Capítulo 7
Mientras tanto, Fernando se quedó helado ante mis acusaciones. No daba crédito a lo que oía.

Sin perder tiempo, llamó al médico de la familia.

La respuesta que recibió fue tajante: aunque remotas, las posibilidades de un embarazo existían incluso tomando anticonceptivos. La probabilidad era mínima, eso sí.

Después, intentó llamarme con desesperación, una y otra vez, pero mi teléfono ya estaba fuera de servicio.

Acto seguido, Fernando contactó al asistente que lo había ayudado a encontrar un chivo expiatorio tiempo atrás y le ordenó que me localizara de inmediato.

Pero la casa estaba desierta. Sobre la mesa, solo encontró los papeles del divorcio que yo había dejado firmados.

...

En el hospital, el asistente irrumpió en la habitación de Bárbara, con la respiración agitada.

—Señor Villareal, no hay nadie en la casa. La señora dejó los papeles del divorcio firmados y… desapareció.

Fernando se quedó inmóvil por un instante, sin asimilar del todo lo que oía.

Tardó unos segundos en reacciona
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