Evadne
Mi corazón está a punto de saltar fuera de mi pecho. Mientras el carruaje se acerca al gran palacio de Mystara Citadel, mis manos sudan y el nerviosismo se apodera de mí. Volveré a ver a Théo por primera vez después de diez años.
Diez largos años en los que no regresé al castillo debido a su indiferencia hacia mí. No me gusta admitirlo en voz alta, de hecho, nunca se lo dije a nadie; ni siquiera a Calliope, pero no podía soportar la forma en la que me trataba, mi corazón sufría. Por eso, preferí alejarme e intentar olvidarlo.
Me repetí como un mantra que él se casaría con mi hermana mayor, y no debía tener esos pensamientos hacia él, sin embargo, ahora ya no soy una niña, soy una mujer, y tal vez eso cambie su percepción hacia mí.
Suspiro profundamente, sé que no me quedan muchos años de vida, pues Alita confirmó que tengo el mismo cáncer hereditario de mi hermana. Aunque parece que todavía no ha comenzado a despertar la enfermedad en mi cuerpo, no obstante, Alita no me dio muchas esperanzas; en cualquier momento comenzarían los síntomas y luego de eso, mis horas estarán contadas.
A pesar de que sé mi destino, espero poder cumplir con el gran deber que mi manada me ha otorgado: darle un heredero al rey Alfa, Théo Valerius.
—Ya deja de frotar tus manos contra el vestido, lo arruinarás —me reprende Thalia, una Omega de mi manada y, a fines prácticos, mi dama. Ella es la única que me acompañará a partir de hoy en mi nueva vida en el castillo.
—Lo siento, es que estoy muy nerviosa.
—Lo sé, pero no debes demostrarles que estás ansiosa, los lobos de la corte te comerán viva.
Paso saliva y vuelvo a suspirar intentando mantener mis manos quietas. ¿Qué pensará Théo de todo esto? ¿Seguirá despreciándome? Mi abuelo me dijo que había aceptado la unión, pero no me dio más detalles.
Mystara Citadel es el nombre de nuestro reino, hay muchas otras regiones, pero la principal es esta, donde queda ubicado el castillo. Los pobladores curiosos; lobos de bajo rango o pertenecientes a manadas menos pudientes se asoman desde sus casas con curiosidad mientras nos ven pasar. A pesar de que ellos no me ven, puedo notar la incertidumbre en sus caras.
El reino ha sido gobernado por los lobos desde hace milenios, sin embargo, existen otras criaturas sobrenaturales en todo el reino; vampiros, hadas, ninfas, brujas y hechiceros, banshee, humanos y un sinfín de subdivisiones entre estos que me tomaría horas clasificar.
No obstante, en el centro de la ciudad solo habitan hombres lobos de raza pura.
Sé que, si no soy capaz de cumplir con mi deber, la línea real podría sufrir un gran golpe, pues desde hace un tiempo se ha escuchado rumores sobre que algunas criaturas no están conformes con el liderazgo que han llevado los lobos durante algún tiempo.
El carruaje se detiene frente a la enorme entrada de arco del palacio en lo que esperamos que el puente levadizo baje para poder avanzar.
Un guardia nos da pase libre para continuar, el carruaje atraviesa las dos puertas y finalmente se detiene en el interior del patio principal de la entrada.
Otro sirviente nos abre la puerta, primero baja Thalia y después yo. Mi corazón late a toda prisa esperando verlo en la entrada; lo lógico sería que me recibiera como a su futura Luna, sin embargo, a quien encuentro en la puerta no es él.
Un lobo de cabellera negra y aspecto imponente nos recibe. Lo vi varias veces en el pasado, si no me falla la memoria, es la mano derecha del rey, pero no recuerdo su nombre.
—Bienvenida, Beta Evadne, el palacio de Mystara la recibe con una grata sonrisa —saluda de forma solemne, sin embargo, yo no siento que esta bienvenida sea amistosa.
Las expresiones en los rostros de los guardias y de todo el mundo en general más bien parecen de desagrado.
—Gracias —respondo haciendo una venia.
—Espero que su viaje haya sido cómodo, pase por aquí, la conduciré adentro para que pueda instalarse.
