—¿Dónde estoy? —pregunta, angustiada. Mira a su alrededor y ve al hombre vestido de médico. —¿Cómo se siente Sra Miller? —¿Qué ha pasado conmigo? ¿Dónde está Robert? —Su rostro refleja confusión y ansiedad. —El Sr Miller tuvo que irse. Pero no se preocupe, me dejó a cargo de usted. Marta se apoya en sus codos y levanta el torso, siente un dolor en la parte baja de entrepierna. —¿Qué me han hecho? —interroga con voz trémula. —Tuvo un aborto espontáneo, Sra Miller. —¡No! Eso no puede ser. —exclama. —Lo lamento Sra Miller. —dice el médico tocando su hombro para calmarla. —No, doctor. Usted no me está entendiendo. No puedo perder a ese bebé. —Realmente no se pudo hacer nada, a veces nuestro cuerpo rechaza algo de forma voluntaria y fue lo que ocurrió en su caso. —aplana sus labios— La dejo para que descanse. En un par de horas puede regresar a su casa. El médico sale de la habitación, mientras Marta queda sumergida en la angustia y en la impotencia. Había perdido la
Los días pasan indetenibles, Antonella continúa viviendo en la posada y trabajando con Angelo. La amistad entre ellos, es cada vez mayor y él, no pierde oportunidad alguna para hacerla sentir bien y demostrarle cuanto le importa. Poco a poco se ha ido ganando el cariño de la pelirrubia. Albert, en tanto continúa trabajando fuerte al lado de Blas y Lugo, formando junto a ellos, una triada invencible. Sus ideas para mejorar la situación financiera de la empresa han dado buenos resultados. Enfocarse en su trabajo, es algo que también le ha funcionado para olvidar su realidad que tiene nombre y perfume de mujer “Antonella”. En su hogar, se distrae con el amor sincero de sus hijos y en la empresa, se limita a asistir sólo a las reuniones de socios que exigen su presencia o aquellas donde no coincida con su hermano Robert.Por otro lado, la convivencia entre Blas y Lugo, el nuevo sub gerente de AVEMiller, es cada vez más cercana. El moreno admira el trabajo de su compañero e inclusive ha
—Geme, son imaginaciones mías o estás un poco más rellenita. —pregunta con curiosidad, Blas mientras realiza la video llamada.—Quizás sí, he estado algo ansiosa y ya sabes como me gusta la mantequilla de maní. Imposible no engordar. —Pues últimamente es casi un milagro verte y poder hablar contigo. Pareciera que estuvieras escondiéndote de mí y de Maca. —No digas gilipolleces, a veces llegó cansada y no me apetece sino dormir. Además tú también has estado algo distante. —Es que mi jefe no para de inventar cosas y tengo que trabajar el doble, por eso a veces me toca trabajar en la noche y algunos fines de semana; lo bueno es que me paga todas las horas extras. Tengo que reunir ese dinero antes de las festividades religiosas y aprovechar de viajar a Nápoles. Muero de ganas por ver a Marcos. —Joder, y yo que pensaba que era a mí a quien extrañabas. —Claro que te extraño, pero también lo extraño a él. Por cierto, está un tanto evasivo, cada vez que le digo que iré a verlo, me
Esa noche mientras Angelo cae profundamente dormido, Antonella revive su primera noche al lado de Albert, el deseo la invade y la necesidad por saber de él, se intensifica. Se levanta lentamente de la cama, toma la cartera tipo sobre, saca su móvil y luego se dirige sigilosamente hasta el balcón de la lujosa suite. Busca su contacto, el mismo que había bloqueado en su agenda, creyendo que de esa forma podría bloquearlo de su corazón. Basta apenas un movimiento de sus dedos, pizca en la pantalla y ve su foto de perfil. Abre la imagen y acaricia con sus finos dedos el rostro de su ex jefe y amante; dibuja sus labios, exhala un suspiro al recordar sus besos. Las dudas la invaden, aunque su corazón le insiste en que lo llame, su racional la cuestiona. Acababa de darle un sí, a un hombre que estaba dispuesto a darlo todo por ella, y ella en cambio, deseaba saber de Albert Miller, un hombre prohibido. Mira su última conexión, media hora atrás. Tal vez ya se había dormido, piensa. Es
