Amelia movió sus manos desesperadamente, su respiración se agitaba cada segundo más mientras Maximiliano apretaba su cuello con mucha más fuerza.—¡Suélteme…. —exclamó Amelia mientras trataba de empujarlo, sus esfuerzos eran cada vez más débiles, eran en vano.—No maldita zorra, te voy a matar, por tu culpa, Gabriela me odia, no me quiere cerca, por tu maldita culpa —exclamó Maximiliano apretando cada vez más.—Yo te puedo ayudar, yo tengo la solución para que ella vuelva a ti, y de paso quitar de tu camino a Alan.Maximiliano bajó la mirada, movió la cabeza varias veces, frunció el ceño y soltó el cuello de Amelia.—¡Habla! —bufo Maximiliano.Amelia se sentó con las pocas fuerzas que le quedaban, llevó sus manos a su cuello, mientras trataba de respirar.—¡Casi me matas maldito! —exclamó ella.—¡Habla! O voy a seguir dónde estaba exclamó Maximiliano.Amelia negó rápidamente, mientras se colocaba de pie y caminaba en círculos.—No, tengo un plan, solo debes seguirlo al pie de la letra
Gabriela alzó su mirada hacia Alan, sus ojos demostraban decepción, angustia.—¡Maldita sea Amelia! Te lo advertí —exclamó Alan.—¡Qué le advertiste. Ahora entiendo la conversación con Ethan en tu oficina, tú solo buscabas vengar la muerte de nuestro padre, me das lástima —exclamó Gabriela con lágrimas en los ojos.—¡Gabriela, las cosas no son como parecen, debemos hablar, yo te explico —dijo Alan llevando las manos a su cabeza.—Ti y yo no tenemos nada de qué hablar, lo único que quiero es que te largues de mi casa —musitó Gabriela.Amelia dejó salir una enorme sonrisa, acaba de dar un gran paso para destruir al hombre que había jugado con sus sentimientos.—Está bien, me iré. Quiero darte tiempo para que puedas escucharme .Alan salió hecho una furia de la biblioteca, Amelia acaba de acabar con la poca paciencia que aún le quedaba, aún así prefiero dejar que todo se calmara.Una sonrisa llena de cinismo se dibujó en el rostro de Amelia al ver la cara de desilusión de Gabriela.—¿De
Alan tomó a Gabriela en sus brazos y la llevó hasta su auto, su angustia crecía aún más, no conocía muy bien a Maximiliano y no sabía de lo que era capaz, a decir verdad Gabriela tampoco conocía a Maximiliano.Él se había convertido en un completo extraño ante sus ojos.—¡Quiero que mantengas la calma, moverte cielo y tierra para encontrar a nuestra hija —exclamó Alan.—¡Ethan, busca a varios hombres! Quiero que busquen bajo las piedras si es necesario, quiero a Sofía hoy mismo.sana y salva en brazos de Gabriela —vociferó Alan. Ethan asintió, tomó su celular y salió de ahí.—Ahora tú y yo tendremos una pequeña conversación —dijo Alan cerrando la puerta del auto mientras se colocaba en marcha.—¿A dónde vamos? —preguntó ella.—Creo que te debo una disculpa por no decirte quien era, se que debí decirte desde el primer día, pero no sabes lo difícil que fue para mí llegar después de mucho tiempo a ver a mi padre,y encontrarlo apunto de matarse por una mujer. Yo quería recuperar el tiem
Gabriela le hizo una señal a Laura, quien salió y fue rápidamente hacia el auto, sabía que su hermano no le iba hacer daño a Gabriela, la amaba de eso no le quedaba la menor duda, solo que por ahora ella iría en busca de su pequeña ahijada, mientras su amiga trataba de hablar con su hermano.—Nunca pensé llegar a este punto, siempre creí que me amarías, que me entregarías tu corazón solo a mi, que equivocado estaba, tu nunca dejaste de pensar en el imbécil de Alan —exclamó Maximiliano, mientras cerraba la puerta con seguro.Gabriela tragó saliva, ella haría lo que fuera para entretener a Maximiliano, mientras su amiga iba por su pequeña y la colocaba a salvó.—Yo nunca te di razones, siempre fui sincera contigo y conmigo misma. Te quise como un hermano, mi mejor y único amigo, nunca voy a entender el por qué de tu cambio —dijo Gabriela, sus ojos recorrían todo el lugar, mientras rogaba al cielo que Laura encontrará pronto a su pequeña Sofía y así ella poder huir de ahí cuánto antes.—
