Carolina observa las fotos que ha conseguido de Esmeralda, si bien le costó trabajo dar con ella, finalmente pudo encontrarla. Le resulta una mujer sumamente bella, aunque está segura de que no fue eso lo que flecha a Ariel. Probablemente haya sido su personalidad o incluso que parecía ser una especie de alma caritativa que siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás. Algo que a ella se le haría difícil de emular, ya que nunca hace nada que no le suponga un beneficio, aunque si desea llamar la atención de su Jefe no le quedará más remedio que actuar como esa mujer. Y quizás la mejor manera de comenzar a hacerlo sea utilizando a su nueva competencia, por alguna razón Ariel parece haberle tomado cierta estima, y si ella en vez de seguir en su plan de dejarla mal parada, demostrara genuina preocupación podría llegar a llamar su atención.
—Pronto pareceré un ángel bajado del cielo —susurra Carolina con una sonrisa en los labios mientras marca el número de su Jefe.Ariel contemplando por enésima vez el número que ha marcado en su teléfono, pero al que no se atreve a llamar. Después de recurrir a varios contactos y hacer averiguaciones, ha logrado conseguir el número de teléfono de la madre de Esmeralda, sin embargo ha pasado más de media hora desde que lo consiguió y aún así no logra reunir el valor para llamar, no tiene idea de qué decir, o incluso cómo le responderán. Ya que ante sus ojos él ha de ser el peor monstruo que camina sobre la faz de la tierra, el insensible hombre que se atrevió a hacer sufrir a una inocente jovencita. Puede imaginarse un sinfín de reclamos parecidos saliendo de la boca de la mujer que intentan convencerlo de esperar otra información, pero lo cierto es que se siente tan desesperado por saber algo de Esmeralda que está dispuesto a soportar eso y mucho más.—Aquí vamos —susurra con nerviosismo apretando el botón de llamada y escuchando el tono de esperar para ser atendido, no recuerda cuando fue la
Carolina camina a través del muelle creyendo que quizás su vestido rojo de corte recto no sea el adecuado para la ocasión, pero luego de ese encuentro debe volver a la oficina, y no quiere llegar demasiado tarde por tener que cambiarse, lo cual siempre le lleva tiempo, pues combinar perfectamente cada prenda y accesorio no es cosa de unos minutos. Caminando lentamente observa alrededor contemplando los yates para reconocer el de los Steinberg, debe confesar que lo sorprendió haber recibido esa invitación, aunque no puede terminar de imaginar el motivo que puede ser tan importante qué una llamada no es suficiente. Al divisar el yate más grande la mujer se da cuenta de que ha llegado a su destino, además del hecho de que Alicia se encuentra a la mesa en la proa del bote tomando una copa que de seguro no contiene jugo de naranja.—Querida al fin llegas, toma asiento, te estoy esperando hace rato —recibe la señora Steinberg señalándole la silla a su lado para que tome asiento
-¿Y cómo te está yendo cariño? ¿Has tenido un buen día hoy también? -pregunta una mujer a través del teléfono.-Está yendo muy bien mamá, la verdad que hemos tomado una muy buena decisión al elegir esta ubicación, aunque también me preocupé de invertir bastante en publicidad. De hecho ya estoy considerando en tomar otra empleada más, porque no voy a dar a basto con solo una -anuncia Esmeralda terminando de acomodar algunas cajas para cerrar el negocio durante la tarde.-Me alegra mucho hija, sé que pronto tendrás a toda la ciudad como cliente -anuncia la madre con el pecho hinchado de orgullo.-¿Y cómo están las cosas por allá? Supe lo del temblor, por lo que veo no tengo una casa a la que volver -comenta Esmeralda soltando un suspiro de tristeza ya que realmente amaba su casa.-Aun hay algunas personas de las que no se sabe el paradero, pero los rescatistas y los bomberos no han parado de trabajar quitando los escombros. Y tu padre está pelea
