Evadne
En el instante en que nuestros ojos se encuentran, siento como si mi corazón estuviera a punto de desbordarse. Théo me observa con seriedad, la misma intensidad que ha mantenido desde nuestro primer encuentro. Su presencia no ha perdido nada; sigue siendo imponente con su cabello castaño y la barba densa que le otorga una virilidad inigualable. La corona que adorna su cabeza solo amplifica su atractivo masculino y su aura de poder. Théo continúa siendo el hombre lobo más seductor que haya cruzado mi camino; eso, sin lugar a duda, no ha cambiado.
Siento mis mejillas arder en el mismo instante en que se acerca a mi mejilla. Cierro los ojos pensando que me dará un beso; en cambio, solo se limita a susurrar:
—Disimula y sonríe para los súbditos.
Enseguida se aparta y entrelaza mi mano con la suya como si nada. Las personas presentes en la gran sala aplauden nuestra unión a la vez que arrojan pétalos de flores azules y blancas a nuestro paso.
A pesar de la algarabía que nos rodea, no siento que este sea un momento feliz.
Por alguna razón Théo ordenó que me mantuviese con el velo toda la ceremonia, no quería ver mi rostro, y seguramente ahora que lo vio, está más que decepcionado.
Incluso llegué a pensar por un momento que lo cancelaría todo, no fue capaz de darme la cara hasta este momento, pero ya lo hecho está hecho y no se puede deshacer. Soy oficialmente la nueva Luna del reino.
El rey y yo caminamos hasta el final del pasillo, donde enseguida nos espera la recepción de la fiesta, no obstante, como dicta la ley de los lobos, mientras los invitados festejan, los recién unidos deben entregarse en cuerpo y alma frente a la luna para tener la bendición de un cachorro.
He tratado todo el rato de no pensar en eso, pero a medida que el momento se acerca no puedo no hacerlo. Pensar en Théo poniendo sus manos sobre mí de esa manera hace que me dé un ataque de nervios. Evito mirarlo a los ojos en lo que nos encaminamos hacia la habitación real.
Observé la puerta muchas veces en estos días esperando que él saliera; mas, nunca lo hizo.
¿De verdad cumplirá con su deber? ¿Cómo haré yo para hacerlo? Thalia intentó explicarme algunas cosas, pero yo no entendí demasiado, no tengo experiencia con nada de eso.
Théo empuja las puertas y me hace pasar. Su silencio me pone todavía más nerviosa. Se queda de espaldas a mí observando la cama ya preparada para ambos. Suspiro, sé lo que tengo que hacer, así que empiezo de una vez.
Desato mi vestido y dejo que la tela caiga hasta mis pies. No quiero que esto suceda así, realmente no era como me lo imaginaba, pero… es mi deber como Luna.
Me quedo en ropa interior, hace frío esta noche, pero yo me siento como en medio de una hoguera, mis latidos acelerados aumentan el flujo de sangre a mis mejillas; no sé qué más hacer.
—Théo… —susurro.
—Rey Alfa Théo, o si prefieres Alfa Théo, esa es la forma en que debes llamarme. Mi señor, esa también es válida —contesta sin voltear a mirarme.
Trago saliva, esto no parece pintar bien.
—Lo siento, mi señor —respondo con una risa nerviosa—, es que yo… no sé qué hacer.
Théo se da la vuelta y por un breve instante se descoloca al verme semidesnuda. Enseguida toma una de las sábanas de la cama y me cubre con ella en una fracción de segundo.
—¡¿Qué estás haciendo?! ¡Cúbrete!
—Ah… yo creí que…
—¿Qué creíste? ¿Qué porque acepté esta unión realmente te trataría como mi esposa? La legítima Luna era Calliope Montague, no tú.
Sus palabras se clavan como dagas afiladas en mi corazón. Un nudo se arremolina de forma automática en mi garganta, pero lo contengo todo lo posible.
—Eso ya lo sé —murmuro.
—Bien, entonces ya sabrás tu lugar. Acepté esta unión, pero escúchame bien Evadne, tú nunca serás mi esposa, nunca te aceptaré como mi Luna, y jamás te tocaré. No le llegarás a Calliope ni siquiera a una punta del dedo del pie.
—¿P-por…? —Las palabras se quedan atoradas en mi garganta. Quiero gritarle la pregunta, pero no soy capaz de hacerlo.
—Le dirás a todos que se consumó este matrimonio, solo tú y yo sabremos lo que pasa a puertas cerradas —ordena.
—Pero… ¿y el heredero? El reino necesita…
—Cuando vean que la nueva Luna no es capaz de embarazarse, te reemplazarán. Es un ganar-ganar, Evadne. Tu sola presencia me molesta, así que tratemos de no frecuentarnos tanto, solo lo estrictamente necesario.
