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Cap. 7: Reencuentro inesperado

Julieta suelta un largo suspiro cargado de nervios al estar frente a MarchetMax, el imponente edificio y lo que representa le provoca que las piernas le tiemblen. Ella es una mujer decidida que no le teme a nada, pero la trascendencia de este trabajo ha logrado hacerla sentir como la primera vez que recorrió una pasarela. Aunque sabe que debe tranquilizarse antes de cruzar la puerta giratoria y encontrarse con su nuevo jefe que le indicará lo que tiene planificado hacer, por lo que cerrando los ojos toma una gran bocanada de aire que luego exhala procurando volver a tener el control sobre sus emociones. Bajo ninguna circunstancia puede poner en peligro ese trabajo, no solo tendrá el efecto de una catapulta en su carrera, sino que podría llegar a opacar y finalmente hacer olvidar su ruptura con Pablo, si bien siempre habrá algún periodista atolondrado que lo sacará a relucir cuando hablen de ella, pero el efecto ya no sería el mismo.

—Bienvenida señorita Berton, es un placer tenerla con nosotros. Por favor diríjase al ascensor y suba a las oficinas del piso doce, allí será recibida por el gerente —indica una amable secretaria detrás de un mostrador de pino barnizado.

—Muchas gracias —atina a responder la modelo yendo con prisa hacia el ascensor que marca que sube desde el subsuelo, piensa que esa cálida bienvenida podría llegar a ser una señal de que se sentirá a gusto trabajando allí, o al menos lo piensa hasta que se abren las puertas de ascensor y ve a la persona que se encuentra en el interior.

Ariel levanta la vista de su celular para ver  con quien deberá compartir el ascensor, al ver a la mujer que lleva un vestido floreado con falda suelta siente un atisbo de sorpresa. La verdad es que esperaba no volver a ver a esa…, esa intensa mujer de vuelta. Y sin embargo allí la tiene frente a él, en su propia empresa, aunque no está muy seguro de que le provoca verla nuevamente cuando se comportó de manera tan grosera con él.

Sintiendo el impulso de usar las escaleras para no tener que compartir nuevamente el mismo espacio físico con ese hombre, Julieta mira su reloj, pero al ver que solo restan cinco minutos para que se el horario estipulado para la cita maldice por lo bajo. Le guste o no deberá ir con él, quizás si corriera por las escaleras seguiría capaz d elegir a tiempo, pero las condiciones en las que llegaría no serían para nada admirables. Por lo que levantando el mentón en alto ingresa a la caja de acero, y sin siquiera saludar ni preguntar el piso al que el hombre pretende ir, aprieta el botón con el número doce.

—Buenos días, señorita. Según veo sus modales no han mejorado desde nuestro último encuentro —reclama Ariel apretando los labios con una mezcla de disgusto y curiosidad.

—Y según veo usted no ha perdido su tendencia a expresar una opinión que nadie le ha pedido —reclama la modelo girándose para mirar al hombre a los ojos.

—Me sorprende encontrarla en este edificio, es el lugar en el que menos esperaba volver a verla —comenta el empresario sosteniéndose la mirada a esa mujer que parece querer intimidarlo.

—¿Cree que una mujer como yo tampoco frecuenta lugares como este? —espeta Julieta con desafío dispuesta a esta vez no callarse nada ni retirarse del enfrentamiento de palabras.

—Es una Agencia de publicidad, así que podría esperar que cualquier cosa viniera, pero por alguna razón no creí que pudiese verla a usted. Por esa razón me interesa saber la razón por la que está aquí —ataca Ariel con el rostro inexpresivo a pesar de ver que las mejillas de la mujer comienzan a enrojecerse por el enojo.

—¿Acaso es usted el dueño de esta Agencia para estar tan interesada en mi razón de estar aquí? —cuestiona la modelo poniendo los brazos como jarras a los lados de su cintura.

—¿Acaso siendo el dueño de este lugar podría recibir un trato respetuoso de su parte? —pregunta el hombre arqueando una ceja con reclamo.

—¡Ni ser el dueño de toda la ciudad de Buenos Aires le aseguraría mi respeto, podría llegar a ganárselo si dejara de comportarse como un niño rico arrogante! —asegura Julieta esperando estar en la otra punta de donde sea que trabaje ese insoportable ser humano.

—¿Un niño rico arrogante? No solo tus modales están mal, sino también tu capacidad de conocer a las personas, pues no considero que esas palabras apliquen a mi persona —contradice el empresario encogiéndose de hombros al diferir por completo.

—Es la respuesta esperable de alguien arrogante, tan seguro de ser superior a todos los demás que los trata como si fuesen personas de segunda clase —presiona la mujer dispuesta a quitarle del rostro esa expresión de que nada le afecta.

—Citando la definición de una palabra, eso sí que es una gran sorpresa —murmura Ariel con una sonrisa divertida en los labios.

Julieta despega los labios dispuesta a responder cuando el sonido de las puertas abriéndose al llegar a su destino la obligan a guardar silencio, aunque promete que ya encontrará la oportunidad para responderle, y demostrarle que ella no es una persona a la que podrá doblegar y humillar a su antojo.

