75.

—Algo me cayó en el ojo y… me duele —dice el príncipe apenado por haber pensado mal de su prometida.

Cirice se levanta y camina hacia él, lo toma del rostro y ve sus ojos irritados.

—¿Qué pasó? Tienes los ojos muy rojos, anda… será mejor que te lleve a tu habitación y descanses en lo que llega el doctor —dice preocupada mientras lo toma de la mano y lo dirige.

—Sí… Será lo mejor —termina de decir el príncipe aún con el coraje clavado en el pecho.

Mientras la señora Galindez sale de la casa hacia el pueblo en busca del doctor, Cirice se mantiene al lado del príncipe, acaricia su rostro y le obliga a acostarse en la cama, cerrando los ojos. Permanece confundida a su lado, pero no sospecha nada en especial, tal vez algo de polvo o tierra le cayó, no es nada complicado, no es como si algún hechicero le hubiera dejado caer algún cristal especial que pudiera manipular lo que el príncipe ve, eso sería demasiado rebuscado de imaginar, ¿no?

—No sé si las enfermedades en los ojos te hagan
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