La piel en sus tobillos se iba marcando poco a poco y la sangre seca formaba una costra alrededor de las dolorosas marcas que las cuerdas viejas hacían desde la noche anterior. Empezaba a dejar de sentir el dolor que le venía escociendo desde el mismo momento en que Moncada le sujetó fuerte los tobillos y las manos, Éstas ya no las sentía desde hacía mucho, su espíritu luchó mucho por no perder la calma, pero el dolor de su cuerpo era poco en comparación al de su alma.
Un certero golpe le atinó en la sien y Solan cayó desmayado otra vez. ¿Cuántas horas habrían pasado ya desde que ese viejo repulsivo le encerrara de nuevo? la cuenta la perdió fácilmente y ese caso era mejor. Tratar de no llevar la cuenta del dolor y la angustia que pasaba cada que Moncada necesitaba dinero y la mejor forma que tenía de conseguirlo era a través de él.Un murmullo se escuchó de pronto y Solan abrió los ojos con lentitud, era una rata que se paseaba por su habitación con una libertad que a él le era negada,la contempló mucho tiempo,con ella llevaba un trozo de algo que no distinguió que era,pero lo que fuera tenía suerte, esa pequeña criatura que solía ser despreciada por todos tenía muchas más cosas que él mismo. Libertad y comida eran unas de ellas,su mejilla seguía entumecida,eran muchas horas de tener el rostro contra el duro colchón, y los dedos de los pies tenían pequeños calambres que le recordaban que seguía vivo. De pronto se escuchó la voz de Moncada a los lejos y Solan cerró los ojos reprimiendo con ellos una lágrima.La reja sonó chillona y por ella entró el obeso hombre. El cabello rojizo que alguna vez había tenido, sólo era un manojo de pelambre sucio y feo por aquí y allá. Los párpados estaban surcados de venas rojas cargadas de sangre y bajo sus ojos unas inmensas ojeras producto del juego en exceso en lugares de mala muerte. El hombre era fuerte y muy alto,algo que lograba atemorizar a Solan.-Pero si está dormida la pequeña m****a.Al terminar de decir eso soltó un azote en las nalgas del chico,que sólo consiguió dar un alarido de dolor,y otro azote le vino al cuerpo justo en la espalda.-¡Ahhhhh!.El dolor,la mugre y las lágrimas se juntaron en el hermoso rostro de Solan.-A que si estabas despierto, que suerte tengo-dijo Moncada. Solan escuchó que el viejo salió y logró tomar aire,quiso sonarse la nariz que ahora escurría,limpiar su rostro de toda aquella mugre y dejar de vivir de paso. Odiaba la vida con todo su ser, nacido huérfano de padre,abandonado a su suerte desde pequeño y brutalmente violado por cada tipo al que Moncada le vendía su cuerpo,todos soldados.-Despierta chaval,que tienes chamba por hacer.Su cuerpo tembló y se dejó caer desmayado de nuevo,eso era preferible a sentir de nuevo el dolor punzante de las estocadas fuertemente arremetidas en su carne.~•~El choque del acero de espada con espada fue lo último que Gabrielle escuchó. Sus ojos se negaban a cerrarse y dejar de ver quienes eran sus captores,así que con el aliento pausado volvió a empuñar su espada y soltar un certero golpe contra el tipo que lo tenía en el suelo. El hombre cayó de pronto y Gabrielle se levantó un poco aturdido. Tras él la pelea estaba casi acabada y para su mal augurio ellos iban perdiendo. Amerís se encontraba a unos metros suyo empuñando su espada contra uno de los pillos que los estaban apresando,Gabrielle sacudió su cuerpo y volvió a erguirse.-¡Mueran todos los malditos!-escuchó que gritaban a lo lejos. Y se le secó la garganta al escuchar esas palabras. Era verdad y lo sabía, cualquier soldado de su majestad que cayera en manos de el fantasma sabía que ese era su destino, morir por el hierro de su espada o en el peor de los casos ser torturado hasta pedir clemencia y con ella venía la muerte como un dulce tónico.Gabrielle estaba aterrado,tan sólo ten
Las risotadas resonaron en las paredes con fuertes vibraciones que lograban hacerlo estremecer de miedo. La cuenta de los días que llevaba allí estaba pérdida casi como su lucidez. El hambre que tenía lo volvió preso de la locura. Una noche se arrastró hasta quedar cerca de los barrotes de su celda al ver como un plato de comida era metido a través de ellos,pero al lograr llegar hasta ahí con un esfuerzo sobrehumano,comprendió que todo había sido producto de su cansada imaginación.¿Cuánto tiempo más pasaría preso? Era preferible la muerte a seguir ahí. No deseaba otra cosa más en esos momentos que volver a ver al ángel del señor con su manto oscuro y tomarlo de la mano para salir sin vida de ese lugar. Esperaba su partida con ansia y justificaba sus largas noches con la espera de aquel hombre.De pronto sintió un fuerte retortijón en el cuerpo, la barriga le dolía y trató de soltar sus manos de tan fiero agarre,pero fue inútil luchar contra el trabajo tan bien elaborado de quien lo h
Los ojos de Monseñor se clavaron sobre Solan. Los largos y arrugados dedos de el hombre estaban sobre su mentón,mirándole muy fijamente, esperando el siguiente movimiento del delincuente.-Solan.Fantôme apretó los dientes y los puños,ambos al mismo tiempo en que vio el rostro del monstruo fijos sobre él.-Tanto tiempo.La molestia se subió por la garganta de Solan en forma de bilis. Jamás odiaría a nadie tanto como odiaba a Monseñor Barberino. Ese hombre que marcó su pasado de la forma más ruin en la que un hombre podía hacerlo. Él subió el mentón altivo y sus dedos buscaron la empuñadura de su espada. Monseñor lo observó y una sonrisa cruel se asomó de sus labios.-No esperaras que te deje largarte con el oro y la vida intacta ¿verdad?.Claro que no esperaba eso,a pesar de que la gente respetaba a ese hombre, fantôme sabía la alimaña que era por dentro. La clase de alma repulsiva que tenía monseñor.Pero por el contrario de cuando tenía quince años,ahora no le temía.-No es mi inten
