Mientras Albert es llevado a la comandancia para declarar sobre lo ocurrido con Marta. En Nápoles, Antonella se prepara para dar un sí de rendición. Angelo se sostiene la mano de Antonella, ambos están de frente al juez que oficiará la boda civil. Detrás de ellos, sentados al lado derecho Mauro, Estefanía y su hijo. Del lado contrario, Blas y Macarena. Apenas miradas esquivas hay entre ellos. Blas finge estar emocionado por la boda de su amiga, mientras Marcos permanece absorto en sus pensamientos. —¿No piensas saludarlo? —interroga Macarena en voz baja. —Cállate Maca, es el momento de nuestra Anto. Lo demás simplemente no existe. —Vamos tío, que te ha mirado cuando entramos. —No insistas Maca, lo nuestro ya no es. La voz del juez sobresale de resto cuando pregunta:—¿Antonella Moretti, acepta usted al Sr Angelo Paulini como esposo? Antonella cierra los ojos y en fracción de segundos aparecen frente a ellas, los únicos instantes de felicidad que como mujer vivió junto
Angelo bebe copa tras copa para calmar su frustración. A pesar de sus esfuerzos por hacer feliz a Antonella, no lo consigue, puede ver la tristeza en sus ojos y eso es letal para él. Había sido egoísta, queriendo tenerla a su lado, en vez de dejarla libre de aquel compromiso. —¿No crees que está bebiendo mucho? —cuestiona el guardaespaldas. —Se supone que es mi boda, debo celebrarlo. —El sarcasmo en sus palabras es explícito. —Es mejor que pare de beber. —recomienda. —No sabes lo que se siente amar a alguien con todo tu ser, querer verla feliz y a pesar de ello, no ver ese brillo en sus ojos, ese brillo que aparece cuando nombra al hombre que realmente ama. Creo que cometí el peor error de mi vida, Miguel. —No se castigue de esa manera, la Sra Antonella lo quiere, ha estado a su lado. —Me quiere pero no me ama. Y sabes, creo que merezco más que su compasión y su agradecimiento por salvarla de Fabiano. —Entiendo perfectamente lo que siente. —dice y Angelo lo mira confundi
Antonella es atendida por el médico, quien se encarga de los detalles finales, cortar el cordón umbilical y cerciorarse de extraer la placenta. Además de verificar que el bebé esté completamente bien. La ternura y el deseo de proteger a su pequeña Isabella es inminente en la pelirrubia, mas al mirar su delicado rostro y su cabello oscuro, no puede dejar de pensar en Albert. En tanto, de regreso en su casa, Albert se siente angustiado, una rara sensación lo invade: miedo, ansiedad, impotencia; una de ellas o tal vez todas juntas. La sola idea de no volver a tener a sus hijos cerca, lo aterra; el miedo de haber perdido a Antonella para siempre aunado al hecho de sentirse atado de manos ante ambas situaciones, lo llenan de frustración.En cambio, en su mansión, Marta se muerde los codos de a ira al saber que Albert fue puesto en libertad, a pesar de su denuncia. Sin embargo, por otro lado se siente satisfecha al saber que él no podrá acercarse a sus hijos y ese, sí es el peor de los
Esa mañana, al despertar, Angelo se entera del nacimiento de la niña, a través del guardaespaldas, quien lo ayuda a asearse y vestirse para llevarlo hasta la habitación donde está Antonella y que pueda ver a la bebé. —Felicidades, mi amor. Ya nuestra hija está con nosotros. —Se acerca a ella. Aunque Antonella sonríe, siente incomodidad cada vez que Angelo enfatiza la palabra “nuestra”. ¿Realmente la sentía como suya o sólo lo decía para hacerla sentir bien? En realidad, Angelo siempre deseó ser padre de una niña, pero la vida sólo le dio la oportunidad de tener un hijo. Un hijo del cual no ha sabido nada desde hace cinco años, pero que aún así, sigue siendo su único descendiente. Al ver a la pequeña, en brazos de Antonella, siente mucha ternura. —¿Puedo cargarla? —pregunta y ella asiente. Angelo toma a la niña entre sus brazos y le sonríe. Se ve tan contento que Antonella siente que ha sido injusta por pensar mal de él. Es como si en el fondo buscase una excusa para achacarl
