Alan dejó la copa a un lado del escritorio y giró la silla de su escritorio, pensó que era Amelia, lo último que quería ver en ese momento, quería estar solo, en el mismo lugar donde su padre se había quitado la vida, los recuerdos le invaden el corazón, ya había dado el segundo pasó, ahora solo faltaba destruirla completamente.—¿Se puede saber qué intentas hacer? —exclamó Gabriela, vio como la silla giró, apenas se había dado cuenta que no era su madre quien estaba detrás de la silla.Alan se paralizó por completo al escuchar aquella voz que reconocía perfectamente. Ella había vuelto, definitivamente si.Alan sintió su pecho estremecer, y sin dudarlo un segundo giro su silla y así constatar que era ella.—¿Qué haces aquí? —tartamudeo Gabriela al ver al hombre que acaba de girar la silla. Alan se colocó de pie, definitivamente Gabriela estaba más hermosa que nunca, sus pies se movieron por inercia propia, caminando hasta estar justo al frente de Gabriela.—¡Buenas tardes! —dijo Ala
Alan respiró profundo, tomó las fotos en sus manos y subió a la habitación. Tenía su cabeza hecha un ocho, no contaba con que Gabriela volviera de nuevo a la ciudad, al menos no ahora.Aunque debía seguir con sus planes, y Gabriela lo único que habría era hacérselo más fácil. Abrió la puerta de la habitación y vio como Amelia arreglaba el equipaje.—¡Amelia!, deja todo a un lado, es obvio que no vamos a ir de luna de miel —dijo llamando la atención de Amelia al entrar a la habitación.—¡Si amor!, lo sé, estás furioso por qué mi hija quiere meterse dónde no le importa. Puedes estar tranquilo, ella no hará absolutamente nada, así que no hay por qué suspender nuestra luna de miel —dijo Amelia sonriendo.—No me refiero a eso, me refiero a estás malditas fotos —exclamó tirando las fotos aun lado de la cama.Amelia abrió sus ojos, obviamente conocía esas fotos, aunque no recordaba absolutamente nada, conocía muy bien al hombre que aparecía en esas fotos.—¿Cómo?, ¿Cómo, conseguiste esas fot
Recuperar Gabriela volvió a su habitación, tomó su celular, y no pudo evitar sonreír, Maximiliano había llegado, no pensó que lo hiciera casi de detrás de ella, aún así una enorme sonrisa se dibujó en su rostroSin dudarlo un segundo Gabriela tomó a su pequeña en brazos y salió a encontrarse con Maximiliano, tal vez así tendría un poco de paz.Gabriela bajó las escaleras, el aroma a cigarrillo impregnó de inmediato sus fosas nasales haciendo que ella se girará a ver quién estaba en la sala de star.Alan estaba sentado en la sala de estar, estaba buscando la excusa perfecta para salir de ahí, no loco se quedaría una noche junto a Amelia.—¡Veo que volviste con una pequeña en brazos! —exclamó Alan llamando la atención de Gabriela.Gabriela suspiro profundo, se giró e hizo una mueca de desagrado.—Como haya vuelto o con quién, es algo que a mi madre y mucho menos a ti te interesa —dijo y salió de ahí. Gabriela no estaba dispuesta a darle explicaciones a él, y mucho menos iba a dejar qu
Gabriela llevó sus manos a la perilla y justo antes de girarla las manos de la morena se enredaron en sus brazos impidiendo su entrada.—¡Señora! ¿Acaso usted es sorda?, le dije muy claramente que el presidente no está, ¿Quién se cree para tomar tales atribuciones? —dijo la morena jalando del brazo de Gabriela.—Es mejor que me sueltes si no quieres perder tu trabajo ahora mismo —exclamó Gabriela con superioridad.La morena dejó salir una enorme sonrisa, de todas las locas que estaban detrás de su jefe, está era la peor definitivamente sí, pensó la pobre secretaria.—¿Usted me quiere echar? Jajaja —exclamó la secretaria.Gabriela rodó los ojos, jalo su brazo con fuerza, y suspiró, quería mantener la calma, por supuesto que ella tenía la culpa, ella no podía ingresar de esa manera a la oficina de presidencia y menos de esa manera, pero estaba segura que Alan no se lo iba a permitir.—¡Mira niñita! Para tu información soy dueña de absolutamente todo, y si sigue impidiendo mi paso le pro