Gabrielle comió con desesperación, tomó un trozo de pan y se lo llevó a la boca al mismo tiempo que daba un enorme sorbo al tarro de vino. El líquido entró por su garganta provocando un doloroso espasmo al igual que la dura corteza del pan. Habían pasado muchos días en los que no había probado bocado alguno,tantos que había perdido la cuenta y la lucidez. Adasius lo contempló sorprendido,habían pasado por lo menos cinco días desde que lo capturaron y aún seguía vivo. La idea le sorprendió,no era mayor que Foran, si acaso un año o menos. No comprendía cómo es que alguien tan joven se unía a las líneas de Phillippe aun a sabiendas de que en nada bueno acababa esa tonta decisión.-Come despacio muchacho, te atragantaras.Gabrielle no le miró ni por un instante,sus manos mugrientas tomaron el pan con desesperación para llevárselo a la boca y bebió como un desquiciado.Adasius sonrió,pobre crío, si supiera lo que le esperaba con la llegada del Fantôme. Pero ya un poco curioso,al notar que
Amerís eliminó al delincuente con el que peleaba de un tajo certeramente atinado. El ataque los había cogido desprevenidos y apenas le había dado tiempo de desenvainar su espada antes de ser atacado y dejar tirado al hombre en un charco de sangre.-Los siento-. Murmuró Amerís antes de inclinarse sobre el suelo y sacar la espada del cuerpo. Se enderezó y buscó entre la batalla a su amigo Gabrielle con desesperación, minutos antes de ser emboscados discutían la probabilidad de vida que tenían siendo guardias de la corte y las pocas de llegar a viejos.-Ahí,en el calor de la batalla verás cosas que desearías no ver,pero tus ojos te exigirán hacerlo,sentirás el nudo que oprime tu pecho y el zumbido de mil abejas gobernando tu cerebro.Gabrielle le miró aterrado y Amerís había soltado una carcajada vaga al notar la palidez de su amigo.-No juegues con eso, Amerís. La muerte es una dama que merece respeto y no tontear con ella.Sin embargo no jugaba.-Pronto sabremos el sabor de los labios
El olor nauseabundo de la celda le provocó arcadas. Solan se echó hacia atrás unos pasos antes de que la cordura se le fuera de nuevo de las manos. -No me haga daño Fantôme. Pidió con cierta desesperación.Solan sonrió con suficiencia. París estaba repleta de delincuentes, de la peor calaña del mundo,y sin embargo había también pobres ilusos que caían ante la ilusión de ser parte de la corte.-El daño te lo has hecho tú mismo,soldado.Se le estiró el rostro tratando de sonreír,aunque realmente no quería hacerlo. Quería acercarse de nuevo y poder quemarse un poco con el roce de la piel del traidor aquel que tanto le provocaba.-Señor.Rogó el pobre muchacho inútilmente, Solan ni siquiera lo miraba ahora y Gabrielle se preguntó el motivo por el que él fantôme le había atacado de esa forma.El delincuente se dio la vuelta y se llevó una mano a la nariz antes de salir de ese inmundo lugar.-No deberías quejarte tanto Soldado, tú amo vendrá pronto a verte y quizá hasta te saque de esta ce
—Puedes sentarte a un lado mío, soy el menos peligroso. El muchacho le guiñó un ojo,pero Gabrielle dudó si era lo correcto. Aquel muchacho se miraba distraído y amable,pero no podía confiar,ya el gigante le había dicho lo peligroso que podían llegar ser aquellos hombres,todos eran delincuentes o mercenarios,así que se quedó parado con el rostro de nuevo echado al piso y solo agudizando el oído por si lograba escapar de ese lugar,no volver a toparse con ellos.—Anda,siéntate aquí,Horas está muy ocupado alegando con Fantôme.Levantó la cabeza y le miró. Parecía un costal de huesos y unas manos mugrientas,pero la sonrisa en su cara se notaba sincera,más aún cuando le miraba de esa forma y le palmeaba para que se sentara a su lado. Aun así prefirió buscar el permiso del gigante,que ahora estaba hasta el otro extremo del comedor murmurando cosas con él Fantôme, a él ni caso le hacía.—Bueno.Respondió Gabrielle más cohibido que seguro. Se encogió todo lo que pudo para no ser abiertamente no
La mujer pasó su larga uña por el perfil delgado de Phillippe,por su mejilla,por su mentón y finalmente entre sus labios hasta sentir la húmeda lengua del rey lamiendo su dedo con lujuria y una mirada hambrienta. Ella se acercó hasta quedar sentada a horcadas sobre Phillippe,el seguía jugando con aquel dedo que lo instaba al pecado y lo invitaba a seguir presa del deseo. Ella jugó con él como si fuera un niño,él solo se dejaba arrastrar sin pudor ante aquella salvaje mujer. Ella acercó sus labios hasta los de Phillippe sin llegar a tocarlos,dejando que su aliento envenenara los labios del rey,éste parecía convulsionado en placer. Las manos de Phillippe viajaron hasta las nalgas de ella y las apretó con fuerza empujando mas la pelvis de la mujer,que dio un jadeo voluntarioso al sentir que el rey estaba ya excitado. Phillippe se sintió generoso y repartió un par de lametones sobre el cuello de ella haciéndola arquear de placer, pero aquello no era suficiente. Ella lo tomó con fuerza del