Cuando pone el primer pie en cubierta nota que está desierta, ni una sola alma haciendo nudos o fregando el suelo, lo cual es demasiado extraño para un barco como este, incluso el vigía está ausente. No es capaz de dar el primer paso cuando el filo de una navaja se pone sobre su garganta obligándolo a levantar el mentón y respirar suavemente, buscando no hacer ningún movimiento brusco que pueda terminar degollándolo. —Y… ¿tú eres? Una voz gruesa choca con su oído, un aliento a alcohol y un pulso firme en la mano armada, nada sirve para poder identificar al hombre. —Es Cooper, no le hagas daño. —Hornigold sale del camarote del capitán extendiendo sus manos con miedo de que el hombre no haga caso y corte el cuello de su aliado. De pronto el hombre que lo tenía amenazado lo suelta y con un empujón lo lanza hacia delante, haciendo que Cooper de un par de pasos trastabillando y logrando erguirse evitando caer. De primera instancia cubre su cuello con la mano como si temiera que en ese
De inmediato la sirena voltea hacia Hornigold que sigue pensativo, sin ser capaz de levantar la mirada. Cooper con paso firme y la frente en alto baja del barco sintiéndose frustrado por no poder cambiar la decisión de los piratas, pero… ¿por qué esforzarse? ¿Qué gana con que ellos conserven su vida? ¿Desde cuándo se volvió partidaria de defender a los humanos? Ellos se ganan su suerte y sobre advertencia no hay engaño, ya hizo su trabajo advirtiéndoles los riesgos de su acción, si no quieren entender no es su culpa o ¿sí? Conforme camina por la playa se empieza a despojar de su ropa aventándola al piso y dejándola sobre la arena. Se arranca la camisa y sigue caminando furibunda volteando cada cierto tiempo asegurándose que el barco sigue atracado en el malecón, pero cuando la luz del sol se extingue se da cuenta que no piensan ceder ante sus planes y su codicia, el barco se pone en movimiento, se empieza a alejar de la playa ante su mirada cargada de impotencia y frustración. Refunfu
Sabiendo que tal vez está a punto de cometer el mismo error que la arruinó, la sirena cierra los ojos, tuerce la boca y agarra valor para emprender su camino hacia el pirata. Nada a toda velocidad con Köpek detrás de ella intentando evitarlo, este abre sus quijadas buscando pescar la aleta de la sirena, pero cuando las va a cerrar siente remordimiento al saber el daño que le provocaría, así que decide simplemente seguirla, esperando poder ser más rápido que ella y lograr embestirla o alejarla de otra forma que no le haga tanto daño, pero por primera vez se da cuenta que la sirena nada más rápido de lo que alguna vez demostró antes, tal vez el tener un motivo hace que el corazón le de fuerza al resto del cuerpo y pueda lograr lo que jamás logró antes. La sirena llega hasta el pirata, lo abraza intentando que no se hunda más y teniéndolo tan cerca, frente a frente, algo dentro de ella vuelve a latir, es su corazón quien parece haber despertado. Siempre lo sintió anestesiado, pasmado, co
—Hechicera… ¿Qué haces aquí? —Con una sorpresa, hasta cierto punto hipócrita, el príncipe reaccionó a su encuentro. Simplemente parecía un tierno cordero frente a la voraz loba que no tardaría en empezar atacar. —¿Qué estás haciendo? —La voz de la hechicera salía apenas en un susurro, lo suficiente para que el príncipe pudiera escucharla. —No sé de qué estás hablando. —En verdad el príncipe parecía confundido, como si fuera una persona totalmente distinta a aquel chico que la buscó ese día en su taller y la sedujo de forma atrevida y sin contemplaciones. —¿No sabes? ¿Quieres que te recuerde? —Acercándose la hechicera de forma amenazante no lograba que el príncipe cambiara su postura incrédula—. ¿En verdad no recuerdas tu petición? ¿No recuerdas cómo insististe en que te convirtiera en humano? ¿No recuerdas lo que hiciste para convencerme? —Fue un grave error… lo admito, nunca tuve que pedirte algo así, no estaba consciente de lo que implicaba hacer eso y regresé arrepentido, lleno
