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Mi vida antes de conocer a Mork PT II

Llegué a casa. Me bañé. Me acosté en la cama. Aún mi aliento olía apestaba alcohol por más que me hubiera aseado aquella noche, pero no importaba. Sabía que mis padres no llegarían directo a mi habitación, así que por esa parte estaba tranquilo. Miré al techo con suma ímpetu, pensando en las palabras de Win. ¿Cómo es que él aún tenía fe en enamorarse de alguien? Si que había cambiado a como lo conocí.

Al final, me tomó por sorpresa cuando el sueño me venció. Me levanté al día siguiente cuando mi hermano, Thorn entró al cuarto. Sentí un fuerte dolor de cabeza, cuando me empezó a sacudir. Me quejé tirándole la almohada a su cabeza. Este, me devolvió el golpe.

—Imbécil, levántate. No tienes porqué usar la agresividad—susurró mi hermano.

—Cállate —respondí secamente, soltando suaves jadeos, levantándome. Tenía que aparentar que no me dolía la cabeza—, ya voy a desayunar.

—Más te vale —argumentó este, soltando un suave suspiro. Miré como antes de ir a la puerta, se detuvo. Su espalda se ajustaba a su camisa—, te quiero, tonto.

Asentí. Sonreí un poco. Este salió de la habitación dejándome sólo. Thorn era mi hermano. En mi familia, éramos cuatro hermanos: Tommy, el chico que está casado y que había nacido antes que yo. Después, sigue Lydia, la chica perfecta de la familia, que está a punto de graduarse. Luego, sigue Thorn, el que decidió seguir la carrera de mi padre, sí, ser actor. Y luego, estoy yo. El más pequeño. El que menos sabe que hacer con su vida.

Estudio en la facultad de arte. Me gradúe hace dos años, y repetí varias materias porqué no entendía el inglés. ¡Era muy complejo para mí!; aún así, sabía que tenía que volver a retomarlo este año, cosa que era muy fácil pues, eran las mismas lecciones del año pasado, o al menos eso creía yo.

Me puse el uniforme una vez que terminé de bañarme. Agarré mi mochila con mi bolso, colocándomelo sobre los hombros. Miré mis ojos, estaban cansados, se notaba que había tomado, pero intentaré engañar a mis padres esta vez. Odiaba los lunes.

Suspiré bajando por aquel largo pasillo de la casa, bajando las escaleras de caracol hasta llegar a la sala del comedor. En la mesa grande, estaba la familia. Ya unos habían empezado a comer. Mi padre, estaba hablando con mi madre mientras la sirvienta de la casa me servía. Suponía bien que aquel puesto vacío, era el mío.

Con todo el esfuerzo del mundo, besé la mejilla de mi madre, ella arrugó su frente, sabía que me había descubierto, pero, aun así, sonrió dándome los buenos días. Luego de eso, fui hacía mi asiento saludando a padre que parecía bastante serio. Él tenía el periódico.

—¡Ese idiota! Odio esa familia —gruñó furioso, cuando leía la nota. Levantó la voz—, les digo: “Mikla Sang, es el futuro de nuestra patria, es una persona amable, cariñosa, y seguramente tendrá éxito en este primer BL que se hará para todo el mundo, aunque su competencia, Thorn Brachivah, solo es una cara bonita…—miré a mi hermano aguantando la risa, tomé agua, este se veía serio—, pff, con más razón, tienes que superarlo.

—Si padre —comentó serio Thorn, comiendo de su desayuno. Sabía la presión de mi hermano—, cada día es mucho más… fastidioso tener que ser su pareja. Es un idiota—su rostro se volvió rojo. No dije nada, simplemente seguí comiendo, esto era siempre, todos los días en el desayuno.

—Lo sé, lo sé —sonrió orgulloso—, estoy orgulloso de mis hijos. A ver cuando me das un papel tú—me señaló. Me atraganté con el cereal.

—Papá… Siempre estoy actuando en obras escolares desde pequeño, dame un respiro —tosí varias veces—, además, ya tienes a Thorn…

—Sí, pero no es lo mismo—suspiré, cansado, tomando otra vez de mi vaso de agua—, no me mal intérpretes, me gusta que tengas papeles menores en cada obra de la universidad, pero… también tienes que ser actor. Los hijos de Fight son actores. Quiero que mis hijos sean así.

