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CAPÍTULO 5: LA PRIMERA NOCHE, HUMILLACIÓN

Evadne

En el instante en que nuestros ojos se encuentran, siento como si mi corazón estuviera a punto de desbordarse. Théo me observa con seriedad, la misma intensidad que ha mantenido desde nuestro primer encuentro. Su presencia no ha perdido nada; sigue siendo imponente con su cabello castaño y la barba densa que le otorga una virilidad inigualable. La corona que adorna su cabeza solo amplifica su atractivo masculino y su aura de poder. Théo continúa siendo el hombre lobo más seductor que haya cruzado mi camino; eso, sin lugar a duda, no ha cambiado.

Siento mis mejillas arder en el mismo instante en que se acerca a mi mejilla. Cierro los ojos pensando que me dará un beso; en cambio, solo se limita a susurrar:

—Disimula y sonríe para los súbditos.

Enseguida se aparta y entrelaza mi mano con la suya como si nada. Las personas presentes en la gran sala aplauden nuestra unión a la vez que arrojan pétalos de flores azules y blancas a nuestro paso.

A pesar de la algarabía que nos rodea, no siento que este sea un momento feliz.

Por alguna razón Théo ordenó que me mantuviese con el velo toda la ceremonia, no quería ver mi rostro, y seguramente ahora que lo vio, está más que decepcionado.

Incluso llegué a pensar por un momento que lo cancelaría todo, no fue capaz de darme la cara hasta este momento, pero ya lo hecho está hecho y no se puede deshacer. Soy oficialmente la nueva Luna del reino.

El rey y yo caminamos hasta el final del pasillo, donde enseguida nos espera la recepción de la fiesta, no obstante, como dicta la ley de los lobos, mientras los invitados festejan, los recién unidos deben entregarse en cuerpo y alma frente a la luna para tener la bendición de un cachorro.

He tratado todo el rato de no pensar en eso, pero a medida que el momento se acerca no puedo no hacerlo. Pensar en Théo poniendo sus manos sobre mí de esa manera hace que me dé un ataque de nervios. Evito mirarlo a los ojos en lo que nos encaminamos hacia la habitación real.

Observé la puerta muchas veces en estos días esperando que él saliera; mas, nunca lo hizo.

¿De verdad cumplirá con su deber? ¿Cómo haré yo para hacerlo? Thalia intentó explicarme algunas cosas, pero yo no entendí demasiado, no tengo experiencia con nada de eso.

Théo empuja las puertas y me hace pasar. Su silencio me pone todavía más nerviosa. Se queda de espaldas a mí observando la cama ya preparada para ambos. Suspiro, sé lo que tengo que hacer, así que empiezo de una vez.

Desato mi vestido y dejo que la tela caiga hasta mis pies. No quiero que esto suceda así, realmente no era como me lo imaginaba, pero… es mi deber como Luna.

Me quedo en ropa interior, hace frío esta noche, pero yo me siento como en medio de una hoguera, mis latidos acelerados aumentan el flujo de sangre a mis mejillas; no sé qué más hacer.

—Théo… —susurro.

—Rey Alfa Théo, o si prefieres Alfa Théo, esa es la forma en que debes llamarme. Mi señor, esa también es válida —contesta sin voltear a mirarme.

Trago saliva, esto no parece pintar bien.

—Lo siento, mi señor —respondo con una risa nerviosa—, es que yo… no sé qué hacer.

Théo se da la vuelta y por un breve instante se descoloca al verme semidesnuda. Enseguida toma una de las sábanas de la cama y me cubre con ella en una fracción de segundo.

—¡¿Qué estás haciendo?! ¡Cúbrete!

—Ah… yo creí que…

—¿Qué creíste? ¿Qué porque acepté esta unión realmente te trataría como mi esposa? La legítima Luna era Calliope Montague, no tú.

Sus palabras se clavan como dagas afiladas en mi corazón. Un nudo se arremolina de forma automática en mi garganta, pero lo contengo todo lo posible.

—Eso ya lo sé —murmuro.

—Bien, entonces ya sabrás tu lugar. Acepté esta unión, pero escúchame bien Evadne, tú nunca serás mi esposa, nunca te aceptaré como mi Luna, y jamás te tocaré. No le llegarás a Calliope ni siquiera a una punta del dedo del pie.

—¿P-por…? —Las palabras se quedan atoradas en mi garganta. Quiero gritarle la pregunta, pero no soy capaz de hacerlo.

—Le dirás a todos que se consumó este matrimonio, solo tú y yo sabremos lo que pasa a puertas cerradas —ordena.

—Pero… ¿y el heredero? El reino necesita…

—Cuando vean que la nueva Luna no es capaz de embarazarse, te reemplazarán. Es un ganar-ganar, Evadne. Tu sola presencia me molesta, así que tratemos de no frecuentarnos tanto, solo lo estrictamente necesario.

—¿Por qué? ¿Por qué me desprecias? —pregunto con los ojos a punto de desbordarse en lágrimas—. Si no me soportas, ¿por qué aceptaste esta unión?

—Simple, eres la chiquilla más irritante y despreciable que he conocido, eres fea, chillona, torpe y jamás sabrás comportarte como una Luna adecuada; no como tu hermana. Pero lo acepté por desesperación y la presión de las manadas.

Ya no puedo contenerlas más, a pesar de que no quiero demostrarle debilidad o que sus palabras me hieren, termino derramando las lágrimas por mis mejillas. Él se acerca a mí y toma mi mentón entre sus dedos gruesos.

La mirada de desprecio es real, me odia, y ni siquiera entiendo por qué. ¿De verdad fui así de desagradable para él cuando era una niña?

—Por favor, Alfa, deme una oportunidad, yo…

Théo me arroja con fuerza hacia atrás provocando que me enrede con la sábana y caiga al suelo. Nunca me había sentido tan humillada en mi vida.

—Cállate, no quiero escucharte más.

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