En un instante, el hombre se gira y nos conduce con gracia hacia el interior del imponente palacio. Mis ojos, acostumbrados, pero nunca saturados de este espectáculo, capturan una vez más la grandiosidad del lugar. Un cielo raso inalcanzable; cuya altura desafía incluso los intentos más ambiciosos de saltar; se despliega majestuosamente sobre nuestras cabezas. La curvatura del techo, semioculta entre sombras y misterios, añade un toque de enigma al ambiente.
En nuestro camino, robustas columnas emergen como guardianes silenciosos, sosteniendo los muros de piedra que encierran este bastión. Cada piedra parece susurrar la historia de siglos pasados, y las esculturas intrincadamente talladas en ellas dan vida a la nobleza de los antiguos reyes lobos del reino. Pinturas de lobos en toda su majestuosidad decoran los muros, cada trazo narra la historia de la manada real.
Thalia y yo caminamos con las cabezas ligeramente inclinadas hacia atrás, incapaces de evitar sentirnos diminutas frente a la grandeza de este logro arquitectónico. Cada paso es un testamento de la habilidad y el arte que ha perdurado a lo largo de las eras, dejándonos absortas en la magnificencia de este palacio que alberga no solo a reyes, sino también a la historia misma del reino lobo.
—Esperen aquí, por favor, ya vendrá una sirviente a mostrarles sus habitaciones.
Estar aquí me trae muchos recuerdos del pasado que creía olvidados, sin embargo, regresan a mí como si hubiera sido ayer mismo…
Yo solo era una pequeña de ocho años licántropos cuando mi hermana, que tenía dieciséis, fue traída al castillo. Las edades de los lobos son diferentes a las de un humano, pasamos mucho tiempo desarrollándonos y cuando al fin alcanzamos la mayoría de edad, nos quedamos en esa misma forma eternamente, pero varía en las mujeres y en los hombres, ellos maduran por más tiempo.
No obstante, cuando llegué aquí ya Théo parecía un lobo adulto, y a pesar de mi vergüenza, tengo que admitir que me atrajo desde el primer momento en que lo vi.
—Bienvenidos al palacio de Mystara Alfa Montague —saludó el consejero del rey. Mi hermana y yo le hicimos una reverencia, recuerdo que estaba escondida detrás de su vestido, con mis ojos clavados en el rey Théo.
—¿Es ella? —preguntó él señalando a mi hermana.
—Sí, mi señor.
De inmediato se levantó y caminó hacia mi hermana con elegancia, le tomó la mano y depositó un beso en el dorso con tanta caballerosidad que aceleró mi corazón.
Luego de eso pasearon por los pasillos y jardines del palacio, incluso recuerdo haber caminado por este mismo lugar que estoy pisando ahora. Yo iba detrás de ellos para “vigilarlos”, como si hubiera podido hacer algo.
—Tú, pequeña, quédate aquí —me ordenó el rey.
—Pero… me dijeron que debo seguirlos —protesté.
—¿Tu hermana no sabe obedecer órdenes? —le cuestionó a Calliope. Ella me miró con el ceño fruncido y se agachó a mi lado para pedirme que me fuera. Así lo hice, aunque de todos modos los seguí.
Mi corazón ardió de celos cuando los vi tomarse de las manos, cuando vi como él le acariciaba el rostro y buscaba darle un beso. Me fui corriendo en ese mismo momento…
El Beta regresa sacándome de mis recuerdos.
—Sigan a la Omega por favor.
—¿Dónde está el rey? Creí que…
—El rey Alfa no vendrá, pero no se preocupe Beta Evadne, lo verá muy pronto en la boda.
Mi decepción es evidente.
—Oh, entiendo.
—Oh, y, lamento mucho lo de su hermana Calliope, sin duda hará falta una loba como ella en este reino.
—Gracias por sus palabras.
El hombre nos deja aparentemente a solas, pero si algo aprendí en mis visitas de niña a este lugar, es que nunca lo estamos del todo. Thalia suelta un suspiro contenido y se acerca a mí.
—Qué alivio, no tendremos que ver al rey, al menos por ahora.
—No me parece nada para alegrarse Thalia, más bien es muy preocupante.
—¿Por qué lo crees?
