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El Café Azul
El Café Azul
Por: osdocarstairs
Conociéndote PT I

                                                                                  CAPÍTULO I

                                                                    CANCIÓN: Wish - Boy Sompob

                                                                                  AÑO 1989

                                                                               NARRA MORK

Parecía increíble que aquello estaba pasando: ¡Me estaba preparando para ir a la universidad! No sabía si i era porqué si era por mí o mis padres que me habían aceptado cuando me postulé hace semanas, pero eso no me había importado. Lo que realmente me importaba es que, por fin, saldré de casa. Hola, soy Mork Sang.  Soy el segundo hijo de la familia, debido a que mi hermano gemelo Mikla, fue el primero en nacer, aunque por ciertos minutos de diferencia, cosa que siempre me había resultado gracioso porqué yo era mucho más alto que él.

Mi familia está llena de artistas. Mi padre, Fight Sang fue un reconocido actor de dramas. Siempre era el protagonista de todas las obras que la televisora tenía en mente dónde trabajaba. Mi abuelo, es famoso también por producir algunas cuántas dónde mi padre participó. Luego de haber cumplido los cuarenta y cinco años, decidió jubilarse. Mikla, está siguiendo su legado.

Mikla era igual a mí, sólo que tenía el cabello de color marrón castaño y los ojos más chicos que los míos, pero del resto, éramos iguales. Él es el popular: Lo conocen en la universidad a dónde iré, la familia siempre está viendo las series dónde ha sido protagonista… ¡Hasta perdí cuántas veces ha sido el protagonista!; la diferencia de ahora, él va a protagonizar el primer BL que se emitirá para todos.

Para las personas que no saben que son BL, es  sencillo de entender: Boys Love, en teoría, son series dónde los chicos son los protagonistas y tienen una historia de amor. Puede ser de cualquier género ya sea de drama, fantasía, romance… Por eso es que todas las personas están emocionadas por ver a mi hermano actuar en esta nueva propuesta, ya que sí es cierto que este género existe en revistas o en mangas, pero jamás había sido llevado a una adaptación.

Y no es que no me sienta feliz por él, claro que no. Pero si me siento un poco fuera de lugar… Después de todo, está acostumbrado a ser la estrella siempre. Salí de mis pensamientos cuando me arreglé el pelo que lo tenía desordenado, dejando el peine sobre mi pequeño escritorio arreglándome el uniforme que era habitual para los del primer semestre. Suspiré tomando mi bolso colocándolo sobre mis hombros delgados, saliendo del cuarto sintiendo un mar de nervios en mi estómago.

Cerré la puerta para así caminar sobre los pasillos para bajar las escaleras, y tomar el desayuno. Antes, tomaba clases en casa. Nunca salía porqué sufría de hiperventilación y pánico escénico. No es que tenga algún trauma del pasado que no pueda recordar que son los síntomas de dicha enfermedad, sino que simplemente es heredado. Desde pequeño me daba ataques de pánicos por estar rodeado de flashes por mi padre, y por esa razón, jamás había pisado un centro estudiantil. Todo lo aprendí en casa junto a mi madre cuando mi padre estaba con mi hermano grabando.

Cuando pasé por la puerta para entrar al comedor, ahí estaba mamá con un plato lleno de cereal con leche y un vaso con jugo de naranja, que es lo que solía desayunar. Sonreí cuando ella besó mi frente, dándole los buenos días a todos cuando me senté en la mesa.

—Buenos días—agarré la cuchara, escuchando la radio que estaba en el comedor. Papá asintió con la cabeza mientras leía el periódico, y Mikla, estaba jugando con el guion en sus manos. Parecía consternado—, dije buenos días…

—Te he escuchado —respondió Mikla rodando los ojos, dejando los papeles sobre la mesa. Si, estaba consternado—, ¡simplemente no puedo creerlo! ¿Por qué él? ¡Es un desastre!

—Hermano, pareces un drama king —bromeé. El me golpeó el hombro, haciendo que la leche que estaba absorbiendo en ese momento cayera sobre la mesa. Me quejé—, ¡Oye! —le devolví el puño, y el otro.

—¡Ya basta los dos! ¡Que no son unos críos! —replicó mi padre suspirando. Nos detuvimos, mientras seguía comiendo tranquilamente mi cereal—, buenos días Mork. ¿Cómo te preparas para tú primer día de la universidad?

