ThéoPor más que trato de no pensar en la insufrible y desafiante chiquilla, mi cabeza no es capaz de dejar de pensar en ella. Sin querer, las sensaciones que me produjo regresan a mí como si estuviese sobre mi cuerpo en este mismo momento. Su aliento caliente en mi pecho… estuvo a escasos milímetros de lamer mi piel… si la hubiera dejado…—¡No! ¿Qué mierd4s estás pensando Théo? —me digo a mí mismo. Ella no puede atraerme, eso sería como una jodida traición a mí mismo.Cuando salgo del baño Evadne ya no se encuentra en la habitación. Una parte de mí se pregunta a dónde pudo haber ido; luego de todo lo que nos dijimos, en sus ojos parecía haber una chispa de determinación.No sé por qué, pero simplemente la sola idea de pensarlo me desquicia. ¿Qué se trae entre manos la pequeña Luna de Mystara?Planeo echarme a descansar, pero antes de poder tocar las sábanas, tocan a mi puerta. Es la doncella de Evadne, la señorita Thalia.—Disculpe, su majestad, solo quería saber si la Luna Evadne se
EvadnePara ir al territorio de las ninfas debo esperar que se haga de noche, pues nadie debe saber lo que estoy a punto de hacer, sin embargo, no quiero tener que toparme con Théo, así que deambulo por el castillo y decido colarme por los altos jardines traseros del palacio.Una de mis cosas favoritas en el castillo es este lugar. Es como un bosque pequeño, escondido en medio de todo. Recorro el camino entre los árboles con lentitud, aspirando los aromas de los árboles y las flores; ojalá pudiera quedarme aquí para siempre.Luego de llegar casi al límite del jardín, donde las murallas terminan colindando con territorio virgen, tomo asiento y me recuesto contra un árbol, a la vez que saco un pequeño libro que he traído escondido entre mi vestido.Le abro y empiezo a leer una interesante historia sobre un reino distante, y así, sin darme cuenta me quedo dormida con el cuento en la mano.Un ruido sordo me despierta haciéndome sobresaltar. Han pasado algunas horas desde que estoy aquí, l
EvadneSolo cuando la noche ha caído es que consigo separarme de Théo. Al elevar la mirada hacia él, su rostro es un enigma, un lienzo que me impide descifrar sus pensamientos más profundos. Intento buscar claridad en sus ojos, pero estos permanecen velados por una sombra impenetrable.—Debo llevarte de vuelta al castillo —declara de manera repentina, haciendo que mi corazón retome su carrera desbocada.—Théo, yo...—No digas nada, Evadne. Podrías empeorarlo —su respuesta está cargada de un misterio inquietante; me deja sin aliento. ¿Empeorarlo? ¿Qué significará eso?Théo me levanta en brazos, su fuerza sobrenatural es palpable incluso en este gesto aparentemente delicado. Se impulsa hacia adelante, atravesando la noche con una velocidad que desafía toda lógica. No seguimos los caminos habituales del castillo; en cambio, trepa el muro con agilidad felina y, con un salto audaz, alcanza una de las torres. Entramos por la ventana, desafiando las normas y los protocolos.Una vez dentro, T
ThéoCamino de un lado a otro en medio de la noche dándole vueltas a lo que ocurrió con Evadne. ¿Cómo es posible que tres maldit0s desgraciados hayan intentado deshonrarla? Aprieto mis puños con fuerza hasta clavarme las garras, que han salido sin que me dé cuenta.No pude alcanzarlos, cruzaron la muralla y tuve que decidir si regresaba con ella o los perseguía. Algo muy extraño está sucediendo en Mystara, de pronto siento que los lobos están agitados y este atentado… definitivamente ocurre algo.Llamo con urgencia al único lobo en quien puedo confiar ciegamente.Killian se aparece en el mismo sitio donde conversábamos hace poco.—Su alteza, ¿encontró a Evadne?—No solo la encontré, estaba en peligro como me lo imaginaba.—¡No puede ser! ¿Ella está bien?No sé si “bien” sea la palabra que usaría. Sin duda está sana y salva en la habitación, pero… no creo que el trato que le di la haya dejado mejor que como estaba esta tarde en el claro.Sé que fue insensible de mi parte insinuar que h