—Algo me dice que el rey no está muy contento con este cambio de último momento.
Théo —¿No cree que al menos debería verla antes de la boda? —me cuestiona Killian por enésima vez—. La pobre lleva días recorriendo el castillo con la esperanza de toparse con usted. Ruedo los ojos una vez más. Por supuesto que debería verla, es lo que cualquier idiota con dos dedos de frente haría, pero yo no. No quiero verla, no quiero tener que toparme con esos ojos verdes y su cabellera rubia, prefiero aguantarme hasta el momento en que revele su rostro cubierto por el velo en el altar; porque, de otro modo, me arrepentiré más rápido de este matrimonio. —¿Ya para qué? La boda es esta noche. —Precisamente por eso, mi señor. —No insistas Killian, mejor ve a recordarles que deseo que su rostro esté cubierto todo el tiempo hasta el momento final. Al menos así puedo imaginar por un momento que es Calliope la que me espera frente al altar y no ella. Aprieto mis puños hasta sentir los nudillos blancos. Realmente estoy empezando a arrepentirme de mi decisión; esto es una maldit4 lo
Evadne En el instante en que nuestros ojos se encuentran, siento como si mi corazón estuviera a punto de desbordarse. Théo me observa con seriedad, la misma intensidad que ha mantenido desde nuestro primer encuentro. Su presencia no ha perdido nada; sigue siendo imponente con su cabello castaño y la barba densa que le otorga una virilidad inigualable. La corona que adorna su cabeza solo amplifica su atractivo masculino y su aura de poder. Théo continúa siendo el hombre lobo más seductor que haya cruzado mi camino; eso, sin lugar a duda, no ha cambiado. Siento mis mejillas arder en el mismo instante en que se acerca a mi mejilla. Cierro los ojos pensando que me dará un beso; en cambio, solo se limita a susurrar: —Disimula y sonríe para los súbditos. Enseguida se aparta y entrelaza mi mano con la suya como si nada. Las personas presentes en la gran sala aplauden nuestra unión a la vez que arrojan pétalos de flores azules y blancas a nuestro paso. A pesar de la algarabía que nos rod
Evadne 5 años después… —Su majestad, los del consejo me piden que le diga que ya están listos, puede entrar al salón —me avisa Thalia. Suspiro profundo e intento contener el nudo en mi garganta. Sabía que esto pasaría, sabía que más tarde que temprano los lobos y el resto de las criaturas decidirían confrontarme por la falta de un heredero. Cinco largos años han pasado desde que me casé con el rey Alfa, y cada maldit0 día de esos han sido una completa tortura. Él me desprecia, y se ha encargado de demostrármelo sin descanso. Por supuesto, a puertas cerradas. Ni un solo día desde el momento en que entrelazó nuestras manos para traerme a la habitación real ha sido capaz de volverme a tocar. Mi corazón sufre en silencio, esperando que tal vez llegue el día en que cambie de opinión, pero a estas alturas, creo que es solo un sueño insulso del que debo desprenderme. Théo no ha podido olvidar a mi hermana Calliope. Hace unos años me enteré de que ella estaba embarazada al momento de mo
ThéoEl trote de los caballos me acerca cada vez más al imponente castillo de Mystara. El sol se refleja en las almenas de las murallas, y el viento agita las banderas reales que ondean en lo alto. A veces, mientras avanzamos por el camino empedrado, desearía no tener que regresar nunca más, abandonar mis deberes reales y simplemente ser libre, sentir la brisa en mi rostro sin la carga de la corona. Pero sé que eso es algo que no puedo permitirme.A mi lado, Killian, mi Beta y consejero, cabalga con la misma determinación que siempre lo ha caracterizado. Juntos compartimos la responsabilidad de liderar esta cruzada, una que nos ha llevado a conocer de primera mano la realidad del poblado de Astral Crossroads en la ciudad de Eldergrove. Después de cumplir con la visita real, donde prometimos mejorar las condiciones para los habitantes del pueblo, decidimos regresar al castillo sin encontrar un motivo convincente para seguir retrasando nuestra llegada.Cinco largos y tortuosos años han