—Tommy no es actor —le miré. Su rostro se tensó—, está casado y tiene su familia. No sé porqué a él no lo obligas a hacer actor entonces, si quieres que tus hijos sean como lo de ese señor.

—Esa boca…

—Ya, basta —anunció mi madre, sintiéndome aliviado por ella. Agradecí con la mirada, ella sonrió suavemente—, quiero que sepas que estamos orgulloso de ti sin importar que hagas, hijo.

—Gracias, madre—seguí comiendo mi cereal, viendo los ojos de padre, que decidió ver hacía a otro lado.

—No me sorprendería si mi hermano sale gay —vi como Thorn se atragantó, tosiendo también. Yo miré como Lydia había dicho aquello, me reí.

—¡Y-yo no soy gay! —confirmó Thorn alarmado—, sólo es actuación.

—A mí me encanta la pareja que haces con…—abrí los ojos, Lydia se encorvó—, lo siento padre. Pero de verdad, me gusta. ¡Los estoy shipeando a ambos!

—¡Lydia! —volví a reírme. Amábamos molestar a Thorn—, no tienes porqué shipearme con él. Lo odio y ya está.

Miré como mi hermana estaba analizando a Thorn quedándose en silencio. Conocía la mirada de cómplice de la pelirroja Sonreí divertido, comenzando a comer tranquilo, cuando un hombre robusto entra en la sala. Mi madre, es la primera en hablar cuando Alexkesi, anunció que la limosina estaba lista para nosotros.

Comencé a comer lo más rápido posible, despidiéndome de mi madre, dándole un beso en la cara, y al alejarme un poco hacía la puerta después de que mis dos hermanos salieran primero que yo, escuché la voz de mi padre que me detenía. No lo miré. Simplemente, observaba la puerta de madera que estaba en la sala principal que saldría hacía a la entrada, dónde afuera, la limosina estaría esperándonos.

—Sé que me crees tú enemigo, pero no lo soy —habló desde la silla, apreté los nudillos con suma fuerza, suspirando—, quiero lo mejor para ti.

—¿Y lo mejor para mí es obligarme hacer algo que no quiero? —me giré al final decidido, este abrió los ojos.

—No, no es eso—afirmó seguro—, eres mi hijo menor. No quiero que la pases mal. ¿Si sabes que todo esto no va a ser tuyo, cierto? Tienes que esforzarte para conseguir lo que quieres, porque no sabes hasta cuando tú madre y yo estaremos con vida para borrar todo tú historial, y tonterías que hacer por ahí.

—Pues, pido perdón por no ser perfecto como los demás de tus hijos—contraataque dolido, estaba acostumbrado a sus quejas, pero esas palabras dolían—, lamento ser el único desviado, y que haga cosas para a avergonzarte. Aún no entiendo, si tanto te avergüenzas de tú hijo menor, ¿por qué no me desheredas? ¿O por qué no me mandas a un orfanato? Siempre haces eso con las cosas que no te importan.

—¡Arthit! —gritó furiosamente mi padre, levantándose de la silla al golpear la mesa—, ¡Vuelves a decir una cosa como esa, y te juro que no voy a responder! —me quedé callado, con los brazos cruzados—, siempre he querido lo mejor para ti. Siempre he deseado que hagas el bien como tus hermanos. ¿Sabes cuántas veces me he preguntado que fue lo que hice mal para que te gustaran los hombres? ¡Es una tortura mentalmente que he tenido soportar todos los días, pero aún así, estoy aquí contigo porque te amo!

—¿Me amas tanto para molestarte por que no hago lo que tú quieres que hiciera? —me reí sarcástico, viendo a mi padre, él estaba sin duda molesto por mis palabras—, olvídalo padre. No importa. Es mejor que las cosas sigan como están. Yo haré lo que sea para mantenerte feliz, porqué se que ya haces mucho por mi reputación. Que es lo único que te importa.

Le di la espalda, sintiendo más fuerte el dolor en mi cabeza por la resaca. Con las lágrimas a punto de salir de mis ojos, fui firme pisando hacía la puerta. Cuando estuve afuera, respiré aquel aire puro, tragando todo lo que sentía viendo al chofer junto al carro. Le di los buenos días, para ir hacía la universidad. Y pensar que tenía que trabajar hoy en el café azul, negocio familiar.

