El Crimen Secreto de Mi Marido Perfecto
El Crimen Secreto de Mi Marido Perfecto
Por: Paloma Estrada
Capítulo 1
—Señor Villareal, las pastillas anticonceptivas están listas, tal como usted lo indicó. ¿Desea que se las siga suministrando a su esposa?

La respuesta de Fernando fue cortante, desprovista de cualquier emoción:

—Sí. Que no las deje. Casarme con ella fue solo un arreglo temporal. En mi corazón, Bárbara es la única que debe ser la madre de mis hijos.

El gesto de Fernando se tiñó de una melancolía fingida.

—Desde que murió la mamá de Mariana… tuve que sacrificar demasiado para proteger a Bárbara… incluso renunciar a la idea de ser padre. Nadie puede ocupar el lugar de Bárbara en mi vida. Ni siquiera un hijo de Mariana.

—Pero si se administra por mucho tiempo ese tipo de anticonceptivo puede llegar a ser bastante dañino para su cuerpo —repuso el médico, luego de vacilar por un momento—. Incluso si deja de tomarlo, podría ser muy difícil que se embarace en el futuro.

Un asomo de duda cruzó la mirada de Fernando, pero rápidamente fue reemplazado por una determinación fría y tajante.

—No importa. De todas formas, yo la voy a mantener.

Estaba parada justo afuera de la puerta del estudio. Sentí que el cuerpo se me entumecía por completo, como si caminara descalza sobre hielo; un frío paralizante me recorrió hasta los huesos.

Sin que Fernando me viera, regresé a la habitación como si fuera un autómata. Apenas crucé el umbral, las piernas me fallaron y me derrumbé en el suelo.

Tres años de casados, sin hijos. Siempre pensé que era culpa mía. Después de todo, desde niña nunca tuve buena salud.

Durante ese tiempo, probé incontables remedios caseros, algunos tan asquerosos que me provocaban el vómito, pero nada funcionaba. No lograba quedar embarazada.

Vivía con una culpa que me asfixiaba, pero Fernando siempre me repetía que no importaba si no teníamos hijos, que tenerme a su lado era suficiente para él.

Para que yo no sospechara nada, él nunca se cuidaba, dejándome dudar, una y otra vez, y llevándome a preguntarme si acaso yo era estéril.

Para él, mi salud, mi deseo de ser madre… no era tan importante como la felicidad de Bárbara Lombardi.

—Mari, ¿qué haces sentada en el suelo?

Fernando entró en la recámara y se apresuró a levantarme, con una expresión de falsa preocupación.

—No es nada… solo que me mareé un poco.

Y no mentía. Llevaba más de un año sufriendo mareos frecuentes.

—Mi amor —dijo, masajeándome las sienes con suavidad—, cómo quisiera poder quitarte ese dolor y sufrirlo yo. Me parte el alma verte así. —Hizo una breve pausa, con los ojos fijos en mí—. No te has sentido bien últimamente. Deberías cuidarte más, tomar vitaminas… Anda, tómate un vaso de leche caliente, te ayudará a sentirte mejor.

Al ver el vaso de leche, sentí un nudo apretándome el pecho.

Antes, siempre, después de estar juntos, él mismo me preparaba un vaso de leche tibia para que durmiera bien. Yo pensaba que era una muestra de amor. Sin embargo, ahora sabía bien que no era más que parte de su despiadado engaño.

—Tengo el estómago revuelto, Fernando. No quiero.

Me dio un pellizquito juguetón en la nariz, pero su voz tenía ese tono disfrazado de ternura que, en realidad, no admitía un no por respuesta.

—Ándale, Mari, hazme caso. La leche tiene calcio y te ayuda a dormir. Bébetela toda y descansa. Cuando despiertes ya no te va a doler la cabeza —insistió, con firmeza, acercando el borde del vaso a mis labios, sin darme oportunidad de negarme.

«Fernando, ¿cómo puedes tener el corazón para arrebatarme el derecho de ser madre?», pensé para mis adentros. «¿No ves todo lo que he sufrido, todo lo que me he esforzado por quedar embarazada, comiendo cosas que detesto…? ¿Ni así merezco un ápice de tu compasión?»

Cerré los ojos, llena de desesperación, y me bebí la leche hasta la última gota.

Poco a poco, me fui quedando dormida, pero desperté de golpe con unas náuseas terribles, que me hicieron correr al baño y vomitar tanto que me quedé sin fuerzas, sintiendo que algo me terminaba de consumir por dentro.
Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP