—¿Y bien? ¿Qué es lo que tienes pensado hacer con tu hijo? —cuestiona Alicia Steiberg sentándose a la mesa del amplio comedor en el que su marido está almorzando carne de res con papas a la crema.
—No sabía que tuviera que hacer algo —murmura el hombre sin mucho interés en el tema.—Debe ser porque no has visto esto —reclama la mujer extendiendo su teléfono en el que se reproduce el video de la nota sobre la modelo escaladora—. Tienes que hacer algo urgente, Fernando.—Es una linda mujer, de todas formas solo están hablando, y aunque haya habido un poco de coqueteo no nos incumbe. Ariel no es un niño, y lo ha demostrado —reclama el padre mirando a su esposa con reproche ya que como siempre está exagerando las cosas.—¿Es todo lo que dirás? Quizás Ariel ya no sea un niño, pero aun así es nuestro deber protegerlo de las mujeres de esa calaña. ¿Acaso no te preocupa que tu único heredero se case con una vividora que luego al divorciarse se lleve eAl escuchar que alguien golpea la puerta de su apartamento, Ariel levanta la vista por un segundo de su Laptop en la que está tecleando rápidamente, aunque vuelve a bajarla ya que no desea ser interrumpido. Pero al repetirse los golpes de una manera insistente, se levanta del sillón y se dirige a la puerta al reconocer de quién se trata.—¿Acaso pensabas ignorarme? —pregunta Daniel ingresando al interior del departamento sin siquiera esperar una invitación.—No encuentro una razón por la que tuvieses que venir hasta aquí —resopla el empresario cerrando la puerta y volviendo a su tarea en la computadora.—Luego que te fuiste con Julieta no volviste a la Agencia, así que he venido para enterarme de cada detalle de lo que has hecho toda la tarde con ella. Pues no creo que te haya tomado todo ese tiempo en la clínica, a pesar de que a Carolina le hice creer eso, esa mujer estaba hecha una furia —indica el amigo sirviendo un par de vasos con whisky y pasándo
—Te lo aseguro, si no hacemos algo pronto vamos a ver a nuestro hijo casada con una don nadie. No puedo creer que así no te preocupe —reclama Alicia mirando con severidad a su marido mientras almuerzan en un restaurante.—Y yo no puedo creer que sigas obstinada con ese asunto, Ariel ya no tiene, cinco, diez o quince años para que lo controles como si fuera un muñeco. Él ahora es un hombre capaz de tomar sus decisiones, y de hacerse responsable de los beneficios o consecuencias que conlleven —afirma Fernando bebiendo de su copa de vino.—¡No estoy tratando de controlarlo! Solo quiero que elija una buena mujer, alguien de buena familia, te imaginas como quedaríamos si se terminara casando con una cazafortunas, seriamos el escarnio público. Ya lo veo en todos los titulares, sería una vergüenza para nuestro apellido —lamenta la mujer con una expresión escandalizada de solo imaginarlo.—Creo que te estas preocupando por nada, la verdad es que me da lo mismo
—Es un bello día para disfrutar de un buen trago en la costa, ¿Verdad Guillermo? —exclama Julio sentándose debajo del quincho en el que su invitado está bebiendo una piña colada.—Espero que no te moleste que haya empezado sin ti, pero es que estos días del año siempre resultan muy estresantes. Los preparativos para la semana de la moda en París lleva meses de trabajo anticipado, trabajo duro y agotador —comenta Guillermo Juarez señalando la silla a su lado para que tome asiento.—Oh, no te preocupes. A veces uno necesita un poco de ayuda para hacer la realidad un poco más tolerable, y el alcohol es una buena opción, o al menos mi favorita —afirma el señor Steinberg tomando asiento para disfrutar de la suave brisa marina que refresca su cuerpo.—Eres un hombre mucho más ocupado que yo, así que debes saberlo mejor. Tengo que confesar que me ha sorprendido tu llamado, creí que no querías que nos vieran juntos por temor a que nos relacionaran —dice el d
Carolina observa las fotos que ha conseguido de Esmeralda, si bien le costó trabajo dar con ella, finalmente pudo encontrarla. Le resulta una mujer sumamente bella, aunque está segura de que no fue eso lo que flecha a Ariel. Probablemente haya sido su personalidad o incluso que parecía ser una especie de alma caritativa que siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás. Algo que a ella se le haría difícil de emular, ya que nunca hace nada que no le suponga un beneficio, aunque si desea llamar la atención de su Jefe no le quedará más remedio que actuar como esa mujer. Y quizás la mejor manera de comenzar a hacerlo sea utilizando a su nueva competencia, por alguna razón Ariel parece haberle tomado cierta estima, y si ella en vez de seguir en su plan de dejarla mal parada, demostrara genuina preocupación podría llegar a llamar su atención.—Pronto pareceré un ángel bajado del cielo —susurra Carolina con una sonrisa en los labios mientras marca el número de su Jefe.