—¡Julieta Berton, es todo un gusto tenerte entre nosotros, debo decir que te ves aún más hermosa en persona! —recibe Daniel con una amplia sonrisa al comprobar la belleza de la mujer.

—¡Muchas gracias, que gusto hallar personas tan amables en este lugar! —exclama la mujer lo suficientemente alto para ser escuchada por el hombre que está detrás de ella.

—¿Julieta Berton? ¿Está es la modelo de la que me has hablado? —interroga Ariel parándose entre ambas personas.

—¿No crees que ellas es perfecta para lo que buscamos? —plantea Daniel convencido de que ha dado con la tecla.

—El temperamento lo tiene al menos —murmura Ariel comenzando a caminar hacia su oficina dejando detrás a los otros dos que supone que en algún momento se decidirán a seguirlo.

—¿En serio deberé trabajar con él? Sé que recién llego, pero, ¿No hay otra persona disponible que pueda reemplazarlo? —murmura Julieta con disgusto esperando conseguir no estar junto a él.

—¿Reemplazar al dueño de la Agencia? ¡Que sentido del humor que tienes, Julieta! —responde Daniel soltando una carcajada al interpretarlo como una broma.

—¿El dueño de la Agencia? —repite la modelo sintiendo un escalofrío recorriéndole la espalda al recordar el trato que le ha estado dando desde que lo conoció, y si bien considera que era el trato que se merecía, eso podría llegar a costarle ese trabajo, todas las ilusiones que se ha hecho ya las puede ir olvidando, porque sin duda alguna ha echado a perder esa oportunidad por su dichoso carácter.

—Sé que cuando lo conoces parece un maldito desgraciado, pero en realidad es una gran persona, y no lo sigo solo porque soy su empleado, sino por ser si amigo y conocerlo bien. Así que no te sientas intimidada por su actitud —aconseja el Gerente comenzando a caminar hacia la oficina, un poco extrañado de que su amigo se esté comportando de esa manera más hostil que de costumbre.

Julieta se limita a solo esbozar una débil sonrisa ante el consejo de Daniel mientras lo sigue a través del pasillo, prefiere no contestarle que a ella nada la intimida, y mucho menos el patán de su Jefe. Pero considerando lo que ha conseguido abriendo la boca, decide que guardar silencio es su mejor opción, por si aún existe una leve esperanza de que no la saquen de esa Agencia tildándola de personas no grata, si eso llega a suceder lo que conseguiría sería muy diferente a lo que pretendía. La separación de Pablo sería unido a su despido, y entonces sería como una bola de nieve que destrozaría su imagen al punto de acabar con su carrera, o al menos de dejarla tan manchada que para lo único que la llamarían sería para posar desnuda en alguna revista de mala muerte. Por lo pronto decide que aún en contra de su carácter, intentará cambiar su trato hacia su ahora Jefe, debe comportarse como la persona profesional que es, aunque si él persiste en seguir comportándose como hasta ahora no puede asegurar que soportará no responderme de la misma manera.

 —Aún no me has dicho qué te ha parecido, y no eres del tipo de persona que se guarde sus opiniones, sobre todo si tiene que ver con un trabajo tan importante —reclama Daniel sentándose en el sillón frente a su Jefe y señalando el de al lado para que la modelo tome asiento.

—Quería releer la información que me diste sobre ella, cuenta con buenas referencias, y recalcan que su comportamiento es el de una profesional —comenta Ariel mirando por encima de las hojas que está leyendo a la mujer que se fuerza a esbozar una sonrisa.

—Siempre he dado lo mejor de mí en cada trabajo, es por eso que me categóricas de ser profesional —indica Julieta no soportando guardar silencio ante la mirada inquisidora que está recibiendo.

—Supongo que eso lo averiguaremos pronto, esta es una campaña muy importante, por lo que espero contar con los mejores elementos para llevarla a cabo. Solo espero que sea capaz de cumplir con nuestras expectativas y seguirnos el ritmo —determina el Jefe sin quitar la mirada de la modelo en la que puede notar cierta incomodidad.

—Le doy la libertad de romper el contrato justo frente a mi cara si mi trabajo no cumple con sus expectativas —responde de Julieta tensando la mandíbula ante la actitud exasperante de ese hombre.

—No te preocupes que no pediré tu permiso para hacer eso si considero que esta campaña está por encima de tus habilidades, ahora Daniel te llevará con los fotógrafos que determinaran cuáles son tus mejores ángulos, y qué tanto eres capaz de transmitir a través de esas fotografías —anuncia Ariel dejando los papeles en el y centrando su atención en su computadora como si  ya se encontrara solo en la oficina.

—Vamos, Julieta, de camino al estudio de fotografía te daré un pequeño recorrido por la Agencia, creo que es lo mejor para liberar un poco de la tensión del primer día de trabajo —invita Daniel con cordialidad poniéndose de pie considerando que su amigo se ha comportado mejor de lo que esperaba.

El empresario desvía por un momento la vista de la pantalla para mirar a la mujer que se marcha, no sabe cual es la razón, pero algo le llama la atención de ella. A pesar del trato frío que le está brindando, no puede evitar notar que ella le provoca cierta… curiosidad.

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