Después de un momento de silencio la sirena solo tocó su mejilla esperando tal vez ver sangre o sentirla reventada, pero solo se sentía caliente, inflamada, le ardía y tuvo que agradecer estar bajo del agua, en el mar no se llegaba a advertir cuando alguien lloraba, solo bastaba mantener la boca cerrada y los ojos bien abiertos. —No vuelvas a acercarte a mí de esa forma, ¿entendiste? —Ya más tranquila, la hechicera se levantó, alisando cada tentáculo como si fuera un vestido y se acercó con naturalidad hacia la sirena, como si nada hubiera pasado, como si el golpe no lo hubiera hecho. Mientras Cirice apretaba los dientes llena de coraje, la hechicera la tomaba por el mentón y la hacía voltear hacia ella, valorando qué tan grave había sido la bofetada y aunque por dentro sentía una pizca de arrepentimiento por lo que hizo, sabía que no tenía que demostrar debilidad, no iba a dejar que la sirena se percatara de la chispa de culpabilidad que había dentro de ella, simplemente no porque n
Tenía sus órdenes claras y sabía que no tenía derecho a improvisar mucho, lo importante era cumplir. Antes de atravesar ese pequeño estrecho de arena que separaba su escondite del malecón no pudo evitar voltear hacia atrás. Esperaba ver al Tiburón viéndola fijamente, intentando alcanzarla, pero no era así, mientras se internaba en el mundo de los humanos, Köpek decidía regresar al mar sin voltear atrás, ensimismado en sus pensamientos. Por un momento tal vez la sirena esperaba algún reclamo, alguna llamada de atención de parte del tiburón, pero al ver que solo había provocado cierto malestar en él, ahora se sentía peor que en un principio.Después de recorrer todo el malecón el nombre de una taberna se le vino a la mente, «Saint Marie», un lugar donde la mayoría de los visitantes no españoles iban a beber y a despejar su mente. Al ser esta tierra dominio de los españoles, no era tan fácil pasar desapercibido entre ellos. El Saint Marie era el mejor lugar donde pasar el rato sin meters
Cooper no tarda mucho en llegar y ver la arena blanca debajo de sus pies y las olas invadiendo la orilla. Un nuevo barco está en el malecón, es pequeño y de él están bajando un cargamento de lo que parece ser azúcar. Ve con curiosidad al hombre que está a cargo, un regordete pelirrojo que sonríe y saluda a todos con amabilidad. Los hombres empiezan a apilar las cajas a un lado mientras el hombre paga su entrada a Cuba sin pesar; ve hacia el cielo con una sonrisa como si fuera un día soleado y hermoso, ninguna nube negra parece cambiar su actitud. Le causa curiosidad a Cooper por su forma tan alegre de comportarse y este no tarda en acercarse dispuesto a hablar, algo dentro de él le dice que posiblemente sea bueno averiguar algo más de ese regordete individuo. —Vaya… es un buen cargamento de azúcar —dice Cooper mientras levanta la tapa de una de las cajas con curiosidad. El hombre, dueño del cargamento, de inmediato se acerca. Es un hombre de baja estatura, apenas y la coronilla le l
—Bradley, Bradley… la curiosidad mató al gato. —Tavernier se dobla en carcajadas y solo le da unas palmadas en la espalda al mercader encaminándolo hacia afuera de la bodega—. Gracias por el encargo, espero que el resto de tu cargamento sea bien pagado.—Lo fue, lo fue… no puedo quejarme.Con eso último Tavernier se despide dejando a los tres hombres solos, le hace una señal a uno de los guardias que están ante las puertas de la enorme casa, este camina hacia ellos dispuesto a guiarlos hacia la salida evitando que se distraigan con cualquier cosa. No pueden estar vagando por el lugar. Al llegar a la puerta ambos piratas ven hacia la fortaleza que significa esa hacienda, no será tan fácil llegar al diamante para ninguno de los dos.—Oigan, chicos… gracias por ayudarme. Con esa exclamación ambos voltean hacia Bradley que con una sonrisa sincera y en verdad agradecida extiende un morral de cuero. Cuando lo deja caer en la mano de Cooper este se siente pesado. —Una buena paga, como lo pr