Ariel contemplando por enésima vez el número que ha marcado en su teléfono, pero al que no se atreve a llamar. Después de recurrir a varios contactos y hacer averiguaciones, ha logrado conseguir el número de teléfono de la madre de Esmeralda, sin embargo ha pasado más de media hora desde que lo consiguió y aún así no logra reunir el valor para llamar, no tiene idea de qué decir, o incluso cómo le responderán. Ya que ante sus ojos él ha de ser el peor monstruo que camina sobre la faz de la tierra, el insensible hombre que se atrevió a hacer sufrir a una inocente jovencita. Puede imaginarse un sinfín de reclamos parecidos saliendo de la boca de la mujer que intentan convencerlo de esperar otra información, pero lo cierto es que se siente tan desesperado por saber algo de Esmeralda que está dispuesto a soportar eso y mucho más.—Aquí vamos —susurra con nerviosismo apretando el botón de llamada y escuchando el tono de esperar para ser atendido, no recuerda cuando fue la
Carolina camina a través del muelle creyendo que quizás su vestido rojo de corte recto no sea el adecuado para la ocasión, pero luego de ese encuentro debe volver a la oficina, y no quiere llegar demasiado tarde por tener que cambiarse, lo cual siempre le lleva tiempo, pues combinar perfectamente cada prenda y accesorio no es cosa de unos minutos. Caminando lentamente observa alrededor contemplando los yates para reconocer el de los Steinberg, debe confesar que lo sorprendió haber recibido esa invitación, aunque no puede terminar de imaginar el motivo que puede ser tan importante qué una llamada no es suficiente. Al divisar el yate más grande la mujer se da cuenta de que ha llegado a su destino, además del hecho de que Alicia se encuentra a la mesa en la proa del bote tomando una copa que de seguro no contiene jugo de naranja.—Querida al fin llegas, toma asiento, te estoy esperando hace rato —recibe la señora Steinberg señalándole la silla a su lado para que tome asiento
-¿Y cómo te está yendo cariño? ¿Has tenido un buen día hoy también? -pregunta una mujer a través del teléfono.-Está yendo muy bien mamá, la verdad que hemos tomado una muy buena decisión al elegir esta ubicación, aunque también me preocupé de invertir bastante en publicidad. De hecho ya estoy considerando en tomar otra empleada más, porque no voy a dar a basto con solo una -anuncia Esmeralda terminando de acomodar algunas cajas para cerrar el negocio durante la tarde.-Me alegra mucho hija, sé que pronto tendrás a toda la ciudad como cliente -anuncia la madre con el pecho hinchado de orgullo.-¿Y cómo están las cosas por allá? Supe lo del temblor, por lo que veo no tengo una casa a la que volver -comenta Esmeralda soltando un suspiro de tristeza ya que realmente amaba su casa.-Aun hay algunas personas de las que no se sabe el paradero, pero los rescatistas y los bomberos no han parado de trabajar quitando los escombros. Y tu padre está pelea
—Así que el balance ha resultado bastante bueno, mientras que las estadísticas siguen poniéndonos a la cabeza de las opciones a considerar de quienes buscan publicidad… ¡Ya, dime qué te sucede! —reclama Daniel a su amigo al notar que no le está prestando la más mínima atención a pesar de estar dándole un informe crucial para determinar sus próximos movimientos.—¿Qué? Lo… lo siento, estoy algo disperso —se excusa el empresario que no ha podido retener ni una sola palabra o número que su Gerente le ha informado.—Puedo entenderlo, amigo. Sé que la incertidumbre de saber lo que sucedió con Esmeralda te debe tener en vilo, el hecho de que no estés prestando atención a esto lo deja bien en claro. Pero sabes que esto es importante, te necesito atento a esto —reclama Daniel que aunque comprende a su amigo, no puede permitir que ese informe pase desapercibido. —Ya no es una incertidumbre, ella está muerta —suspira Ariel bajando la cabeza con pesar, n