—Me siento nervioso —admití soltando un respingo—, es decir…  nunca en mi vida he salido de casa al menos que ustedes… me lleven a ese lugar, pero, me da muchos nervios.

—Es normal, hijo —me acarició el cabello, era su forma de demostrar cariño—, pero estoy seguro que lo harás bien. Por hoy, te llevaré a la universidad.

—No hace falta padre —respondió Mikla. Fruncí el ceño, mientras llevaba el vaso lleno de jugo a mi boca—, ya he hablado con unas amigas. Yo lo llevaré.

—¡Ese es mi hijo! ¡Siempre protegiendo a su hermanito! ¡Querida! ¿A caso no ves los maravillosos hijos que tenemos? —Mikla y yo nos miramos, tratando de no reír en ver los ojos tiernos de mi padre.

—¡Si lo he escuchado! —gritó mi madre, saliendo de la cocina para apoyar sus brazos sobre mis hombros, dejándome un beso en la cabeza haciendo lo mismo con mi hermano—, sé que tenemos los mejores hijos del mundo.  Estoy orgullosa de Mikla por aceptar el trabajo de protagonizar una serie dónde los protagonistas son chicos—acarició su cabello, pude observar aquel rubor en sus mejillas—, Mikla, aquí no te juzgamos. Siempre querremos lo mejor para ti, y si la sociedad es dura contigo después de que el drama salga, nosotros te defenderemos a capas y espada.

—Así es —respondió padre, bebiendo un poco de su jugo—, después de todo yo te alenté a que aceptaras porqué es buena la trama. Huele a éxito —hizo un ademán con sus manos juntando sus dedos, me reí con mi hermano—, sé que te molesta que Thorn sea tú pareja…

—¡Es un estúpido! Engreído…—se calló cuando vio la mirada amenazante de mi madre—, bueno está bien, lo siento mama. Menos mal que esto es solo actuación y que nunca me enamoré de un hombre.

—Y aunque te enamores de uno, aquí siempre lo recibiremos con los brazos abiertos —contestó madre con una risita, besando la frente de Mikla—, te lo prometemos.

—Sí, me costará aceptar si tengo hijos que les gustan los hombres, pero… —suspiré quedándome silencioso, se me había quitado el hambre—, si ustedes son felices, así debería ser.

—Gracias, papa, mama —miré a Mikla algo celoso. ¿Por qué siempre hablaban de él? ¿Yo era invisible? Suspiré jugando con mis manos—, no hay que olvidar que Mork inicia la universidad hoy. Es un gran paso para vencer tú enfermedad.

—No es una enfermedad, es un síndrome —corregí. Amaba cuando mi hermano me leía la mente sin darme cuenta. Sabía cuando estaba incómodo, sabía cuando mis padres se olvidaban de mi alabándolo siempre. Por eso estaba celoso, porqué siempre era la luz de los ojos de mis padres, aún así le sonreí tomando su mano—, gracias por siempre apoyarme.

—No tienes porqué—Mikla me guiñó el ojo. Miró su reloj—, ya es hora de irme. Tengo que grabar varias escenas hoy, voy a ir encendiendo el carro.

Madre se apartó para darle espacio. Observé como se despidió de ella, besándola en la mejilla despidiéndose después de padre con un ligero abrazo. Suspiré agarrando mi mochila quedándome incómodamente con ellos. Siempre era silencio cuando Mikla no estaba. Tenía la esperanza de que como saben que no estoy bien, y que estoy luchando para vencer mi pánico escénico quizá, sólo quizá, me dirían algo. Pero no.

—También estamos orgullosos de ti —la voz de mi madre hizo que saliera de mis pensamientos. Me sorprendí, ella se rio—, créenos. ¿Sí?

—No queremos que te pase nada, por eso no proyectamos emociones cuando nos dijiste que querías comenzar a estudiar en la universidad —suspiró padre, dejando el periódico sobre la mesa—, pero… de verdad que, si lo estamos, sé que estamos más emocionados por Mikla, y quizá por eso te sientas dejado de un lado, pero Mork, eres nuestro pequeño. No quiero que la pases mal allá afuera.