—A veces, padre puede ser… terco —dijo mi hermano, estando en el asiento trasero. Lo miré a los ojos—, pero, sé que te ama.

—Si, yo también sé que lo hace —miré después a Lydia con su brillante sonrisa de oreja a oreja—, él es un buen padre.

—Lo sé —mordí mi labio—¸sé que es así. Solo soy yo la decepción.

—No eres ninguna decepción —anunció Thorn serio—, ¿crees que yo no lo he decepcionado? Todos lo hemos hecho, Arthit. Pero aún así, seguimos porqué es nuestro padre. Nos ama.

—Sí, eso si tiene razón—Lydia se amarró el cabello con una coleta, luego se puso las manos sobre su pequeña cintura—, ¡Estoy emocionada! Quiero ver quiénes son los nuevos.

—¿Para atacarlos? —me golpeó el brazo. Thorn y yo reímos al mismo tiempo.

—No, imbécil —rodeó los ojos—, sé que tengo esa reputación, pero no es así. Yo solo me encargo de cuidar a las chicas de los abusivos.

—Claro, claro. A ti te gusta la adrenalina, Lydia —bromeé divertido, ella me volvió a pegar, cosa que me quejé cuando sentí el golpe. Thorn negó con la cabeza.

—¿No pueden quedarse quietos? —suspiró este—, ya tengo suficientemente que Lydia me shipee con Mikla.

—¡Hablando de eso! —miré a mi hermana, Thorn traía una ropa sencilla, una camiseta amarilla con unos jeans negros, mientras que Lydia tenía una falda por las rodillas, y una camisa blanca. No usaba uniforme. La observé cuando me acomodó la corbata—, ¿Mikla tiene un gemelo?

—¿Qué? —respondí sorprendido, al mismo tiempo que Thorn lo hacía.

—Sí, he escuchado a mi padre por accidente, que Mikla tiene un gemelo. No sé si sea verdad, pero, si lo es, ¿no les intriga saber quién es? —sonrió la pelirroja, quedándome pensativo frunciendo el ceño.

No sabía de aquello. Y por el rostro de mi hermano, él tampoco. Me quedé pensando hasta que la limosina se detuvo. El chofer, nos abrió la puerta. Primero me bajé yo, luego mi hermana. Thorn nos dio las últimas palabras antes de que cerraran la puerta del coche:

—No hagan alboroto en su primer día.

Fue el único consejo de mi hermano. Miré como se perdía de vista entre la autopista, respirando hondamente volviendo a mi hermana. Ella estaba viendo hacía el grupo de mis amigos que me esperaba en la entrada. Me reí suavemente, notando su incomodidad.

—No entiendo por qué los odias.

—Por qué son unos imbéciles, igual que tú—negué divertido, mientras ella se sacudía su cabello con una mano, pasando por el grupo. Observé como se mofaban al pasar.

—Ya, déjenla en paz—ordené al llegar. Win, estaba con su uniforme desarreglado, al igual que yo. Los demás si lo tenían arreglado. Me saludaron, me abrazaron—, ¿que tal su última noche del verano?

—Uy, la mía estuvo tranquila, en mi cuarto leyendo —sonrió Saint, asentí con la cabeza.

—La mía de canguro —me señaló Win. Saint y Kris se rieron al verme.

—Nadie te obligó a venir, tú viniste porqué quisiste —le señalé.

—Sí, eso tienes razón —suspiró—, ¿no tienes resaca?

—Un poco, pero nada que no se compare al castigo que tendremos si llegamos tarde a clases—observé por última vez, como nuevos alumnos llegaban. Estaba confundido cuando observé a Yos pasar frente a nosotros—, hey, Yos.

—¿Sí? —ella se giró al detenerse.

—No, nada, solo me sorprendió verte por aquí—le expliqué, mis amigos fueron a esperarme en la entrada de la universidad.

—Le haré un favor a alguien —sonrió divertida—¸ sé que suelo estar más en mi mundo, pero de verdad, estoy emocionada y no dudé en aceptarlo.

—¿A quién? —le pregunté intrigado. Carcajeó, tomándome el rostro sacudiendo mis mejillas.

—No te voy a decir, adiós.

—¡Pero…!

—¡Hey, vamos a llegar tarde y yo a penas tengo que ir a comer! —gritó Saint.

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