Esther se sentó en la silla más cercana, un taburete alto con patas de madera incómodo, pero era mejor eso que caerse por el mareo que la acometió.Solo Leonel pareció darse cuenta de su malestar, pero con las muletas no podía hacer mucho por llegar a ella.— Quiero que me cuenten todo lo que sepan de este hombre— dijo Carlo agarrando la foto de la pared y Víctor ayudó a Leonel a sentarse en el mueble.— Yo contraté a muchos investigadores privados para que investigaran a mi primo — comenzó a contar — pero todos se detenían en cuanto sabían qué clase de hombre era, así que inventé lo del vagabundo para espiarlo yo mismo.»Una tarde lo encontré con ese hombre y logré sacar esa fotografía, pero en realidad no pude saber más allá de su nombre y que era extranjero. Pero lo cierto es que es un hombre poderoso que se unió a la campaña de mi primo.— ¿Qué hace tu empresa? — le preguntó Portia y Leonel ladeó la cabeza.— Varias cosas, pero Transportes Luna principalmente hace eso, transporta
La tormenta, aunque no había empeorado, tampoco había menguado del todo, así que todos los demás se vieron obligados a pasar la noche en el pequeño palacio de Leonel. Después de la cena todos tenían en tantas cosas en qué pensar que cada quien se fue a su habitación y Esther se dio una larga ducha de agua caliente. Cuando salió, Leonel estaba sentado en la sillita junto a la puerta del baño y ella se lo quedó mirando. — Me voy a bañar — le dijo él y se puso de pie con dificultad. — ¿Quieres que te ayude? — él negó con vehemencia, pero la muleta se le resbaló de la mano y de no ser porque Esther lo agarró de la cadera cae al suelo. — Odio sentirme así, dependiente — murmuró él con rabia y Esther lo ayudó a entrar al baño — es incómodo — pero ella negó. — No digas eso, se supone que soy tu esposa. — De mentiras, no es tu obligación hacer nada de esto, puedo contratar una enfermera — la idea le desagradó a Esther, tanto que la saliva se le hizo amaga en la boca, ¿Qué otra vieja and
Leonel no permitió que las gemelas Portia y Helene fueran a la gran celebración, sería peligroso que alguien las reconociera como personas de confianza de los Luna Lacrow, sobre todo con la peligrosa incursión que Portia estaba dispuesta hacer por el bien de todos y por destruir a quien quiso abusarla.Lo cierto era que Leonel no estaba para nada de acuerdo con esto, pero lo máximo que consiguió fue convencer a las gemelas de no asistir a la ceremonia.Esther siempre había sido fanática de ese tipo de celebraciones, pero para esa en especial se sintió extraña e incómoda, mientras creaba las invitaciones y escogía cuidadosamente con ayuda de Carlo a cada uno de los invitados no podía evitar pensar que en esa fiesta se presentaría a Leonel como su esposo, su esposo de verdad y ella no sabía cómo sentirse al respecto.Las cosas con Leonel parecían marchar bien, la situación con Leidy no les afectó demasiado y la hermanastra había mantenido una relativa distancia, aunque Esther la veía cu
Esther tomó uno de las copas que le ofrecía un camarero y le dio un largo trago, tenía la boca seca.— ¿Cómo crees que lo hice? — preguntó Leonel y Esther no supo qué contestar, por suerte Carlo le habló al oído.— Parece que bien, conozco a esa mujer, es ambiciosa, déspota, si no quisiera hacer negocios con nosotros definitivamente te lo hubiera dicho, para empezar, ni hubiese venido — luego dejó escapar un suspiro — ya tengo que bajar, preguntan por mí, lo están haciendo bien, ya tenemos a la principal — les repitió la lista de los posibles aliados y dejó el micrófono, al cabo de un par de minutos apareció con su cabello rubio peinado hacia tras y metido en un caro traje azul turquí que lo hacía lucir como un príncipe.Esther y Leonel caminaron por la fiesta conversando con quienes se encontraban, Leonel portaba un aire superior, altivo, parecía que había nacido para aquello, pero solo Esther podía notar todo lo que le costaba fingir esa postura.De seguro la educación de su padre l
