Capítulo 9
Por otro lado, yo ya había dado con la familia del mecánico.

Su esposa era una mujer sencilla, que sacaba adelante con dificultad a sus tres hijos.

—Señora, nosotros ya aceptamos el dinero de ese hombre... Si de verdad hacemos lo que usted dice, ¿cree que mi esposo pueda salir libre?

No podía asegurárselo.

—Voy a pedirle a la abogada que haga todo lo posible por ayudarla. Queremos hacer todo lo posible para que su esposo regrese aquí con su familia, a cuidar a sus hijos.

Se cubrió la cara y rompió en llanto.

Fernando les enviaba tres mil dólares al mes.

Aunque era más de lo que ganaba su esposo, nadie sacrificaría décadas de libertad si no fuera por pura y llana necesidad.

—Yo puedo darle dinero cada mes. Más de lo que él le da. Solo le pido que convenza a su esposo de decir la verdad. Que busque justicia para él y también para mi mamá.

—Él no tuvo nada que ver. El verdadero culpable sigue libre, como si nada.

La mujer asintió. Estaba dispuesta a hablar con su esposo.

No esperaba que t
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