillarme frente a las aguas del manantial.
Con un cuenco de madera hecho del árbol ancestral, extrae un poco del agua y la deja en el suelo. Luego, toma mi mano y con una daga hace un corte de lado a lado en mi palma. Contengo el quejido de dolor en lo que las gotas caen hacia el agua. Cinco segundos después mi herida empieza a sanar sola.
En silencio, esperamos. Si he tenido la suerte de no tener el gen, el agua debería quedarse roja, pero si no…
—Está cambiando… —susurra.
El color del agua empieza a tornarse negro como una noche sin estrellas. Levanto la mirada hacia Alita y ambas sabemos lo que significa, estoy condenada, igual que mi hermana.
Théo En apariencia, me encuentro impasible, quien me viera diría que no siento dolor, remordimiento o si quiera un atisbo de cariño por mi prometida fallecida. Ni siquiera fui capaz de derramar una lágrima cuando me notificaron que la hallaron muerta en el piso del baño en su habitación del palacio. Calliope estaba a punto de casarse conmigo, quedaban solo algunos detalles para el gran día de la boda, ese donde la iba a convertir en la Luna Real, en mi esposa. Sin embargo, una vez más, el maldit0 destino se ha encargado de arrebatarme un poco de felicidad. Nadie lo sabía, pero ella ya estaba esperando al futuro heredero del reino. No habíamos sido capaces de esperarnos a la boda, la hice mía unas semanas antes y había sido lo más maravilloso. Desde hacía muchos años no sentía algo así con una futura Luna del reino, sin embargo, ahora, mi búsqueda por una Luna comienza de nuevo. Con la presión del consejo por darle un heredero al reino e Mystara Citadel, he dejado de lado lo que mi
EvadneMi corazón está a punto de saltar fuera de mi pecho. Mientras el carruaje se acerca al gran palacio de Mystara Citadel, mis manos sudan y el nerviosismo se apodera de mí. Volveré a ver a Théo por primera vez después de diez años.Diez largos años en los que no regresé al castillo debido a su indiferencia hacia mí. No me gusta admitirlo en voz alta, de hecho, nunca se lo dije a nadie; ni siquiera a Calliope, pero no podía soportar la forma en la que me trataba, mi corazón sufría. Por eso, preferí alejarme e intentar olvidarlo.Me repetí como un mantra que él se casaría con mi hermana mayor, y no debía tener esos pensamientos hacia él, sin embargo, ahora ya no soy una niña, soy una mujer, y tal vez eso cambie su percepción hacia mí.Suspiro profundamente, sé que no me quedan muchos años de vida, pues Alita confirmó que tengo el mismo cáncer hereditario de mi hermana. Aunque parece que todavía no ha comenzado a despertar la enfermedad en mi cuerpo, no obstante, Alita no me dio muc
Théo —¿No cree que al menos debería verla antes de la boda? —me cuestiona Killian por enésima vez—. La pobre lleva días recorriendo el castillo con la esperanza de toparse con usted. Ruedo los ojos una vez más. Por supuesto que debería verla, es lo que cualquier idiota con dos dedos de frente haría, pero yo no. No quiero verla, no quiero tener que toparme con esos ojos verdes y su cabellera rubia, prefiero aguantarme hasta el momento en que revele su rostro cubierto por el velo en el altar; porque, de otro modo, me arrepentiré más rápido de este matrimonio. —¿Ya para qué? La boda es esta noche. —Precisamente por eso, mi señor. —No insistas Killian, mejor ve a recordarles que deseo que su rostro esté cubierto todo el tiempo hasta el momento final. Al menos así puedo imaginar por un momento que es Calliope la que me espera frente al altar y no ella. Aprieto mis puños hasta sentir los nudillos blancos. Realmente estoy empezando a arrepentirme de mi decisión; esto es una maldit4 lo
Evadne En el instante en que nuestros ojos se encuentran, siento como si mi corazón estuviera a punto de desbordarse. Théo me observa con seriedad, la misma intensidad que ha mantenido desde nuestro primer encuentro. Su presencia no ha perdido nada; sigue siendo imponente con su cabello castaño y la barba densa que le otorga una virilidad inigualable. La corona que adorna su cabeza solo amplifica su atractivo masculino y su aura de poder. Théo continúa siendo el hombre lobo más seductor que haya cruzado mi camino; eso, sin lugar a duda, no ha cambiado. Siento mis mejillas arder en el mismo instante en que se acerca a mi mejilla. Cierro los ojos pensando que me dará un beso; en cambio, solo se limita a susurrar: —Disimula y sonríe para los súbditos. Enseguida se aparta y entrelaza mi mano con la suya como si nada. Las personas presentes en la gran sala aplauden nuestra unión a la vez que arrojan pétalos de flores azules y blancas a nuestro paso. A pesar de la algarabía que nos rod
