—La verdad es que creo que estás mucho mejor sin él, amiga. ¿Quién necesita de un hombre que ni siquiera es capaz de serte fiel? —afirma una mujer de corte carré tomando un sorbo de su capuchino.
—Sé que ahora estoy mejor, bueno al menos en haber descubierto como era antes de haberme casado, pero aún así sigo algo dolida, volver a estar sola al despertar, al cenar. La verdad es que me había acostumbrado mucho a tener a alguien a mi lado —murmura Julieta soltando un suspiro de pesar por la decepción de su fallida relación.—¡No necesitas de un hombre, ni de ninguna otra persona para ser feliz! Solo tienes que empezar a valorarte y a pensar que en ti está todo lo que necesitas para sentirte plena —afirma la mujer que ha viajado horas para poder estar acompañando a su amiga en ese difícil momento.—¡No digas idioteces, Malena! ¡Justamente porque me valoro no me quedé en donde no soy amada, estoy harta de escuchar que una tiene que ser autosuficiente,—¿Entonces le ha gustado el trabajo que hemos hecho? —pregunta el fotógrafo a su Jefe quien aún no levadizo ni una sola palabra sobre el trabajo.—Estoy conforme, has sido capaz de capturar la esencia de Julieta, aunque claro que ella tiene mucho que ver en él resultado —responde Ariel contemplando las fotos que están dispersas sobre una de las mesas del estudio.—Lo sé, le dije a esa chica que tiene luz propia. Uno al verla en esas fotografías es como si ella te estuviese hablando, su mirada, su expresión, todo parece ser capaz de transmitirte un sinfín de sentimientos —afirma el fotógrafo con una enorme sonrisa de satisfacción, no sólo por el cumplido de su Jefe sino por poder contar con esa impresionante modelo.—Sí, tiene un gran talento, habiéndola puesto a prueba con esa primera sesión, ahora ya podemos comenzar con la campaña, Gabriel —señala el Jefe con cierto entusiasmo al haber recibido mejores resultados de los que esperaba.—Por su
—¡Ya han pasado dos horas! ¡Dime qué sabes de tu amigo! —exige Carolina entrando como una tempestad a la oficina de Daniel.—Sé muchas cosas sobre él, pero no estoy seguro de a cual te refieres —responde el hombre con una sonrisa divertida si levantar la vista d ellos papeles que tiene sobre su escritorio.—No te hagas el idiota, me refiero a que por dramático llevó a esa modelo a la clínica, siendo él lo debieron haber atendido de inmediato. Así que no justifico por qué razón aún no ha vuelto —reclama la mujer golpeando el escritorio con furia.—¿Has intentado llamarlo? —pregunta Daniel disfrutando de que esa mujer sepa lo que es que las cosas no estén bajo su control.—Por supuesto que lo he llamado, le he dejado más de dieciocho mensaje, pero por alguna razón sea empecinado en no dar señales de vida —reclama la mujer mirando al gerente como si fuese a asesinarlo.—No puedo culparlo, yo tampoco respondería las llamadas de una
—¿Y bien? ¿Qué es lo que tienes pensado hacer con tu hijo? —cuestiona Alicia Steiberg sentándose a la mesa del amplio comedor en el que su marido está almorzando carne de res con papas a la crema.—No sabía que tuviera que hacer algo —murmura el hombre sin mucho interés en el tema.—Debe ser porque no has visto esto —reclama la mujer extendiendo su teléfono en el que se reproduce el video de la nota sobre la modelo escaladora—. Tienes que hacer algo urgente, Fernando.—Es una linda mujer, de todas formas solo están hablando, y aunque haya habido un poco de coqueteo no nos incumbe. Ariel no es un niño, y lo ha demostrado —reclama el padre mirando a su esposa con reproche ya que como siempre está exagerando las cosas.—¿Es todo lo que dirás? Quizás Ariel ya no sea un niño, pero aun así es nuestro deber protegerlo de las mujeres de esa calaña. ¿Acaso no te preocupa que tu único heredero se case con una vividora que luego al divorciarse se lleve e
Al escuchar que alguien golpea la puerta de su apartamento, Ariel levanta la vista por un segundo de su Laptop en la que está tecleando rápidamente, aunque vuelve a bajarla ya que no desea ser interrumpido. Pero al repetirse los golpes de una manera insistente, se levanta del sillón y se dirige a la puerta al reconocer de quién se trata.—¿Acaso pensabas ignorarme? —pregunta Daniel ingresando al interior del departamento sin siquiera esperar una invitación.—No encuentro una razón por la que tuvieses que venir hasta aquí —resopla el empresario cerrando la puerta y volviendo a su tarea en la computadora.—Luego que te fuiste con Julieta no volviste a la Agencia, así que he venido para enterarme de cada detalle de lo que has hecho toda la tarde con ella. Pues no creo que te haya tomado todo ese tiempo en la clínica, a pesar de que a Carolina le hice creer eso, esa mujer estaba hecha una furia —indica el amigo sirviendo un par de vasos con whisky y pasándo