—No lo haré padre, gracias madre —sonreí sintiendo como mi corazón saltaba de alegría, sintiéndome contento. ¿En serio me estaban notando por primera vez en la vida? —; haré todo lo posible para salir adelante. Tomé la carrera del arte porqué si me gustaría ser un buen actor cómo tú, padre—él se rio haciendo un ademán.

—No tienes porqué haberlo hecho, sólo sigue a tú corazón de lo que quieras hacer ahora en adelante —asentí con la cabeza—, estaremos orgullosos no importa de lo que elijas. Está bien si quieres ser médico, o, otra profesión.

—Exacto —sonrió madre, haciéndome sonrojar cuando acarició mi cabello—, nos pones muy feliz de que quieras seguir la carrera de tú padre. Pero si sientes que este no es tú mundo, y quieres cambiar de carrera, haremos todo lo posible para ayudarte a escoger otra.

—Sí, y ya le dije a Mikla que te mantuviera vigilado a través de sus amigos—me reí, negando con la cabeza—, a pesar de que siempre esté ocupado por trabajar.

—Así es —no podía dejar de sonreír. Abracé a madre, ella me acurrucó entre sus brazos—, te amo, hijo—tomó mi rostro dejándome besitos por todo mi rostro.

—Yo también—escuché el grito de Mikla desde el garaje dónde estaba su camioneta.

—¡Mork, si no te apuras te juro que me voy a ir sin ti! —negué divertido con la cabeza.

—Gracias por el desayuno, ¡ya les contaré como estuvo mi día! —me despedí de nuevo de ellos, tomando mi mochila.

Corrí hacía dónde estaba mi hermano. Mi hermano pudo haber escogido carros deportistas, o aquellos dónde podía lucirse más pero no, había escogido una camioneta dónde solo cabían tres personas delante, pero muchas atrás. Un día, me dijo que la quería así porqué así podía viajar con sus amigos a la playa más cercana. Creía que aquello podía darle muchos recuerdos.

Cuando estuve al frente este me abrazó fuerte. Me sorprendí. Mikla no daba abrazos. No estaba acostumbrado. Lo había dejado de hacer desde que se había desarrollado primero que yo, aún así lo abracé de la misma forma. Alejándose, me acarició la mejilla preguntándome que, si estaba seguro de todo esto, que era un paso importante para mí, pero ya no podía arrepentirme. Ya no había marcha atrás.

—Lo estoy.

Respondí con amabilidad. Se alejó para desordenar de nuevo mi cabello, bufando molesto, abriendo la puerta delantera. Me subí en aquel angosto espacio, dejando la mochila sobre mi rodilla. Me acomodé mi corbata que me apretaba.

—Es sólo hasta el cuarto semestre —respondió él.

—Lo sé, pero nunca había usado corbata antes, ¿sabes cuántas veces tuve que memorizar los pasos que me enseñaste anoche para que me saliera bien? ¡Detesto las corbatas, las detesto! —este explotó de risa, arrancando así la camioneta.

—Luego dices que el dramático soy yo —contestó suavemente, cerrando la puerta del garaje con el control remoto que tenía sobre la guantera, comenzando a andar hacía la universidad—, es increíble que por fin hayas tomado la decisión. ¿Puedo saber que te impulsó en salir de casa?

—Tuve un episodio anoche…—este me miró de reojo preocupado, con las manos en el volante—, estoy bien —aseguré, el relajó su rostro—, mientras me daba eso… sentía que la vida se me iba. Ya tú eres una celebridad. Papá también, mama la conoce medio vecindario por papa —suspiré viendo por la ventanilla, había casas alrededor y hermosos árboles por la vía dónde estábamos, antes de agarrar autopista para ir al centro de la ciudad, que era dónde estaba la universidad—, ¿yo? Sólo soy un chico de veinte años sin haber vivido. Por eso quería salir de casa. Porqué me estaba convirtiendo en un zombie sin emociones, solo esperando la hora para cerrar los ojos—respiré hondo, miré a mi hermano que estaba inexpresivo observando al frente, sentí como mi estómago se revolvía—¸ sabes que soy directo.

—Si, es una buena cualidad —sonrió al final, mirándolo a ojos—, te he dicho muchas veces que cuando te sientas así, me llames, y hables conmigo.

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