—Lo siento —Angelo se separa de ella— Creo que bebí más de lo debido. No era mi intención besarte.Antonella no responde a sus disculpas, sólo se aparta de él con lentitud. —Es mejor que regreses a la ciudad antes de que empiece a anochecer. —Claro —dice, mete la mano en su bolsillo y con la otra cierra lentamente la puerta.Angelo camina por el pasillo sonriendo de felicidad, mientras en su habitación por primera vez, Antonella piensa en que Angelo, quizás sea el hombre que pueda ayudarla a sacarse de la mente y la piel a Albert Miller. Horas más tarde, en la mansión Miller, luego de la fuerte discusión que Albert sostuvo con Marta, se reúnen en la mesa para cenar. Durante la cena, Albert y Marta, entrecruzan miradas. Él, aún le cuesta creer que ese hijo que Marta lleva en el vientre, pueda ser suyo; y ella, no alcanza a creer que Albert sea capaz realmente de hacerle una prueba de paternidad a su bebé. En medio de ellos, sólo existen las dudas. Marta sabe que al realizar
Albert baja de su coche, entra al bar. Blas aguarda sentado en el área de la barra. Al ver que su jefe entra, levanta su mano para saludarlo, el CEO se abre paso entre la gente para llegar al lugar donde su empleado ha logrado reservarle un asiento. —¿Qué tal Blas? —Lo saluda con una palmada en la espalda. —Bien, jefe. ¿Y usted? —Bien, creo —Toma asiento y pide una trago de wiskhy al bartender para acompañar al moreno, quien ya tiene unos minutos de diferencia bebiendo. —¿Le sucede algo? ¿Ocurrió algo con su familia? —pregunta con intenciones de descubrir si Marta, llegó a cometer un error y le hizo daño a la inocente criatura. Para Blas, el hecho de que Albert lo hubiese llamado para tomarse un trago, le ha puesto el corazón en vilo. Desde que llegó al bar, no ha parado de tomar, aquel es su tercer wiskhy en menos de media hora. —No, mis hijos están bien. —contesta parcamente aumentando la angustia y la ansiedad en su asistente. —¿Y su esposa? —pregunta arrastrando las
Albert conduce hasta la mansión, está realmente decepcionado y frustrado por el papel de imbécil que acababa de hacer.—¿Cómo pude creer que eras diferente, joder? ¿Por qué, Antonella, por qué me enamoré de ti? Maldita sea —golpea el volante una y otra vez. La impotencia, la rabia y el dolor convergen dentro de su pecho. Se siente golpeado en no sólo en su orgullo sino en su propia hombría. —Pero no volverás a hacerme daño, voy a sacarte de mi vida, así sea lo último que haga —dice y pisa el acelerador poniendo el coche en sobre marcha. Minutos después estaciona su auto, baja del mismo sintiendo como el aire frío de la noche acrecienta su embriaguez. Con dificultad camina hasta la entrada principal y como puede logra abrir la puerta de su casa. Entra silenciosamente, en la oscuridad de la sala, apenas iluminada por una lámpara, Marta está sentada con una copa de vino en la mano y sobre la mesa, dos botellas vacías. —¡Albert! Por fin llegas —dice tropezando las palabras. —¿Q
—Iremos de paseo al parque. ¿Os parece? —pregunta Albert a sus dos hijos mientras desayunan. —Sí, papá, yo quiero —responde Shirley.—Yo también papá, también quiero ir al parque. —¿Podemos llevarnos a Chispita? —pregunta de inmediato, la pequeña. —Sí, puedes llevarla. —contesta el complaciente padre.Al ver que Marta no ha bajado a desayunar, Albert le pregunta a su empleada, quien le informa que ésta pidió no molestarla ya que tiene mucha jaqueca. Albert más que nadie, imagina como debe sentirse ella; él mismo tuvo que tomar un energético para poder recuperarse y pasar la resaca. —Entonces, iremos sólo nosotros tres de paseo —propone Albert.—Cuatro, papá. Chispita va con nosotros —responde Shirley agitando sus manitas. —Sí, mi amor. Tienes razón, los cuatro. En tanto, en su habitación Marta aún sigue llena de rabia. Había sido humillada por Albert y sólo piensa en la manera de vengarse de él ¿y que mejor manera que hacerlo follando con Robert? Se levanta de la cama
