Capitulo 61

48 horas la habían pasado, para Nelly la clínica se había vuelto su casa en esos dos días, su presión seguía subiendo y su obstetra no la dejaba ir hasta asegurarse que estuviera bien.

La penumbra de la habitación apenas era interrumpida por la luz tenue de los monitores que marcaban los signos vitales. Un pitido constante, pausado, servía como único testigo del frágil hilo que mantenía a Alan en este mundo. El reloj sobre la pared emitía un leve tic tac, como si el tiempo hubiera sido puesto en pausa, esperando que los latidos de Alan marcaran el ritmo de una nueva realidad.

El aire estaba impregnado del olor a desinfectante, mezclado con ese aroma metálico inconfundible del hospital. El silencio era tan espeso que hasta el roce de las sábanas parecía romperlo.

Un leve parpadeo, una respiración más profunda. Luego otro. Alan comenzó a mover los dedos de las manos sobre la sábana blanca. Su piel estaba fría, el tacto de la tela áspera le resultaba ajeno, y sin embargo, era una confirm
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