Evadne 5 años después… —Su majestad, los del consejo me piden que le diga que ya están listos, puede entrar al salón —me avisa Thalia. Suspiro profundo e intento contener el nudo en mi garganta. Sabía que esto pasaría, sabía que más tarde que temprano los lobos y el resto de las criaturas decidirían confrontarme por la falta de un heredero. Cinco largos años han pasado desde que me casé con el rey Alfa, y cada maldit0 día de esos han sido una completa tortura. Él me desprecia, y se ha encargado de demostrármelo sin descanso. Por supuesto, a puertas cerradas. Ni un solo día desde el momento en que entrelazó nuestras manos para traerme a la habitación real ha sido capaz de volverme a tocar. Mi corazón sufre en silencio, esperando que tal vez llegue el día en que cambie de opinión, pero a estas alturas, creo que es solo un sueño insulso del que debo desprenderme. Théo no ha podido olvidar a mi hermana Calliope. Hace unos años me enteré de que ella estaba embarazada al momento de mo
ThéoEl trote de los caballos me acerca cada vez más al imponente castillo de Mystara. El sol se refleja en las almenas de las murallas, y el viento agita las banderas reales que ondean en lo alto. A veces, mientras avanzamos por el camino empedrado, desearía no tener que regresar nunca más, abandonar mis deberes reales y simplemente ser libre, sentir la brisa en mi rostro sin la carga de la corona. Pero sé que eso es algo que no puedo permitirme.A mi lado, Killian, mi Beta y consejero, cabalga con la misma determinación que siempre lo ha caracterizado. Juntos compartimos la responsabilidad de liderar esta cruzada, una que nos ha llevado a conocer de primera mano la realidad del poblado de Astral Crossroads en la ciudad de Eldergrove. Después de cumplir con la visita real, donde prometimos mejorar las condiciones para los habitantes del pueblo, decidimos regresar al castillo sin encontrar un motivo convincente para seguir retrasando nuestra llegada.Cinco largos y tortuosos años han
EvadnePor más que trato de mantener la compostura, la petición que Théo acaba de hacerme me deja estupefacta. Mis mejillas se calientan hasta arder y mis piernas comienzan a temblar como hojas al viento. ¿Acaso me acaba de pedir que lo limpie con mi lengua?—¿Qué? —digo casi sin aliento.Inevitablemente mi vista desciende a ese pecho brillante por el sudor, cada pectoral y músculo de su cuerpo torneado y muy bien marcado parece saltar a la vista para que lo haga. Mentiría si no dijera que fantasee con algo así alguna vez, sin embargo, mis oídos no pueden dar crédito a lo que escucho.Théo Valerius, el rey Alfa, el hombre más odioso y despiadado que he conocido en mi vida, me está pidiendo que le pase mi lengua como si tuviésemos ese nivel de confianza. No, esto tiene que ser una trampa.Sus ojos penetrantes me miran con expectativa, una ligera sonrisa se traza en su boca, oculta por esa barba tupida que siempre trae. Está midiéndome, lo sé.—¿No querías ser mi legítima Luna? Vamos, l
ThéoPor más que trato de no pensar en la insufrible y desafiante chiquilla, mi cabeza no es capaz de dejar de pensar en ella. Sin querer, las sensaciones que me produjo regresan a mí como si estuviese sobre mi cuerpo en este mismo momento. Su aliento caliente en mi pecho… estuvo a escasos milímetros de lamer mi piel… si la hubiera dejado…—¡No! ¿Qué mierd4s estás pensando Théo? —me digo a mí mismo. Ella no puede atraerme, eso sería como una jodida traición a mí mismo.Cuando salgo del baño Evadne ya no se encuentra en la habitación. Una parte de mí se pregunta a dónde pudo haber ido; luego de todo lo que nos dijimos, en sus ojos parecía haber una chispa de determinación.No sé por qué, pero simplemente la sola idea de pensarlo me desquicia. ¿Qué se trae entre manos la pequeña Luna de Mystara?Planeo echarme a descansar, pero antes de poder tocar las sábanas, tocan a mi puerta. Es la doncella de Evadne, la señorita Thalia.—Disculpe, su majestad, solo quería saber si la Luna Evadne se