¡Un ángel!

—Dime, ¿Aceptarías ser mi esposa?

Aquella pregunta retumba en la mente de Antonella y como un déjà vu, revive el momento en que le pidió ser su novia años atrás y terminó dejándola abandonada, la noche de su compromiso.

—Lo siento, Fabiano. No puedo aceptar lo que me propones, eso no sería lo justo para ti, ni para ninguno de nosotros. —responde con un tono amable.

—Antonella, mi amor, necesitas a alguien a tu lado. Yo puedo ser esa persona, me conoces y aunque cometí un error, quiero hacerme cargo de ti y del bebé que esperas.

—¿Qué? ¿Cómo sabes eso? —pregunta confundida. ¿Acaso Angelo se había encargado de decírselo sin su consentimiento?

—Vi la prueba de embarazo que compraste en la farmacia.

—¿Cómo te atreves a revisar algo tan privado, Fabiano? —increpa, levantándose de la silla.— Vete, vete ahora mismo de mi casa.

—Pero, Antonella, lo hice sólo porque estaba preocupado por ti.

—No, eso no justifica que revises mis cosas. Lárgate de mi casa —Lo sujeta del brazo.
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