Pronto, los vecinos se acercan al lugar, alarmados por su grito. Dos de ellos lo ayudan a levantarse y lo trasladan hasta el hospital. Mientras tanto, Antonella comienza a impacientarse al ver que Angelo no llega. La ansiedad crece en su pecho, decide tomar su móvil e intentar llamarlo, pero no recibe respuesta de su parte. Su corazón se acelera cuando recibe la llamada de un número desconocido. Con un nudo en el estómago, atiende aquella llamada.—¿Angelo? —pregunta con voz temblorosa. Mas, en lugar de la respuesta deseada, escucha la voz de una mujer que anuncia una fatalidad.—Lo siento, señora. El Sr Angelo Paulini está recluido en la emergencia de nuestro hospital. Necesitamos que venga lo antes posible. Antonella siente una fuerte presión en su pecho, la desesperación la invade mientras un escalofrío helado recorre su cuerpo. Sin pensarlo dos veces, llama a Jácome, quien rápidamente se traslada al hotel y en unos cuantos minutos llegan al hospital. Aunque Angelo es atend
—¿Qué tienes que decirle a tu padre, Marcos? —pregunta Claudia quien acaba de recibir el mensaje de Piero. —La verdad mamá, la verdad sobre… —¿De que verdad hablas? —cuestiona Mauro. Claudia abre sus ojos haciéndole señas a su hijo para que no le cuente sobre aquel pasado.— ¿Cuál verdad, Marcos? —insiste. —Antonella Cerati, es tu hija —suelta sin más. —¿De dónde sacas eso, hijo? —Claudia interviene con desesperación— Te dije que está mal de la cabeza —agrega, tratando de distraer a Mauro. —No estoy loco, mamá. Lo dijiste el día que tuve el accidente. Para Mauro, aquella verdad es como un puñalada atravesado su corazón. Ahora entiende porque Antonella insistía tanto en hablar con él, la foto, sus llamadas. ¡Oh por Dios! Había intentado acabar con su propia hija. Mauro avanza hasta las escaleras, mientras Claudia le pide detenerse. Debía hablar con su hija. —¿Cómo te atreviste, Marcos? Me has traicionado, a mí que soy tu madre. —Mi padre merece saber la verdad, mamá.
Luego de un profundo silencio, Mauro se dirige con Antonella hasta la habitación de su socio, dejando sorprendido a Angelo por su inesperada visita y sobre todo por la afinidad que observa entre la pelirrubia y el multimillonario. —¿De qué me perdí? —pregunta con sarcasmo. —Luego te lo explico —Antonella le da un guiño. —Supe lo que te ocurrió. La buena noticia es que ya lo detuvieron. —¿En verdad, papá? Angelo mira confundido a su prometida. —¿Papá? —pregunta, incrédulo de lo que está oyendo. —Luego te explico. Voy por un café y regreso. ¿Deseas algo de beber Jácome? —Sí, un tinto bien cargado. Antonella sale de la habitación junto a Mauro y se dirigen al restaurante ubicado frente al hospital. Estando allí, la pelirrubia le cuenta sobre la relación entre ella y Angelo, además de que no volverá a caminar.—Por lo menos, mi nieto tendrá a sus padres juntos. —Angelo no es el padre. —responde ella, dejando a Mauro boquiabierto. Antonella le relata su relación con s
Albert recibe la noticia de la detención de Robert por la muerte de su propio hijo. A pesar de sus diferencias no puede evitar sentirse consternado. No le deseaba mal a su hermano, siempre cuidó de él y quiso ayudarlo como podía. Mas, debía pagar por todo el daño que había hecho. —Raquel perdió a su hijo y Robert está detenido. —¿Qué dices? —pregunta con asombro, Marta. —El abogado de la empresa acaba de informarme sobre los cargos que se le imputan, agresión física a Raquel y provocar la muerte de su propio hijo. —Lo tiene bien merecido. —responde con frialdad— ¿No lo crees? Albert exhala un suspiro, aunque sabe que lo merece, no imagina todo lo que deberá enfrentar estando tras las rejas. —Iré a descansar —dice y sube las escaleras pesadamente hasta su habitación. El móvil de Marta comienza a sonar, atiende al ver que se trata del médico a donde Robert la llevó aquel día en que perdió a su hijo. —Sra Miller acabo de ver las noticias sobre la detención de su marido, q