—¿Dónde estoy? —pregunta, angustiada. Mira a su alrededor y ve al hombre vestido de médico. —¿Cómo se siente Sra Miller? —¿Qué ha pasado conmigo? ¿Dónde está Robert? —Su rostro refleja confusión y ansiedad. —El Sr Miller tuvo que irse. Pero no se preocupe, me dejó a cargo de usted. Marta se apoya en sus codos y levanta el torso, siente un dolor en la parte baja de entrepierna. —¿Qué me han hecho? —interroga con voz trémula. —Tuvo un aborto espontáneo, Sra Miller. —¡No! Eso no puede ser. —exclama. —Lo lamento Sra Miller. —dice el médico tocando su hombro para calmarla. —No, doctor. Usted no me está entendiendo. No puedo perder a ese bebé. —Realmente no se pudo hacer nada, a veces nuestro cuerpo rechaza algo de forma voluntaria y fue lo que ocurrió en su caso. —aplana sus labios— La dejo para que descanse. En un par de horas puede regresar a su casa. El médico sale de la habitación, mientras Marta queda sumergida en la angustia y en la impotencia. Había perdido la
Los días pasan indetenibles, Antonella continúa viviendo en la posada y trabajando con Angelo. La amistad entre ellos, es cada vez mayor y él, no pierde oportunidad alguna para hacerla sentir bien y demostrarle cuanto le importa. Poco a poco se ha ido ganando el cariño de la pelirrubia. Albert, en tanto continúa trabajando fuerte al lado de Blas y Lugo, formando junto a ellos, una triada invencible. Sus ideas para mejorar la situación financiera de la empresa han dado buenos resultados. Enfocarse en su trabajo, es algo que también le ha funcionado para olvidar su realidad que tiene nombre y perfume de mujer “Antonella”. En su hogar, se distrae con el amor sincero de sus hijos y en la empresa, se limita a asistir sólo a las reuniones de socios que exigen su presencia o aquellas donde no coincida con su hermano Robert.Por otro lado, la convivencia entre Blas y Lugo, el nuevo sub gerente de AVEMiller, es cada vez más cercana. El moreno admira el trabajo de su compañero e inclusive ha
—Geme, son imaginaciones mías o estás un poco más rellenita. —pregunta con curiosidad, Blas mientras realiza la video llamada.—Quizás sí, he estado algo ansiosa y ya sabes como me gusta la mantequilla de maní. Imposible no engordar. —Pues últimamente es casi un milagro verte y poder hablar contigo. Pareciera que estuvieras escondiéndote de mí y de Maca. —No digas gilipolleces, a veces llegó cansada y no me apetece sino dormir. Además tú también has estado algo distante. —Es que mi jefe no para de inventar cosas y tengo que trabajar el doble, por eso a veces me toca trabajar en la noche y algunos fines de semana; lo bueno es que me paga todas las horas extras. Tengo que reunir ese dinero antes de las festividades religiosas y aprovechar de viajar a Nápoles. Muero de ganas por ver a Marcos. —Joder, y yo que pensaba que era a mí a quien extrañabas. —Claro que te extraño, pero también lo extraño a él. Por cierto, está un tanto evasivo, cada vez que le digo que iré a verlo, me
Esa noche mientras Angelo cae profundamente dormido, Antonella revive su primera noche al lado de Albert, el deseo la invade y la necesidad por saber de él, se intensifica. Se levanta lentamente de la cama, toma la cartera tipo sobre, saca su móvil y luego se dirige sigilosamente hasta el balcón de la lujosa suite. Busca su contacto, el mismo que había bloqueado en su agenda, creyendo que de esa forma podría bloquearlo de su corazón. Basta apenas un movimiento de sus dedos, pizca en la pantalla y ve su foto de perfil. Abre la imagen y acaricia con sus finos dedos el rostro de su ex jefe y amante; dibuja sus labios, exhala un suspiro al recordar sus besos. Las dudas la invaden, aunque su corazón le insiste en que lo llame, su racional la cuestiona. Acababa de darle un sí, a un hombre que estaba dispuesto a darlo todo por ella, y ella en cambio, deseaba saber de Albert Miller, un hombre prohibido. Mira su última conexión, media hora atrás. Tal vez ya se había dormido, piensa. Es