—Así que el balance ha resultado bastante bueno, mientras que las estadísticas siguen poniéndonos a la cabeza de las opciones a considerar de quienes buscan publicidad… ¡Ya, dime qué te sucede! —reclama Daniel a su amigo al notar que no le está prestando la más mínima atención a pesar de estar dándole un informe crucial para determinar sus próximos movimientos.—¿Qué? Lo… lo siento, estoy algo disperso —se excusa el empresario que no ha podido retener ni una sola palabra o número que su Gerente le ha informado.—Puedo entenderlo, amigo. Sé que la incertidumbre de saber lo que sucedió con Esmeralda te debe tener en vilo, el hecho de que no estés prestando atención a esto lo deja bien en claro. Pero sabes que esto es importante, te necesito atento a esto —reclama Daniel que aunque comprende a su amigo, no puede permitir que ese informe pase desapercibido. —Ya no es una incertidumbre, ella está muerta —suspira Ariel bajando la cabeza con pesar, n
—¿Ariel? ¡Por el amor de Dios habla! —grita Daniel a través del teléfono ya que no recibe respuesta ni señal de vida de su amigo.—Aquí estoy… —logra murmurar el empresario sintiendo la boca seca.—Demonios, amigo. No me asustes de esa manera, creí que te había pasado algo, ni que costará tanto trabajo tener la cortesía de responderte a la persona con la que estás hablando —reclama el amigo soltando un largo suspiro de alivio al oír la voz de su Jefe.—La estoy viendo… la veo… —anuncia Ariel con la voz temblorosa, sin poder terminar de creer lo que sus ojos le muestran.—¿A quién? ¿A Julieta? Me imagino que debe estar hermosa, sin duda has hecho una buena elección de con quien comenzar a vivir la vida —afirma Daniel creyendo que de seguro ha de estar tan hermosa como en el evento al que asistieron juntos.—No… no es Julieta… es… es Esmeralda —anuncia el empresario volteándose hacia la calle para dejar de mirarla por un completo,
—¿Te dejó plantada? No lo puedo creer, y con lo hermosa que éstas —lamenta Malena pasándole una taza de café a su amiga que se acurruca en el sillón con el vestido recto color verde agua.—Pues créelo porque es lo que sucedió, eso me pasa por estúpida había dicho me quedaría sola por un tiempo, alejada de los hombres, debí haber cumplido mi palabra —protesta Julieta sintiendo como la aversión por su jefe que sentía al principio comienza a resurgir.—Quizás le sucedió algo y por eso no pudo llegar, ¿No intentaste llamarlo? —consulta la amiga sentándose en el sillón.—¿Y darle la oportunidad de inventar una excusa? Lo estuve esperando media hora, suficiente tiempo para que si algo me hubiese pasado me avisara —replica la modelo enojada.—Aún así creo que se merece la oportunidad de darte una explicación — determina Malena considerando que el empresario es un muy buen partido como para dejarlo ir fácilmente solo por eso.—Pues yo no lo
Carolina tira una pila de papeles sobre su escritorio con cierta molestia, detesta tener que trabajar cuando no es capaz de concentrarse. Y desde su encuentro con Alicia su mente simplemente parece haberse convertido en un mar agitado de pensamientos. Le queda claro que su objetivo de conquistar a Ariel se vuelve cada vez más complicado, sobre todo cuando la competencia solo parece ir aumentando. Ya no le queda lidiar solo con Julieta, sino con el gran amor de Ariel, esa tal Esmeralda, casi parece que alguien allí arriba estuviese ensañado con ella de que no consiga estar con el empresario, pero por más que el universo entero se ponga en su contra no piensa ceder, ella jamás se da por vencida.—Y quizás la aparición de Esmeralda termine siendo lo que me ayude a quitar a Julieta del medio, si lo utilizo bien incluso puede que llegue a empujar a esa modelo de cuarta a meterse con otro hombre —murmura la empresaria pensando en que debe ponerle a alguien en el camino, a ese ti
—¡Por Dios, dime que has visto lo que ha salido en todas las revistas! —exclama María entrando la tienda con ansiedad.—Muchas gracias, señor que lo disfrute —despide Esmeralda con una gran sonrisa al hombre que mira extrañado a alterada muchacha que acaba de entrar—. ¿Revistas? No sé de qué hablas, no presto atención a esas cosas.—¡Pues estoy segura que esto si llamará tu atención, mira! —indica la empleada poniendo un par de Revistas sobre el mostrador sin quitar la mirada del rostro de su Jefa para no perderse su reacción.—¿Qué es esto? No puedo creerlo… esos malditos reporteros —refunfuña la mujer soltando un suspiro de molestia.—No me dijiste nada que te lo habías encontrado, ¿Qué sentiste cuando lo viste? ¿Moriste de amor o lo trataste como a un cretino? ¿Se movió algo dentro de tu corazón o seguiste fría como un témpano de hielo? —interroga María expectante, como si estuviera viviendo una telenovela turca en vivo y en direc