EvadnePor más que trato de mantener la compostura, la petición que Théo acaba de hacerme me deja estupefacta. Mis mejillas se calientan hasta arder y mis piernas comienzan a temblar como hojas al viento. ¿Acaso me acaba de pedir que lo limpie con mi lengua?—¿Qué? —digo casi sin aliento.Inevitablemente mi vista desciende a ese pecho brillante por el sudor, cada pectoral y músculo de su cuerpo torneado y muy bien marcado parece saltar a la vista para que lo haga. Mentiría si no dijera que fantasee con algo así alguna vez, sin embargo, mis oídos no pueden dar crédito a lo que escucho.Théo Valerius, el rey Alfa, el hombre más odioso y despiadado que he conocido en mi vida, me está pidiendo que le pase mi lengua como si tuviésemos ese nivel de confianza. No, esto tiene que ser una trampa.Sus ojos penetrantes me miran con expectativa, una ligera sonrisa se traza en su boca, oculta por esa barba tupida que siempre trae. Está midiéndome, lo sé.—¿No querías ser mi legítima Luna? Vamos, l
ThéoPor más que trato de no pensar en la insufrible y desafiante chiquilla, mi cabeza no es capaz de dejar de pensar en ella. Sin querer, las sensaciones que me produjo regresan a mí como si estuviese sobre mi cuerpo en este mismo momento. Su aliento caliente en mi pecho… estuvo a escasos milímetros de lamer mi piel… si la hubiera dejado…—¡No! ¿Qué mierd4s estás pensando Théo? —me digo a mí mismo. Ella no puede atraerme, eso sería como una jodida traición a mí mismo.Cuando salgo del baño Evadne ya no se encuentra en la habitación. Una parte de mí se pregunta a dónde pudo haber ido; luego de todo lo que nos dijimos, en sus ojos parecía haber una chispa de determinación.No sé por qué, pero simplemente la sola idea de pensarlo me desquicia. ¿Qué se trae entre manos la pequeña Luna de Mystara?Planeo echarme a descansar, pero antes de poder tocar las sábanas, tocan a mi puerta. Es la doncella de Evadne, la señorita Thalia.—Disculpe, su majestad, solo quería saber si la Luna Evadne se
EvadnePara ir al territorio de las ninfas debo esperar que se haga de noche, pues nadie debe saber lo que estoy a punto de hacer, sin embargo, no quiero tener que toparme con Théo, así que deambulo por el castillo y decido colarme por los altos jardines traseros del palacio.Una de mis cosas favoritas en el castillo es este lugar. Es como un bosque pequeño, escondido en medio de todo. Recorro el camino entre los árboles con lentitud, aspirando los aromas de los árboles y las flores; ojalá pudiera quedarme aquí para siempre.Luego de llegar casi al límite del jardín, donde las murallas terminan colindando con territorio virgen, tomo asiento y me recuesto contra un árbol, a la vez que saco un pequeño libro que he traído escondido entre mi vestido.Le abro y empiezo a leer una interesante historia sobre un reino distante, y así, sin darme cuenta me quedo dormida con el cuento en la mano.Un ruido sordo me despierta haciéndome sobresaltar. Han pasado algunas horas desde que estoy aquí, l
EvadneSolo cuando la noche ha caído es que consigo separarme de Théo. Al elevar la mirada hacia él, su rostro es un enigma, un lienzo que me impide descifrar sus pensamientos más profundos. Intento buscar claridad en sus ojos, pero estos permanecen velados por una sombra impenetrable.—Debo llevarte de vuelta al castillo —declara de manera repentina, haciendo que mi corazón retome su carrera desbocada.—Théo, yo...—No digas nada, Evadne. Podrías empeorarlo —su respuesta está cargada de un misterio inquietante; me deja sin aliento. ¿Empeorarlo? ¿Qué significará eso?Théo me levanta en brazos, su fuerza sobrenatural es palpable incluso en este gesto aparentemente delicado. Se impulsa hacia adelante, atravesando la noche con una velocidad que desafía toda lógica. No seguimos los caminos habituales del castillo; en cambio, trepa el muro con agilidad felina y, con un salto audaz, alcanza una de las torres. Entramos por la ventana, desafiando las normas y los protocolos.Una vez dentro, T