Gabriela tomó el aire suficiente, miró a Alan y caminó de nuevo hacia el escritorio.—¡Citaré una reunión de emergencia!, así que prepárate porque vas a salir de aquí y ni creas que volverás a colocar un solo pie en las empresas —exclamó Gabriela, se giró y caminó hacia la salida.Estaba segura no poder quedarse más cerca de él, verlo y ver todo lo que él provocaba en ella la confundía aún más, aún así, aunque todo su cuerpo pareciera una completa gelatina decidió caminar por las instalaciones de la empresa.Aquellas que solía recorrer de la mano de su padre.Alan, se colocó de pie, caminó hasta su baño personal, abrió el grifo y llevó agua a su cuello, así, solo así tal vez podía bajar la calentura que Gabriela le había provocado con solo verla.Tan pronto su polla volvió a la normalidad, acomodó su cuello y marcó a Ethan, debía detener a Gabriela y cuanto antes mucho mejor.—¡Señor no creo que la señora Amelia y la señorita Gabriela crean que soy yo el hijo del señor Jacob! —exclamó
El corazón de Alan latía con mucha más fuerza, sus pasos eran cada vez más largos, llenos de ansiedad, preguntas y anhelos.Hoy Alan volvía a lo que alguna vez fue su hogar, su lugar feliz, “su casa”.Tenía buenos recuerdos de ahí, pero también tenía malos. Alan, suspiró profundo, su felicidad era evidente, darle una nueva oportunidad a su padre después de esa fatídica discusión era lo que más anhelaba.Él frunció el ceño, todas las luces estaban apagadas, un silencio abrumador se sentía en toda la casa, él dejó las cosas a un lado mientras caminaba hasta el despacho, ese lugar en donde su papá se la pasaba día tras día.Sintió como una fuerte punzada atravesaba su corazón de lado a lado, giró la perilla, estiró una de sus manos y encendió la luz, la cual hubiera preferido nunca haber encendido.—¡Papá! —exclamó Alan al ver a su padre con un arma en sus manos, borrando la sonrisa que traía consigo.Jacob alzó su mirada, y esbozó una pequeña sonrisa, su hijo había vuelto, lo había esp
Las manos húmedas sobre la tierra húmeda e inerte, hacían que su dolor fuera mucho más profundo. Gabriela tomó aire, respiró profundo y miró a su madre, quien lucía radiante, como si nada le hubiera afectado.—¡Deberías irte!, no tienes nada que hacer aquí —exclamó Gabriela sorbiendo su nariz. Le dolía el alma, el corazón, el hombre que ella había amado tanto, se había ido y la había dejado sola.—¡Lo siento cariño!, yo no tengo la culpa que tú padre hubiese querido quitarse la vida —exclamó Amelia, una pequeña sonrisa ladeada se dibujó en su rostro, levantó sus gafas y guiño un ojo al hombre que estaba justo al frente, sin pudor alguno.Gabriela abrió sus ojos de par en par, su madre era una completa descarada, como se atrevía a coquetear en el sepelio de su padre, del hombre que ella decía amar hasta la eternidad.—¡No tienes vergüenza! Al menos respecta el sepelio de mi padre, ya suficiente tuvo con darse de cuenta la clase de mujer que eres —vociferó Gabriela fulminado con la mira
La noche había llegado, Gabriela no dejaba de llorar, por más que intentaba olvidar la escena de su padre inerte sobre su escritorio con un tiro en las sienes, no la dejaba tranquila.Él era el único que le había entregado su corazón, Jacob siempre se encargó que Gabriela creciera siendo una niña completamente feliz, sin importar el desprecio que su madre mostraba hacia ella.Gabriela se colocó de pie, cerró la llave del grifo, tomó una toalla seca su cuerpo y salió del baño, necesitaba algo fuerte para calmar su dolor, sin dudarlo un segundo al estar completamente lista, Gabriela tomó las llaves de su auto y salió con rumbo al bar más cercano.Gabriela condujo rápidamente, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas, pronto se detuvo en la zona de bares menos exclusiva de la ciudad, limpio sus lágrimas, bajó del auto y caminó hacia el bar. La luz atenuante del bar impidió que Gabriela viera el lugar en donde se estaba metiendo, caminó por inercia propia hasta estar dentro de