Portia apretó el papel contra el pecho con miedo. Había tenido una vida antera de castings, de sentirse expuesta tanto física como emocionalmente, pero nunca había estado tan nerviosa como esa mañana.Entró por las puertas de Transportes Luna con el corazón acelerado, dejó el abrigo en la entrada y se soltó el cabello para cubrir lo mejor que pudiera su rostro. No podía arriesgarse a que alguien la reconociera, hacía apenas un año que había sido una de las modelos con más trayectoria del país.Se sentó en la silla donde las demás empleadas hacían fila para optar por el trabajo y agachó la mirada para evitar ver a alguna de las pobres mujeres que habían llegado a perder su tiempo.Portia ya tenía con toda seguridad la entrada al edificio, los contactos que Leonel aún tenía dentro de la empresa le daban suficiente poder como para meter una espía, pero no tanto como para protegerla adentro.La idea de que el hombre, Dorian, hiciera negocios con Mike Smith le ponía los pelos de punta, sab
Cuando Esther despertó, la luz que entraba por la ventana inundaba toda la habitación y se recortó poner una cortina para no enceguecerse todas las mañanas.Levantó la cabeza y no encontró a Leonel, así que restregó los ojos y caminó hacia el armario.Leonel había gastado una millonada en un armario lleno de ropa para Esther, ya se había cansado de verla por ahí con su ropa que le quedaba grande.Se puso algo cómodo, no sabía cuando había dormido, pero estaba tan agotada que de seguro fue todo el día.Cuando salió al pasillo escuchó risas que venían de la oficina de Leonel y caminó hacia allí. Lo encontró con su hermanastra Leidy, que estaba sentada frente al escritorio y se reía como una tonta mientras Leonel la miraba con una sonrisa educada.— ¿Qué pasa? — preguntó Esther y Leidy dio un salto del susto.— Hola, guapa — le dijo Leonel y Esther se cruzó de brazos — hablábamos sobre su estancia en la casa.— Pensé que había quedado claro que necesitamos nuestra privacidad — le soltó E
Esther se metió en el baño y se duchó con el agua más fría que pudo poner en la ducha, el cuerpo se le había entumecido de la impresión con la llamada que había acabado de tener Leonel con la señora Agustina Dublá.La guerra había comenzado oficialmente y Esther sintió que hasta la lengua se le entumeció.Cuando salió de la ducha Leonel la estaba esperando afuera con la toalla al hombro.— ¿Qué haces ahí? Pudiste entrar, ni que no te hubiera visto desnudo — pero él negó.— No es por eso, si entro ahí desnudo contigo, me tomará al menos una hora volver a salir y tenemos prisa — Esther se rio.— ¿Una hora? — bromeó — no me quejo, pero no te adules tanto — Leonel la miró con morbo de los pies a la cabeza.— ¿No crees que pueda aguantar una hora? ¿quieres que te lo demuestre? — Esther lo golpeó con la toalla, se notaba un poco nervioso y bromear le ayudaba, pero sabía que él tenía razón, tenían prisa, así que lo metió al baño a empujones y buscó el vestido más casual y lindo que encontró
— Definitivamente no — le gruñó Leonel a Esther cuando ya había caído la tarde. Ya las visitas se habían ido y los negocios planteados, cada socio recibiría lo necesario, aunque el papá de Esther insistió en que debían buscar otro socio comercial fuerte para terminar de afianzar al poder que ahora tenían — no me parece una buena idea, podemos contratar a alguien.— ¿Y crees que Emily confiará en otra persona? — le preguntó Esther, estaban en la sala del pequeño palacio y Leonel apretó el cojín con fuerza.— ¿Por qué crees que ella confiará en ti?— Porque notará que es importante. Mira, si ella ve que decidimos confiar en ella después de lo que me hizo, sabrá que es importante y así mismo el pago…— A menos que decida delatarte y cobrar más.— Entonces no le pongamos precio, tal vez si…— No podemos arriesgarnos con un tal vez, no quiero arriesgarte — le dijo un un tono alto y Esther se cruzó de piernas.— No me hables en ese tonito — Leonel se puso de pie con dificultad y se sentó en