—¿Por qué? ¿Por qué me desprecias? —pregunto con los ojos a punto de desbordarse en lágrimas—. Si no me soportas, ¿por qué aceptaste esta unión?
—Simple, eres la chiquilla más irritante y despreciable que he conocido, eres fea, chillona, torpe y jamás sabrás comportarte como una Luna adecuada; no como tu hermana. Pero lo acepté por desesperación y la presión de las manadas.
Ya no puedo contenerlas más, a pesar de que no quiero demostrarle debilidad o que sus palabras me hieren, termino derramando las lágrimas por mis mejillas. Él se acerca a mí y toma mi mentón entre sus dedos gruesos.
La mirada de desprecio es real, me odia, y ni siquiera entiendo por qué. ¿De verdad fui así de desagradable para él cuando era una niña?
—Por favor, Alfa, deme una oportunidad, yo…
Théo me arroja con fuerza hacia atrás provocando que me enrede con la sábana y caiga al suelo. Nunca me había sentido tan humillada en mi vida.
—Cállate, no quiero escucharte más.
Evadne 5 años después… —Su majestad, los del consejo me piden que le diga que ya están listos, puede entrar al salón —me avisa Thalia. Suspiro profundo e intento contener el nudo en mi garganta. Sabía que esto pasaría, sabía que más tarde que temprano los lobos y el resto de las criaturas decidirían confrontarme por la falta de un heredero. Cinco largos años han pasado desde que me casé con el rey Alfa, y cada maldit0 día de esos han sido una completa tortura. Él me desprecia, y se ha encargado de demostrármelo sin descanso. Por supuesto, a puertas cerradas. Ni un solo día desde el momento en que entrelazó nuestras manos para traerme a la habitación real ha sido capaz de volverme a tocar. Mi corazón sufre en silencio, esperando que tal vez llegue el día en que cambie de opinión, pero a estas alturas, creo que es solo un sueño insulso del que debo desprenderme. Théo no ha podido olvidar a mi hermana Calliope. Hace unos años me enteré de que ella estaba embarazada al momento de mo
ThéoEl trote de los caballos me acerca cada vez más al imponente castillo de Mystara. El sol se refleja en las almenas de las murallas, y el viento agita las banderas reales que ondean en lo alto. A veces, mientras avanzamos por el camino empedrado, desearía no tener que regresar nunca más, abandonar mis deberes reales y simplemente ser libre, sentir la brisa en mi rostro sin la carga de la corona. Pero sé que eso es algo que no puedo permitirme.A mi lado, Killian, mi Beta y consejero, cabalga con la misma determinación que siempre lo ha caracterizado. Juntos compartimos la responsabilidad de liderar esta cruzada, una que nos ha llevado a conocer de primera mano la realidad del poblado de Astral Crossroads en la ciudad de Eldergrove. Después de cumplir con la visita real, donde prometimos mejorar las condiciones para los habitantes del pueblo, decidimos regresar al castillo sin encontrar un motivo convincente para seguir retrasando nuestra llegada.Cinco largos y tortuosos años han
EvadnePor más que trato de mantener la compostura, la petición que Théo acaba de hacerme me deja estupefacta. Mis mejillas se calientan hasta arder y mis piernas comienzan a temblar como hojas al viento. ¿Acaso me acaba de pedir que lo limpie con mi lengua?—¿Qué? —digo casi sin aliento.Inevitablemente mi vista desciende a ese pecho brillante por el sudor, cada pectoral y músculo de su cuerpo torneado y muy bien marcado parece saltar a la vista para que lo haga. Mentiría si no dijera que fantasee con algo así alguna vez, sin embargo, mis oídos no pueden dar crédito a lo que escucho.Théo Valerius, el rey Alfa, el hombre más odioso y despiadado que he conocido en mi vida, me está pidiendo que le pase mi lengua como si tuviésemos ese nivel de confianza. No, esto tiene que ser una trampa.Sus ojos penetrantes me miran con expectativa, una ligera sonrisa se traza en su boca, oculta por esa barba tupida que siempre trae. Está midiéndome, lo sé.—¿No querías ser mi legítima Luna? Vamos, l
ThéoPor más que trato de no pensar en la insufrible y desafiante chiquilla, mi cabeza no es capaz de dejar de pensar en ella. Sin querer, las sensaciones que me produjo regresan a mí como si estuviese sobre mi cuerpo en este mismo momento. Su aliento caliente en mi pecho… estuvo a escasos milímetros de lamer mi piel… si la hubiera dejado…—¡No! ¿Qué mierd4s estás pensando Théo? —me digo a mí mismo. Ella no puede atraerme, eso sería como una jodida traición a mí mismo.Cuando salgo del baño Evadne ya no se encuentra en la habitación. Una parte de mí se pregunta a dónde pudo haber ido; luego de todo lo que nos dijimos, en sus ojos parecía haber una chispa de determinación.No sé por qué, pero simplemente la sola idea de pensarlo me desquicia. ¿Qué se trae entre manos la pequeña Luna de Mystara?Planeo echarme a descansar, pero antes de poder tocar las sábanas, tocan a mi puerta. Es la doncella de Evadne, la señorita Thalia.—Disculpe, su majestad, solo quería saber si la Luna Evadne se