EvadneAbro los ojos con lentitud sintiéndome todavía dentro de un sueño. Lo que ocurrió ayer no abandona mi mente, pero ahora me siento mucho mejor. Me levanto de la cama, evaluando cada paso que hago de forma metódica.Théo no se encuentra en la habitación como es habitual, pero eso no importa ahora, porque es imperativo que no me vea partir.Me apresuro a alistarme, el tiempo se me pasa volando y poco antes de terminar, escucho dos toques en mi puerta.—¡Ah! ¡Al fin la encuentro Luna Evadne! —exclama mi doncella—. La he estado buscando desde ayer por todas partes, luego de la reunión con el consejo pensé que la habían reemplazado con esa concubina…—¿Qué? ¿Hay una concubina en el palacio?—Creí que lo sabía, el rey Théo la vio ayer y…—¿Qué? —repito con mi corazón quebrandose por dentro.No puede ser, entonces las palabras del consejo no fueron más que una advertencia para mí, de todos modos, lo harían a pesar de mi negativa. Un nudo se forma en mi garganta solo de pensar que Théo
EvadneThalia y yo regresamos del bosque de las ninfas poco antes del anochecer con la orden de que se mantenga silencio ante lo que ocurrió.Ni siquiera sé lo que ocurrirá, pero ya estoy bastante nerviosa. Me deshago de toda la ropa harapienta y busco entre los vestuarios de la Luna real algo que sea provocativo y sensual. Mi corazón late a toda prisa, no sé bien lo que estoy haciendo. He deseado tanto que Théo me ame… me había rendido, iba a conformarme con ser solo la Luna rechazada del reino, pero ahora las cosas cambiaron. El cáncer me recordó la fragilidad de la vida y lo mucho que la he desperdiciado siendo una tonta que se deja someter por todos.No, esta vez no será así, Théo será mío, y le daré un heredero; quiera o no.Me coloco una suave bata de seda clara que revela la curvatura de mis pech0s, es bastante corta así que deja muy poco a la imaginación debajo de mis caderas. Me observo en el espejo con las manos temblorosas, a pesar de todo esto, es posible que él me rechace
EvadneThéo me toma de la cintura mientras se despoja de la ropa que ahora parece un estorbo entre los dos. Es la primera vez que veo sus ojos ardiendo en deseo por mí. Se deshace de la tela con urgencia, rompiéndola en el camino a tomarme entre sus brazos.Estoy prisionera debajo de su cuerpo macizo y musculoso, esos ojos marrones que siempre me ven con odio, esta noche me miran con una lujuria ardiente. Trato de regular los latidos de mi corazón, pero es imposible, la excitac1ón me recorre la entrepierna, estoy tan mojada que ya he empapado la cama.Théo me toma de las muñecas y las eleva por encima de mi cabeza impidiendo que me mueva. Un ronroneo ronco sale de su garganta mientras que sus labios se acercan con lentitud a mi cuello. El roce de su aliento en mi piel envía corrientes y escalofríos por todo mi cuerpo.Como siempre le ha gustado torturarme, demora el contacto todo lo posible, hasta que remuevo mis caderas y entonces lo escucho soltar una risita.—Lo deseas, ¿no es así?
ThéoAbro los ojos como si hubiese estado sumido en un profundo sueño. Por un momento pienso que es así, hasta que ladeo la cabeza y veo a Evadne durmiendo plácidamente a mi lado. No puedo evitar levantarme de un salto con la mente dándome vueltas.Lo de anoche no fue un sueño… y creo que soy muy consciente de ello, pero por alguna razón, me quise autoconvencer de que lo había sido.Ella suspira y esboza una ligera sonrisa, muy seguramente teniendo algún sueño agradable. ¿Estará recordando lo que hicimos en esta misma cama? Mi cuerpo se estremece y la excitac1ón vuelve a endurecerme solo de imaginarlo.La hice mía, ¡demonios! ¡La marqué!Me juré que nunca haría algo así, pero anoche… ¡joder! Es que Evadne estaba dispuesta a tentarme hasta las últimas consecuencias.Nunca me había mostrado su cuerpo de esa manera, es más, nunca había intentado seducirme; lo que hacía todo más fácil para mí. Era más sencillo despreciarla y evitarla si siempre se comportaba como una sumisa que cedía fáci