—Te lo aseguro, si no hacemos algo pronto vamos a ver a nuestro hijo casada con una don nadie. No puedo creer que así no te preocupe —reclama Alicia mirando con severidad a su marido mientras almuerzan en un restaurante.—Y yo no puedo creer que sigas obstinada con ese asunto, Ariel ya no tiene, cinco, diez o quince años para que lo controles como si fuera un muñeco. Él ahora es un hombre capaz de tomar sus decisiones, y de hacerse responsable de los beneficios o consecuencias que conlleven —afirma Fernando bebiendo de su copa de vino.—¡No estoy tratando de controlarlo! Solo quiero que elija una buena mujer, alguien de buena familia, te imaginas como quedaríamos si se terminara casando con una cazafortunas, seriamos el escarnio público. Ya lo veo en todos los titulares, sería una vergüenza para nuestro apellido —lamenta la mujer con una expresión escandalizada de solo imaginarlo.—Creo que te estas preocupando por nada, la verdad es que me da lo mismo
—Es un bello día para disfrutar de un buen trago en la costa, ¿Verdad Guillermo? —exclama Julio sentándose debajo del quincho en el que su invitado está bebiendo una piña colada.—Espero que no te moleste que haya empezado sin ti, pero es que estos días del año siempre resultan muy estresantes. Los preparativos para la semana de la moda en París lleva meses de trabajo anticipado, trabajo duro y agotador —comenta Guillermo Juarez señalando la silla a su lado para que tome asiento.—Oh, no te preocupes. A veces uno necesita un poco de ayuda para hacer la realidad un poco más tolerable, y el alcohol es una buena opción, o al menos mi favorita —afirma el señor Steinberg tomando asiento para disfrutar de la suave brisa marina que refresca su cuerpo.—Eres un hombre mucho más ocupado que yo, así que debes saberlo mejor. Tengo que confesar que me ha sorprendido tu llamado, creí que no querías que nos vieran juntos por temor a que nos relacionaran —dice el d
Carolina observa las fotos que ha conseguido de Esmeralda, si bien le costó trabajo dar con ella, finalmente pudo encontrarla. Le resulta una mujer sumamente bella, aunque está segura de que no fue eso lo que flecha a Ariel. Probablemente haya sido su personalidad o incluso que parecía ser una especie de alma caritativa que siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás. Algo que a ella se le haría difícil de emular, ya que nunca hace nada que no le suponga un beneficio, aunque si desea llamar la atención de su Jefe no le quedará más remedio que actuar como esa mujer. Y quizás la mejor manera de comenzar a hacerlo sea utilizando a su nueva competencia, por alguna razón Ariel parece haberle tomado cierta estima, y si ella en vez de seguir en su plan de dejarla mal parada, demostrara genuina preocupación podría llegar a llamar su atención.—Pronto pareceré un ángel bajado del cielo —susurra Carolina con una sonrisa en los labios mientras marca el número de su Jefe.
Ariel contemplando por enésima vez el número que ha marcado en su teléfono, pero al que no se atreve a llamar. Después de recurrir a varios contactos y hacer averiguaciones, ha logrado conseguir el número de teléfono de la madre de Esmeralda, sin embargo ha pasado más de media hora desde que lo consiguió y aún así no logra reunir el valor para llamar, no tiene idea de qué decir, o incluso cómo le responderán. Ya que ante sus ojos él ha de ser el peor monstruo que camina sobre la faz de la tierra, el insensible hombre que se atrevió a hacer sufrir a una inocente jovencita. Puede imaginarse un sinfín de reclamos parecidos saliendo de la boca de la mujer que intentan convencerlo de esperar otra información, pero lo cierto es que se siente tan desesperado por saber algo de Esmeralda que está dispuesto a soportar eso y mucho más.—Aquí vamos —susurra con nerviosismo apretando el botón de llamada y escuchando el tono de esperar para ser atendido, no recuerda cuando fue la