EvadnePara ir al territorio de las ninfas debo esperar que se haga de noche, pues nadie debe saber lo que estoy a punto de hacer, sin embargo, no quiero tener que toparme con Théo, así que deambulo por el castillo y decido colarme por los altos jardines traseros del palacio.Una de mis cosas favoritas en el castillo es este lugar. Es como un bosque pequeño, escondido en medio de todo. Recorro el camino entre los árboles con lentitud, aspirando los aromas de los árboles y las flores; ojalá pudiera quedarme aquí para siempre.Luego de llegar casi al límite del jardín, donde las murallas terminan colindando con territorio virgen, tomo asiento y me recuesto contra un árbol, a la vez que saco un pequeño libro que he traído escondido entre mi vestido.Le abro y empiezo a leer una interesante historia sobre un reino distante, y así, sin darme cuenta me quedo dormida con el cuento en la mano.Un ruido sordo me despierta haciéndome sobresaltar. Han pasado algunas horas desde que estoy aquí, l
EvadneSolo cuando la noche ha caído es que consigo separarme de Théo. Al elevar la mirada hacia él, su rostro es un enigma, un lienzo que me impide descifrar sus pensamientos más profundos. Intento buscar claridad en sus ojos, pero estos permanecen velados por una sombra impenetrable.—Debo llevarte de vuelta al castillo —declara de manera repentina, haciendo que mi corazón retome su carrera desbocada.—Théo, yo...—No digas nada, Evadne. Podrías empeorarlo —su respuesta está cargada de un misterio inquietante; me deja sin aliento. ¿Empeorarlo? ¿Qué significará eso?Théo me levanta en brazos, su fuerza sobrenatural es palpable incluso en este gesto aparentemente delicado. Se impulsa hacia adelante, atravesando la noche con una velocidad que desafía toda lógica. No seguimos los caminos habituales del castillo; en cambio, trepa el muro con agilidad felina y, con un salto audaz, alcanza una de las torres. Entramos por la ventana, desafiando las normas y los protocolos.Una vez dentro, T
ThéoCamino de un lado a otro en medio de la noche dándole vueltas a lo que ocurrió con Evadne. ¿Cómo es posible que tres maldit0s desgraciados hayan intentado deshonrarla? Aprieto mis puños con fuerza hasta clavarme las garras, que han salido sin que me dé cuenta.No pude alcanzarlos, cruzaron la muralla y tuve que decidir si regresaba con ella o los perseguía. Algo muy extraño está sucediendo en Mystara, de pronto siento que los lobos están agitados y este atentado… definitivamente ocurre algo.Llamo con urgencia al único lobo en quien puedo confiar ciegamente.Killian se aparece en el mismo sitio donde conversábamos hace poco.—Su alteza, ¿encontró a Evadne?—No solo la encontré, estaba en peligro como me lo imaginaba.—¡No puede ser! ¿Ella está bien?No sé si “bien” sea la palabra que usaría. Sin duda está sana y salva en la habitación, pero… no creo que el trato que le di la haya dejado mejor que como estaba esta tarde en el claro.Sé que fue insensible de mi parte insinuar que h
EvadneAbro los ojos con lentitud sintiéndome todavía dentro de un sueño. Lo que ocurrió ayer no abandona mi mente, pero ahora me siento mucho mejor. Me levanto de la cama, evaluando cada paso que hago de forma metódica.Théo no se encuentra en la habitación como es habitual, pero eso no importa ahora, porque es imperativo que no me vea partir.Me apresuro a alistarme, el tiempo se me pasa volando y poco antes de terminar, escucho dos toques en mi puerta.—¡Ah! ¡Al fin la encuentro Luna Evadne! —exclama mi doncella—. La he estado buscando desde ayer por todas partes, luego de la reunión con el consejo pensé que la habían reemplazado con esa concubina…—¿Qué? ¿Hay una concubina en el palacio?—Creí que lo sabía, el rey Théo la vio ayer y…—¿Qué? —repito con mi corazón quebrandose por dentro.No puede ser, entonces las palabras del consejo no fueron más que una advertencia para mí, de todos modos, lo harían a pesar de mi negativa. Un nudo se forma en mi garganta solo de pensar que Théo