La noticia del nacimiento de la hija de Antonella, llega a los oídos de Albert de boca de Blas. —Me alegra mucho por ella. —Sí, mi geme está realmente feliz. —¿Es niño o niña? —Niña y se llama Isabella como su abuela. Albert siente una emoción inexplicable: una mezcla de ternura y paz que lo envuelve, dos cosas que llevaba varios meses sin experimentar. —Qué bueno, por lo menos ella podrá tenerla a su lado. Blas lo mira compasivo “si él supiera toda la verdad, si Albert supiera que aquella niña es su hija”, piensa. Mas, aquel secreto no le pertenece, por lo que debe guardar silencio. —Necesito que me contactes a un buen abogado —ordena. —Sí, señor. ¿En qué especialidad lo necesita? —Blas pregunta, suponiendo que es para algo relacionado con el caso de su hermano.—Voy a luchar por la custodia de mis hijos. —afirma con severidad, lo cual despierta las dudas en su asistente ¿Habría descubierto la verdad del falso embarazo?—¿Ocurrió algo? —Sí, mi ex mujer me den
—Bien, la niña está en perfecto estado, Sra Paulini. —dice el pediatra, mientras revisa a la pequeña Isabella.— A pesar de ser siete mesina, todos sus órganos se desarrollaron de forma perfecta. Antonella sonríe mientras contempla los ojos grises de su pequeña, exactamente iguales a los de Albert. —Gracias, doctor. —Siempre a su orden, Sra Paulini. El médico familiar sale de la habitación, mientras Antonella deposita a su bebé dentro de la cuna. Desde hace dos meses, Angelo viene haciéndose cargo de la empresa, mientras Antonella permanece en casa, cuidando de la bebé. La relación entre ellos es cada vez más distante y fría, algo que para la pelirrubia, resulta muy conveniente. El hecho de que ella haya decidido dejar a la pequeña Isabella en su misma habitación, ha provocado algunos inconvenientes en la pareja.—Deberías dejarla en su propia habitación —comenta él.— Se supone que la mandamos a decorar para que tuviese su propio espacio. —Isabella es prematura, Angelo.
—Mira a la cámara preciosa —el fotógrafo le pide a Marta— Bien dame una sonrisa pícara. ¡Eso! El hombre de cabello rubio y ojos verdes termina la sesión de fotos para las que ha sido contratado. —Merci, mademoiselle! —se despide besando la mano de Marta. —Quedaste divina —comenta su manager, mientras le muestra en su PC, las fotografías. —Me flipas, realmente quedaron estupendas. —Por supuesto, querida. André es el mejor fotógrafo en la actualidad. Por cierto esta noche habrá una exposición de su trabajo fotográfico en la galería que está cerca del hotel. ¿Te gustaría ir? —Claro por supuesto. Necesito divertirme un poco, no todo puede ser trabajo ¿no crees? —Entonces prepárate para esta noche, ponte divina. Te pasaré buscando a las 8:00.—Vale. Tal cual lo acordado, Marta va hasta su habitación para descansar un poco y luego alistarse para la gran noche. En tanto, Albert se dirige en el coche con sus hijos para festejar el cumpleaños de Sam. —Iremos a cenar y lue
Aquel encuentro casual con el fotógrafo se convierte en un vicio para Marta, quién retrasa su regreso a Madrid sólo con intenciones de estar con aquel hombre. Sin embargo, lo que ella significa una relación apasionada, para André es la oportunidad de hacer su sueño realidad: volverse un hombre rico ante de los cuarenta. —Entonces, me dices que eres dueña de una empresa aérea. —Sí, soy socia de mi ex marido. Mas, poseo la mayor parte de las acciones de AVEMiller, sólo que ese tipo de negocios, no es lo que me gusta. —Te entiendo. Mas, no deberías dejar a un lado algo que puede independizarte financieramente. Si quieres tengo un amigo que es un campeón en eso de las inversiones en criptomonedas. —He escuchado sobre ese tema, pero no logro entender de qué va, realmente. —Deja todo en mis manos, yo puedo apoyarte en todo lo que necesites. —dice mientras se desliza hacia la parte inferior de la cama y se interna entre sus muslos. Marta sonríe al verlo y cierra sus ojos para d