Pov Alan Hay momentos en la vida donde nos detenemos a pensar si todo lo que hicimos estuvo bien, o no simplemente nos dejamos llevar por el orgullo, miedos o por una venganza estúpida.Me cegué totalmente, ver a Gabriela llena de sangre con sus ojos cerrados, hizo que me cuestionara si todo lo había hecho bien o no.—¡Detente Alan!, por favor, déjalo. —La voz de Laura hizo que saliera de mi trance, baje la mirada y por fin pude ver con claridad.Maximiliano estaba hecho casi un monstruo, o mejor dicho así lo deje de la cantidad de golpes que le di en su rostro, él no puso ninguna resistencia, quiero pensar que él mismo decidió castigarse por dispararle a Gabriela, castigarse por el daño que le hizo a la mujer que ama, porque aunque me niegue admitirlo, se que la ama.Me coloque de pie, y solo pensé en tomar a mi bonita en mis brazos y llevarla conmigo. Fueron días, semanas, semanas donde mi angustia se hacía más grande.Ver a la mujer que amo postrada en una cama, sin ni siquiera m
El corazón de Alan latía con mucha más fuerza, sus pasos eran cada vez más largos, llenos de ansiedad, preguntas y anhelos.Hoy Alan volvía a lo que alguna vez fue su hogar, su lugar feliz, “su casa”.Tenía buenos recuerdos de ahí, pero también tenía malos. Alan, suspiró profundo, su felicidad era evidente, darle una nueva oportunidad a su padre después de esa fatídica discusión era lo que más anhelaba.Él frunció el ceño, todas las luces estaban apagadas, un silencio abrumador se sentía en toda la casa, él dejó las cosas a un lado mientras caminaba hasta el despacho, ese lugar en donde su papá se la pasaba día tras día.Sintió como una fuerte punzada atravesaba su corazón de lado a lado, giró la perilla, estiró una de sus manos y encendió la luz, la cual hubiera preferido nunca haber encendido.—¡Papá! —exclamó Alan al ver a su padre con un arma en sus manos, borrando la sonrisa que traía consigo.Jacob alzó su mirada, y esbozó una pequeña sonrisa, su hijo había vuelto, lo había esp
Las manos húmedas sobre la tierra húmeda e inerte, hacían que su dolor fuera mucho más profundo. Gabriela tomó aire, respiró profundo y miró a su madre, quien lucía radiante, como si nada le hubiera afectado.—¡Deberías irte!, no tienes nada que hacer aquí —exclamó Gabriela sorbiendo su nariz. Le dolía el alma, el corazón, el hombre que ella había amado tanto, se había ido y la había dejado sola.—¡Lo siento cariño!, yo no tengo la culpa que tú padre hubiese querido quitarse la vida —exclamó Amelia, una pequeña sonrisa ladeada se dibujó en su rostro, levantó sus gafas y guiño un ojo al hombre que estaba justo al frente, sin pudor alguno.Gabriela abrió sus ojos de par en par, su madre era una completa descarada, como se atrevía a coquetear en el sepelio de su padre, del hombre que ella decía amar hasta la eternidad.—¡No tienes vergüenza! Al menos respecta el sepelio de mi padre, ya suficiente tuvo con darse de cuenta la clase de mujer que eres —vociferó Gabriela fulminado con la mira
La noche había llegado, Gabriela no dejaba de llorar, por más que intentaba olvidar la escena de su padre inerte sobre su escritorio con un tiro en las sienes, no la dejaba tranquila.Él era el único que le había entregado su corazón, Jacob siempre se encargó que Gabriela creciera siendo una niña completamente feliz, sin importar el desprecio que su madre mostraba hacia ella.Gabriela se colocó de pie, cerró la llave del grifo, tomó una toalla seca su cuerpo y salió del baño, necesitaba algo fuerte para calmar su dolor, sin dudarlo un segundo al estar completamente lista, Gabriela tomó las llaves de su auto y salió con rumbo al bar más cercano.Gabriela condujo rápidamente, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas, pronto se detuvo en la zona de bares menos exclusiva de la ciudad, limpio sus lágrimas, bajó del auto y caminó hacia el bar. La luz atenuante del bar impidió que Gabriela viera el lugar en donde se estaba metiendo, caminó por inercia propia hasta estar dentro de